Lo normal

Te despiertas, te asomas a la ventana y qu¨¦ ves. Un pa¨ªs normal, donde es julio cuando debe ser julio y mi¨¦rcoles cuando debe ser mi¨¦rcoles. Un pa¨ªs con una monarqu¨ªa contaminada por un grado de corrupci¨®n normal, con un presidente del Gobierno que enga?a lo normal, una oposici¨®n que se opone lo normal, una familia Pujol que se enriquece lo normal, un ministro de Justicia que maltrata a las mujeres lo normal, un Montoro que miente lo normal, un gobernador del Banco de Espa?a que se entera lo normal¡­ T¨² mismo seguramente eres un parado de larga duraci¨®n normal, un paria normal. Y ah¨ª est¨¢s, asomado normalmente a la ventana mientras por tu cabeza desfilan ideas de venganza normales, de cr¨ªmenes y secuestros normales, de formas de suicidio est¨¢ndares.

Y estamos hablando del escaparate, de lo que salta a la vista, de aquello que todas las personas normales, con un par de ojos en la cara, pueden ver. Pero si vamos a la trastienda para echar un ojo, por ejemplo, a Ram¨®n ?lvarez de Miranda, nos encontramos con un presidente del Tribunal de Cuentas normal. Ah¨ª est¨¢ el hombre, con la cartera para el termo y el pl¨¢tano de media ma?ana, explicando en sede parlamentaria el funcionamiento normal de la cosa que preside. Si te fijas, tiene la expresi¨®n de un caradura normal y corriente, un caradura del mont¨®n, podr¨ªa ser el padrino normal de cualquiera de nuestros hijos. De ah¨ª la normalidad con la que justifica la abundancia de c¨®nyuges y exc¨®nyuges, de primos y primas, de amigos ¨ªntimos y concu?adas que casualmente han coincidido en el organismo normal que ¨¦l mismo dirige normalmente. ?Es normal la normalidad?, te preguntas regresando a la cama cuando, normalmente, hablando, deber¨ªas estar de camino a un trabajo normal.