Warhol, Danto y la muerte del arte
La identificaci¨®n mim¨¦tica entre signo y significado se ha interpretado como el final de la obra art¨ªstica. Pero si esa lectura es correcta, ese mimetismo se remonta a Duchamp, antes de las ¡®cajas Brillo¡¯ de Warhol
Desde finales de los a?os sesenta, la fortuna cr¨ªtica de Warhol no ha dejado de crecer. Sin embargo, como es natural, los argumentos que la sustentan han ido variando. Uno de los que recientemente ha alcanzado mayor difusi¨®n se debe a Arthur Danto. Danto era (falleci¨® a finales del a?o pasado) un fil¨®sofo norteamericano que ense?aba en la Universidad de Columbia. En l¨ªneas generales se le sol¨ªa considerar adscrito a la escuela anal¨ªtica. En 1981, abandonando los temas a los que hab¨ªa dedicado hasta entonces la mayor parte de su carrera profesional, public¨® un libro, titulado The transfiguration of the commonplace, en el que se ocupaba extensamente de Warhol. Tuvo ¨¦xito y sigui¨® escribiendo sobre arte. Su ¨²ltimo libro es una colecci¨®n de ensayos publicada a fines del a?o pasado bajo el t¨ªtulo de What art is: Lo que el arte es(un t¨ªtulo curiosamente taxativo, por cierto, con todo el peso ontol¨®gico del verbo ser).
Puede sospecharse que el ¨¦xito inicial de Danto se basaba en un malentendido. Lanzar profec¨ªas agoreras es, en la bibliograf¨ªa human¨ªstica del siglo XX, una manera segura de tener ¨¦xito, y el de The transfiguration of the commonplace no fue seguramente ajeno al hecho de que el autor proclamaba la muerte del arte. Pero lo hac¨ªa, y ¨¦sta era su peculiaridad, en un sentido que ten¨ªa poco que ver con la tradici¨®n apocal¨ªptica en la que habitualmente se inscriben ese tipo de proclamas. La muerte de la que hablaba Danto era una muerte feliz. El arte habr¨ªa muerto de ¨¦xito, habiendo visto cumplidas todas sus aspiraciones. Y quien lo habr¨ªa llevado a esa situaci¨®n de ataraxia ¨²ltima habr¨ªa sido, precisamente, Warhol.
Para entender esta afirmaci¨®n es necesario recordar que para Danto las obras de arte son signos de un tipo especial: signos en los que ¡°se encarna¡± aquello mismo que significan. La expresi¨®n que usa el autor es embodied meanings y ¡°encarnar¡± es una traducci¨®n, quiz¨¢, demasiado literal del verbo to embody. Una formulaci¨®n menos precisa, pero m¨¢s comprensible, ser¨ªa ¨¦sta: para Danto la obra de arte es un signo que se parece mucho a aquello que significa. Aunque esta ¡°concepci¨®n mim¨¦tica¡± del arte ¡ªel calificativo es del mismo Danto¡ª es muy antigua (en t¨¦rminos muy generales puede decirse que se remonta a Plat¨®n, a quien Danto cita ocasionalmente, y Arist¨®teles), el fil¨®sofo norteamericano no tiene problemas en asumirla como propia. Asume tambi¨¦n una de sus consecuencias m¨¢s t¨®picas, a saber, que la historia del arte puede contarse como un progreso gracias al cual los artistas van consiguiendo, de siglo en siglo, un parecido cada vez mayor entre las obras de arte y la realidad. Pues bien, partiendo de esas premisas, Danto concluye que el grado m¨¢ximo de mimetismo art¨ªstico fue el que alcanz¨® Warhol con sus cajas Brillo de 1964.
El cuento de c¨®mo hizo ese descubrimiento se ha contado muchas veces. Un d¨ªa el fil¨®sofo pasaba por delante de una galer¨ªa de arte y decidi¨® entrar a ver lo que hab¨ªa. Su primera impresi¨®n fue que estaba entrando en un almac¨¦n de supermercado lleno de cajas de esponjas de fregar de la marca Brillo. Cuando le dijeron que eran obras de arte y que las hab¨ªa hecho Warhol su mente hizo clic. Si la apariencia de las cajas de Warhol era id¨¦ntica a la apariencia de las cajas del supermercado, si nada permit¨ªa distinguir la obra de arte de aquello que significaba, el arte hab¨ªa llegado al grado m¨¢ximo de mimetismo y por tanto al final de su recorrido hist¨®rico. Hab¨ªa muerto.
La negaci¨®n de la belleza como criterio art¨ªstico se remonta a Burke, en el siglo XVIII
A partir de 1981 Danto ha ido variando la formulaci¨®n de esa tesis. En su ¨²ltimo libro afirma que, m¨¢s que el arte mismo, lo que ha muerto es la historia del arte. Una f¨®rmula que, por cierto, se parece much¨ªsimo a la de la muerte de la historia de Fukuyama. Pero prefiero no extenderme aqu¨ª en el comentario de ese parecido.
