El primer muro de occidente
El de Adriano, en el norte de Inglaterra, es un s¨ªmbolo de la historia y una met¨¢fora del presente Representa la grandeza del Imperio Romano pero tambi¨¦n los miedos contempor¨¢neos
Marguerite Yourcenar escribi¨® Memorias de Adriano inspirada por una enigm¨¢tica frase de Flaubert: ¡°Los viejos dioses hab¨ªan muerto y los nuevos no hab¨ªan llegado todav¨ªa. Hubo un momento en que el hombre estuvo solo¡±. Durante ese periodo ¨²nico en que la humanidad respondi¨® solamente ante s¨ª misma, el emperador Adriano (76-138 de nuestra era) tom¨® una decisi¨®n extraordinaria, que iba a dejar una profunda huella en Occidente: orden¨® la construcci¨®n de un muro para ¡°separar a los b¨¢rbaros de los romanos¡±, como se?ala la Historia Augusta en la ¨²nica referencia cl¨¢sica a la primera frontera fortificada de Europa. Veinte siglos despu¨¦s, el Muro de Adriano sigue ah¨ª y no ha hecho m¨¢s que ganar fuerza en la imaginaci¨®n. Esta edificaci¨®n, que recorre de costa a costa el norte de Inglaterra a lo largo de 75 millas romanas (117,5 kil¨®metros) en medio de un paisaje muchas veces impactante, fue la inspiraci¨®n de George Martin para la Muralla de Hielo que separa los Siete Reinos de las tierras salvajes en la serie Juego de tronos y de uno de los grandes poemas de W. H. Auden, Roman wall blues: ¡°El d¨ªa en que sea un veterano tuerto / No har¨¦ otra cosa que mirar al cielo¡±. En la realidad (si es que Juego de tronos no es real) ha cobrado una nueva transcendencia con el refer¨¦ndum de independencia de Escocia, previsto para el 18 de septiembre, pero tambi¨¦n por el debate a la idea de un Occidente cada vez m¨¢s acorazado frente a los que llegan de fuera. Es a la vez un monumento ¨²nico, patrimonio de la humanidad de la Unesco, y un recordatorio del papel de la historia en el presente.
¡°El muro sigue ocupando un lugar muy importante, en nuestra imaginaci¨®n, en el arte, en la historia, pero tambi¨¦n en la pol¨ªtica¡±, explica la periodista de The Guardian Charlotte Higgins, autora del evocador ensayo Under another sky. Travels in Roman Britain (Bajo otro cielo. Viajes por el Reino Unido romano; Jonathan Cape, 2013). ¡°Siempre ha sido una met¨¢fora muy poderosa para la identidad nacional, para los ingleses y para los escoceses¡±, afirma John Scott, uno de los responsables del organismo oficial que se ocupa de esta construcci¨®n, Hadrian¡¯s Wall World Heritage Site. El parlamentario conservador por Cumbria ¨Cla regi¨®n fronteriza con Escocia del norte de Inglaterra¨C Rory Stewart ¨Cun pol¨ªtico m¨¢s bien peculiar, que recorri¨® caminando una parte importante de Afganist¨¢n tras la ca¨ªda de los talibanes y que fue gobernador de una provincia de Irak tras la invasi¨®n de 2003¨C ha convocado una manifestaci¨®n, el 19 de julio, en el muro para reivindicar la uni¨®n entre Inglaterra y Escocia. ¡°Espero que 100.000 personas se acerquen ante este viejo s¨ªmbolo: ingleses, galeses, irlandeses, juntando sus manos, uniendo sus brazos a trav¨¦s de la frontera¡±, dijo Stewart en febrero ante la C¨¢mara de los Comunes.
