?Cu¨¢nto vale un mech¨®n de Elvis?
El mundo de la m¨²sica es una de las minas de oro de los subastadores
Hasta hace poco y seg¨²n todas las encuestas, Like a rolling stone solo era la mejor canci¨®n de la historia. Ahora es tambi¨¦n la m¨¢s cara, despu¨¦s de que el manuscrito que escribi¨® Bob Dylan en 1965 haya sido subastado por dos millones de d¨®lares, sobrepasando en 800.000 el r¨¦cord establecido en 2010 por los Beatles con el original de A day in the life, escrito por John Lennon para cerrar el ¨¢lbum Sgt. Pepper¡¯s Lonely Hearts Club Band. No es la primera vez que Dylan protagoniza una puja de muchos ceros a la derecha: otros originales suyos, como el de A hard rain¡¯s a-gonna fall, fueron adquiridos por verdaderas fortunas, y la guitarra el¨¦ctrica Fender Stratocaster que us¨® en el festival de Newport aquel mismo a?o de 1965, y para saltar del folk al rocanrol, fue rematada en 965.000 d¨®lares.
El mundo de la m¨²sica es una de las minas de oro de los subastadores, que han ganado cantidades fabulosas con los instrumentos que pasaron por las manos de Jimi Hendrix o George Harrison, pero tambi¨¦n con otros productos m¨¢s raros: un mech¨®n de pelo de Elvis Presley se vendi¨® en 2002 por 115.000 d¨®lares, y otro del propio Lennon, por 48.000; aunque ambos cuentan con episodios mucho m¨¢s siniestros en su historial: del primero lleg¨® a ponerse en el mercado la cripta del cementerio de Forest Hills donde estuvo enterrado hasta su traslado a Graceland; del segundo se han liquidado desde sus c¨¦lebres gafas de cristales naranja hasta el disco que le firm¨® en la puerta de su casa de Nueva York a su asesino, Mark David Chapman, un par de horas antes de que lo matase a balazos.
?Qu¨¦ sentir¨¢n los propietarios de esos objetos? ?Ser¨¢ parecido a tener un goya o un van gogh en la pared de tu casa? ?Qu¨¦ har¨¢n con el bomb¨ªn y el bast¨®n que llevaba Charles Chaplin en Luces de la ciudad; con la cazadora roja y negra que us¨® Michael Jackson en el v¨ªdeo de Thriller y que tiene la firma del cantante en una de sus mangas, o con el vestido que se puso Marilyn Monroe para cantarle el cumplea?os feliz m¨¢s famoso de la historia a John Fitzgerald Kennedy, los coleccionistas que desembolsaron por ellos, respectivamente, 63.000, 1.800.000 y 1.300.000 d¨®lares? Aunque la actriz y el pol¨ªtico son un caso aparte: de ella se han llegado a vender sus pendientes favoritos, su historial m¨¦dico, los comprobantes de una operaci¨®n est¨¦tica a la que se someti¨® y seis radiograf¨ªas; del presidente de Estados Unidos, el coche en el que fue tiroteado, la ambulancia que traslad¨® su cuerpo, el rev¨®lver que utiliz¨® el empresario Jack Ruby para matar a su asesino, Lee Harvey Oswald, y el marco de la ventana del Texas School Book Depository de Dallas desde el que dispar¨® el magnicida, por el cual el hombre que hab¨ªa comprado el edificio obtuvo en 2007 tres millones de d¨®lares.
Un mundo extra?o, el de las subastas, que demuestra dos cosas entre otras muchas: que la admiraci¨®n puede llegar a convertirse en una forma de enfermedad y que el dinero sigue estando muy mal repartido, porque lo que a unos les falta para poder sobrevivir, a otros les sobra para gastarlo en reliquias. Por no hablar de lo que estar¨¢ pensando Bob Dylan, sin ir m¨¢s lejos, de la persona a la que le regal¨® el manuscrito de su Like a rolling stone que ahora lo ha cubierto de oro, a ¨¦l o a alguno de sus herederos.
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