Sea ello como fuere, a los historiadores que a¨²n no hemos desaparecido de la faz de la Tierra los argumentos de Danto no dejan de plantearnos alguna perplejidad. Veamos, al menos, una de ellas. Tiene que ver con lo que se suele llamar ready made. En el lenguaje del arte del siglo XX recibe este nombre un elemento extra¨ªdo de la vida real que un artista escoge y propone como obra de arte. El ejemplo m¨¢s conocido es un urinario de loza industrial que Duchamp present¨® como escultura a una exposici¨®n colectiva organizada en 1917. Por extensi¨®n puede aplicarse el mismo concepto a cualquier otro objeto ¡ªpor ejemplo, un ticket de tranv¨ªa, o un anuncio recortado de una p¨¢gina de peri¨®dico¡ª que se incorpore a una obra de arte. En los collages o assemblages dada¨ªstas o surrealistas de comienzos del siglo XX encontramos numerosos ejemplos. Habiendo cambiado de contexto, el objeto, o elemento, ready made, abandona su condici¨®n original y funciona art¨ªsticamente. En el caso del urinario, el hecho de que Duchamp lo titulara, lo firmara y lo presentara a una exposici¨®n extirpaba del objeto las funciones que solemos atribuirle en la vida cotidiana y lo convert¨ªa en obra de arte. O signo art¨ªstico, ¡°significado encarnado¡± seg¨²n la terminolog¨ªa de Danto. ?Signo de qu¨¦? Signo de urinario, claro; es decir, de s¨ª mismo. Como las cajas Brillo de Warhol. S¨®lo que con una mayor proximidad, en el caso de Duchamp, entre signo y significado. Si signo y significado son f¨ªsicamente la misma cosa, no cabe ninguna duda que el significado se ¡°encarna¡± en el signo. Lo hace del todo.
No estoy jugando con palabras. La historiograf¨ªa del arte del siglo XX se?ala mayoritariamente que el movimiento Neo-Dada norteamericano de los a?os 1950 ¡ªun movimiento inspirado por los precedentes dada¨ªstas de Schwitters y Duchamp y protagonizado por artistas como Robert Rauschemberg y Jasper Johns¡ª fue la matriz inmediata de la que deriv¨® el pop art. Las im¨¢genes extra¨ªdas de la prensa comercial que Rauschemberg incorpora a sus lienzos son ejemplos de ready made en el sentido amplio que he dado al t¨¦rmino m¨¢s arriba. Evidentemente son de la misma naturaleza que las im¨¢genes extra¨ªdas de la prensa comercial que Warhol incorpora a los lienzos de la serie dedicada a las sopas Campbell. ?No ser¨ªa l¨®gico entender que las cajas Brillo son ejemplos de lo mismo?
Para Arthur Danto, la historia del arte consiste en aproximar las obras a lo que significan
El problema estriba en que, si adscribimos las cajas Brillo a la tradici¨®n de los ready made, no habr¨ªa sido Warhol, sino Duchamp, quien habr¨ªa llevado el arte a la muerte que describe Danto. Y el deceso no habr¨ªa ocurrido en 1964 sino en 1917. Estar¨ªamos a punto de celebrar el primer centenario del infausto ¡ªo fausto¡ª suceso.
Danto ignora la mayor parte de estos precedentes. No puedo ignorar, claro, a Duchamp. ?Pero es que Duchamp no tiene nada que ver con Warhol!, dice. Su prop¨®sito era muy diferente. Si expuso el urinario fue para criticar la noci¨®n de belleza. Ese fue precisamente su gran hallazgo. ¡°Que algo pueda ser una obra de arte sin ser bello constituye una de las grandes aportaciones filos¨®ficas del siglo XX¡± (p¨¢gina 28 de What art is). El argumento vuelve a aparecer, de modo m¨¢s extenso, aunque m¨¢s confuso, en las ¨²ltimas p¨¢ginas del libro.
La afirmaci¨®n contiene dos falacias de bulto. La primera y principal estriba en que, con independencia de cu¨¢les fueran sus motivaciones respectivas, el parecido entre lo que hicieron Duchamp y Warhol es innegable y la historia del arte del siglo XX, por muy muerta que est¨¦, no puede dejar de registrarlo.
La segunda consiste en afirmar que la negaci¨®n de la belleza, como criterio de creaci¨®n art¨ªstica, pueda constituir ¡°la gran aportaci¨®n filos¨®fica del siglo XX¡±. ?Y d¨®nde ponemos al Bosco, a Brueghel, a Goya? Y ?d¨®nde ponemos a Burke y su esfuerzo por explicar ¡ªen el siglo XVIII¡ª que hay cosas que son sublimes sin ser bellas; que s¨®lo pueden ser sublimes en la medida en que no sean bellas? Que a un fil¨®sofo anal¨ªtico se le borre de la memoria la existencia hist¨®rica de uno de los m¨¢s destacados seguidores de Hume no deja de producir asombro. ?No habr¨ªa que buscar la causa de ese olvido ¡ªy de buena parte de la filosof¨ªa del arte de Danto, ya puestos¡ª en ciertos procesos neurol¨®gicos asociados al paso del tiempo a los que ni siquiera los fil¨®sofos anal¨ªticos tienen por qu¨¦ ser inmunes?
Warhol, el Warhol hist¨®rico, es otra cosa, claro.
Tom¨¤s Llorens es historiador del arte y exdirector del Reina Sof¨ªa.
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