Lo curioso es que el s¨ªmbolo es mucho m¨¢s poderoso que la realidad porque, como destaca el arque¨®logo Tony Wilmott, "todo el muro transcurre en Inglaterra, no es la frontera en ning¨²n momento". "Este ruido pol¨ªtico es irrelevante", agrega este investigador que ha pasado toda su carrera trabajando en ¨¦l. El profesor Ian Haynes, experto en fronteras romanas de la Universidad de Newcastle, agrega: "Los escoces entonces estaban todav¨ªa en Irlanda. No llegaron a Escocia hasta el siglo IV. Se utiliza el muro para hablar de identidades nacionales que entonces ni exist¨ªan". Wilmott y Haynes trabajan juntos estos d¨ªas en la excavaci¨®n de un templo romano en la costa oeste de Inglaterra, en Alauna (Maryport), no lejos de donde acaba la construcci¨®n. Los dos destacan una idea que comparten todos los investigadores que han estudiado la herencia romana en torno al muro: su multiculturalidad. Sin ir m¨¢s lejos, en su yacimiento estaba destacada la I Cohorte Hispanorum, movilizada desde Hispania para la conquista de Britania.
En un recorrido a lo largo de esta muralla, John Scott resume su complejidad en el lugar m¨¢s imprevisto y, en principio, menos atractivo de toda la visita: los alrededores de Newcastle. En medio de un paisaje urbano cl¨¢sico de cualquier gran ciudad brit¨¢nica, con sus carnicer¨ªas halal, supermercados rumanos o paquistan¨ªes, un templo hind¨² y una escuela p¨²blica en apenas unas manzanas, de repente emerge un trozo de esta barrera. Para este investigador es el s¨ªmbolo m¨¢ximo de lo que fue: un espacio que reuni¨® a personas de todo el Imperio, arqueros de Hama, caballer¨ªa de Batavia, gentes que ven¨ªan de lo que hoy es Alemania, Argelia, B¨¦lgica, Bulgaria, Espa?a, Rumania, Holanda, Marruecos, Siria, la antigua Yugoslavia... "Este es el mejor lugar para imaginar c¨®mo era hace 2.000 a?os: aqu¨ª pod¨ªan escucharse decenas de lenguas y olerse decenas de comidas diferentes, justo como ahora", explica Scott.
Esta muralla fue un espacio que reuni¨® a personas de todo el Imperio, gentes que ven¨ªan de lo que hoy es Alemania, Argelia, B¨¦lgica, Espa?a, Siria¡
El novelista y periodista de origen sirio Robin Yassin-Kassab, que reside cerca del muro, escribi¨® un art¨ªculo en la revista The National en el que contaba la historia de la tumba de Regina, una esclava liberada que se cas¨® con un mercader llamado Barathes que proven¨ªa de la ciudad siria de Hama. Lleg¨® a Britania junto a un destacamento de 500 arqueros. La inscripci¨®n, escrita en lat¨ªn y en arameo, reza: "Regina, la liberta de Barathes". "Era un romance multicultural que preced¨ªa en 1.800 a?os al de mis padres", escribe Yassin-Kassab. "El multiculturalismo brit¨¢nico no es tan reciente como algunos mantienen. En Newcastle y South Shields, las mezquitas coexisten con las iglesias, el ingl¨¦s con el bengal¨ª y el urd¨², al igual que el celta compart¨ªa el mismo espacio que el lat¨ªn, el alem¨¢n o el arameo". Sin embargo, esa imagen de cruce de culturas, incompatible en teor¨ªa con la propia idea de barrera, no es la que ha dejado esta construcci¨®n romana detr¨¢s. "Es utilizado constantemente por nacionalistas escoceses e ingleses, muchas veces para reflejar los problemas que provocar¨ªa la ruptura", explica Richard Hingley, profesor de Arqueolog¨ªa en la Universidad de Durham y experto en la huella romana en el norte de Inglaterra. "Esto se remonta a una vieja tradici¨®n hist¨®rica de reconstruir el muro en t¨¦rminos conceptuales cuando las relaciones entre Sur y Norte no son buenas".
Tras cuatrocientos a?os de investigaci¨®n arqueol¨®gica, despu¨¦s de un largo periodo en el que las piedras romanas fueron utilizadas a lo largo de los siglos para construir castillos, iglesias o granjas, existe una pregunta fundamental sobre ¨¦l que todav¨ªa no tiene una respuesta ¨²nica: ?por qu¨¦ se construy¨®? ?Para que serv¨ªa esa inmensa muralla? Charlotte Higgins lo compara con la puerta en mitad de la nada que pint¨® Magritte: es una frontera claramente artificial, que no se apoya en las barreras f¨ªsicas que marcaban otras limes del imperio, como el Rin en el caso de Germania o el S¨¢hara en el norte de ?frica. El investigador Anthony Everitt explica en su biograf¨ªa del emperador, Hadrian and the triumph of Rome (Random House, 2009), que Adriano tom¨® dos decisiones cruciales para el futuro del Imperio: en el terreno cultural se volc¨® en su herencia helen¨ªstica, y en lo pol¨ªtico estableci¨® por primera vez sus fronteras. Frente al concepto de que Roma pod¨ªa seguir avanzando eternamente, recuper¨® la vieja idea de Augusto, el primer emperador, de que hab¨ªa que mantener las conquistas, no ampliarlas hasta el infinito, porque entonces el Imperio ser¨ªa imposible de gestionar.
Esa inmensa construcci¨®n en medio de la nada forma parte de aquellos nuevos l¨ªmites que estableci¨® este hombre, culto y viajero, que fue proclamado emperador a los 41 a?os, tras la muerte de Trajano. La tarea que se impuso Adriano era impresionante porque las fronteras romanas est¨¢n presentes en la actualidad en 16 pa¨ªses desde el norte y el este de Europa hasta Oriente Pr¨®ximo y el Magreb, desde el S¨¢hara hasta Alemania. Como ocurre en el cuento Los siete mensajeros, de Dino Buzzati ¨Cel escritor europeo que mejor ha evocado lo que significan las fronteras¨C, Adriano se dio cuenta de que llegar¨ªa un momento en que el Imperio iba a ser tan grande que no tendr¨ªa sentido gobernarlo.
El Muro de Adriano fue construido, a partir del a?o 112, por tres legiones (la II Augusta, la VI Victrix y la XX Valeria Victrix, unos 7.000 hombres en total) y era una estructura mucho m¨¢s imponente que una simple muralla. El trabajo principal se termin¨® en solo seis a?os, aunque hasta el 136 o el 137 no estuvo totalmente completado (a diferencia de la Gran Muralla china, que tard¨® siglos en ser acabada). A cada milla romana se erigi¨® un peque?o fuerte, en total hay 79, y entre cada fuerte hab¨ªa dos torres de vigilancia (158 en total), que serv¨ªan sobre todo como forma de comunicaci¨®n. Un foso discurr¨ªa por delante, pero, curiosamente, otro foso m¨¢s profundo defend¨ªa el muro por detr¨¢s. La altura estaba en torno a los cuatro metros, aunque en algunos casos aprovechaba el relieve. En el norte, el territorio de los b¨¢rbaros, hab¨ªa 76 puntos de acceso. En el sur, el territorio en teor¨ªa controlado por Roma, hab¨ªa 15 puertas que permit¨ªan cruzar el foso. En medio, un espacio militar que John Scott, del Hadrian Wall Trust, compara con la Zona Verde de Bagdad durante la ocupaci¨®n: en vez de McDonald's, disfrutaban de termas y otras comodidades porque era una recreaci¨®n de Roma a peque?a escala. Actualmente se conservan grandes partes del muro y los dos fosos, que han marcado el paisaje para siempre.
Fue construido para mostrarse imponente, pero no para mantener a los b¨¢rbaros fuera. Era sobre todo un s¨ªmbolo del poder romano¡±
"Fue construido para mostrarse imponente, pero no para mantener a los b¨¢rbaros fuera. De hecho solo una parte estaba construida de piedra. Hab¨ªa muchos tramos hechos con turba", explica la latinista Mary Beard, directora del departamento de estudios cl¨¢sicos de la Universidad de Cambridge y una de las m¨¢s conocidas divulgadoras del mundo romano ¨CLa herencia viva de los cl¨¢sicos (Cr¨ªtica, 2013) es su ¨²ltimo libro publicado en Espa?a¨C. "Creo que era sobre todo un s¨ªmbolo del poder romano, no creo que sea el tipo de barrera que vemos en el mundo moderno", prosigue. Philip Parker, autor de una exhaustiva y apasionante mezcla de ensayo y libro de viajes sobre las fronteras de Roma, The Empire stops here (El Imperio termina aqu¨ª; Pimlico, 2010), se pronuncia en el mismo sentido: "Nunca fue una barrera que pudiese ser defendida ante un ataque concreto: no era lo suficientemente ancho y muchas guarniciones estaban bastante lejos del muro. Seguramente, fue una barrera comercial, una forma de controlar el acceso y de marcar el ¨¢rea bajo el control de Roma".
"El muro fue una barrera comercial en la que aquellos que quer¨ªan viajar al norte o al sur deb¨ªan pagar impuestos y peajes", explica por su parte Alistair Moffat, autor de The Wall. Rome's greatest frontier (Birlinn, 2009). "Fue construido para marcar el l¨ªmite de las conquistas y nos dice que Roma se estaba convirtiendo en un Estado maduro, consciente de hasta d¨®nde pod¨ªa abarcar".
El medio era el mensaje: construir en pocos a?os una estructura tan imponente sin importar los obst¨¢culos que se presentasen por el camino era un claro mensaje para los pueblos que viv¨ªan all¨ª. "Adriano utiliz¨® el lenguaje visual de la arquitectura para enviar un mensaje pol¨ªtico", escribe Everitt. Su utilidad militar es dudosa porque, entre otras cosas, los romanos no esperaban en una muralla a ser atacados, sino que sal¨ªan a campo abierto para enfrentarse a sus enemigos. Lo que explicar¨ªa tambi¨¦n que hubiese tantas puertas hacia el norte y tan pocas para entrar desde el sur: lo importante era poder desplegar las legiones fuera r¨¢pidamente. Pero todos estos hechos arqueol¨®gicos son mucho menos poderosos que la propia imagen de un muro cortando el paisaje, que la idea de una barrera que deja fuera a unos pueblos e incluye en sus l¨ªmites a otros.
La galer¨ªa dedicada al muro en el Museo Tullie House de Carlisle, una tranquila ciudad situada en el extremo occidental de la barrera que durante muchos a?os padeci¨® los enfrentamientos entre ingleses y escoceses ya que est¨¢ situada a pocos kil¨®metros de la frontera, muestra una pared que recrea todas las vallas del mundo contempor¨¢neo, desde Belfast hasta la frontera entre M¨¦xico y Estados Unidos o Melilla. Para el profesor Hingley, de la Universidad de Durham, es una reflexi¨®n muy pertinente: "Se invita a los visitantes a pensar sobre el Muro de Adriano en el contexto de las fronteras del mundo contempor¨¢neo, a reflexionar sobre el concepto de Europa como fortaleza". Precisamente con este t¨ªtulo escribi¨® el periodista Matthew Carr un libro de reportajes, Fortress Europe (Hurst & Company, 2012), sobre las fronteras actuales de la UE, en el que habla de la vieja muralla del norte de Inglaterra como precedente, real o imaginario. "A menudo las fronteras modernas tienen una funci¨®n de identidad y seguridad similar a la de las limes romanas. Algunos radicales en Europa ven las fronteras como una barrera frente a los b¨¢rbaros; por supuesto no es la opini¨®n de la UE, pero s¨ª de algunos, como el contralmirante brit¨¢nico Chris Parry, que en 2006 describi¨® a los inmigrantes contempor¨¢neos como los 'nuevos godos", explica este periodista e investigador.
El Muro de Adriano nos dice que la ocupaci¨®n militar nunca es una soluci¨®n, que no se puede imponer una ideolog¨ªa solo con la fuerza¡±
Con sus fosos, sus torres de vigilancia, sus fortines, incluso con una carretera que recorr¨ªa el muro para permitir el aprovisionamiento r¨¢pido de las tropas ¨Ccomo ocurre, por ejemplo, con muchas barreras israel¨ªes en Cisjordania¨C, a veces uno tiene la sensaci¨®n de que solo faltan las alarmas, las c¨¢maras de seguridad y las concertinas. Pero es una visi¨®n contempor¨¢nea porque, una vez que se pagaba, el muro pod¨ªa cruzarse sin problemas. Cada a?o recibe un total de un mill¨®n de visitantes, 11.000 de los cuales lo recorren andando de costa a costa en una ruta inaugurada en 2003 y perfectamente se?alizada, que se ha convertido en una especie de peregrinaci¨®n a la historia. A veces discurre a trav¨¦s de una pl¨¢cida campi?a inglesa, salpicada de ovejas; otras, por encima de desfiladeros; algunas, a trav¨¦s de un p¨¢ramo como el de Cumbres borrascosas. El muro est¨¢ ah¨ª para recordar que todo este paisaje fue una tierra de frontera.
Detr¨¢s del muro, los romanos construyeron un complejo sistema de fuertes y campamentos, aut¨¦nticas ciudades en la retaguardia. El m¨¢s conocido de ellos es Vindolanda, situado en su tramo central. All¨ª, en 1973, se realiz¨® uno de los descubrimientos m¨¢s extraordinarios de la historiograf¨ªa romana: las tabletas de Vindolanda. Gracias a un suelo de barro que los romanos sellaron con piedras despu¨¦s de utilizarlo como vertedero, numerosos objetos se han conservado perfectamente en un ecosistema que ha permanecido sin ox¨ªgeno a lo largo de 20 siglos. Durante las excavaciones fueron apareciendo sandalias, cuero, peines, telas, comida... pero tambi¨¦n unas peque?as tablas de madera, aparentemente anodinas, que sin embargo conten¨ªan un hallazgo incre¨ªble: mensajes que describ¨ªan la vida cotidiana en el fuerte en los a?os anteriores a la construcci¨®n del muro. Est¨¢n llenas de personajes reales ¨Cel decuri¨®n Mascutus, el fabricante de cerveza Atrectus, el maestro Optatus, el m¨¦dico Marcus, el centuri¨®n Alio, la esclava Pacata, el fabricante de escudos Lucius¨C que se transmiten recados tan anodinos como, 2.000 a?os despu¨¦s, apasionantes. Piden un permiso para ir a una ciudad o se quejan del fr¨ªo, y en un documento extraordinario, una invitaci¨®n de cumplea?os de Sulpicia Lepidina a su amiga Claudia Severaen, la m¨¢s antigua muestra de escritura de mujer en lat¨ªn que se conserva. Hasta 2010 hab¨ªan sido traducidas 752 tabletas.
"Son ventanas en el alma de la gente porque se trata de mensajes muy personales. Nos permiten una enorme empat¨ªa con el pasado", explica, ante el mismo barro negro del que salieron, el arque¨®logo Andrew Birley, director de excavaciones de Vindolanda. Su padre, Robin, fue el descubridor de las tabletas. Confiesa que lleva en ese fuerte casi desde que era un ni?o. "He pasado m¨¢s tiempo aqu¨ª que cualquier soldado romano", afirma entre risas. Los visitantes recorren los restos del fuerte, se paran a preguntar ante las excavaciones camino del extraordinario museo. A lo lejos, hacia el norte, el muro recorre sinuoso su tramo m¨¢s espectacular. Birley asegura que quedan muchos a?os de trabajo, que el barro alberga todav¨ªa muchos descubrimientos y muchos enigmas. Sin embargo, visto desde el presente, cree que el muro junto al que ha pasado toda su vida ofrece un mensaje claro: "Representa una lecci¨®n para el mundo, es un monumento espectacular, pero a la vez la historia de un fracaso. El Muro de Adriano nos dice que la ocupaci¨®n militar nunca es una soluci¨®n, que no se puede imponer una ideolog¨ªa solo con la fuerza". En la frase m¨¢s famosa de Memorias de Adriano, el anciano emperador afirma: "He llegado a la edad en que la vida para todo hombre es una derrota aceptada". Las ruinas del muro, en medio del arisco paisaje del norte de Inglaterra, son quiz¨¢ la cr¨®nica de esa derrota, pero tambi¨¦n de la fuerza de una idea que todav¨ªa marca nuestro mundo: hasta aqu¨ª llegamos nosotros, a partir de aqu¨ª empiezan ellos.
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