No es igual tener que declarar
La subida de impuestos de 2012 no ha procurado mayor recaudaci¨®n a las arcas p¨²blicas
Modificar impuestos es tarea delicada. Cuando se decide una subida o una rebaja fiscal, la primera obligaci¨®n es calcular bien los efectos secundarios. Supongamos el caso del PP, es decir, el de un Gobierno que acaba de ganar las elecciones de 2011 y se encuentra con que necesita subir los impuestos porque, seg¨²n declaraci¨®n propia, el d¨¦ficit p¨²blico era muy superior al reconocido por el Gobierno anterior (socialista). El men¨² b¨¢sico de opciones disponibles era subir el IVA o el IRPF; de ambas, la segunda era con mucho la peor, porque equival¨ªa a reducir la capacidad de gasto.
Pero el PP ven¨ªa de una campa?a en contra de la subida del IVA (populismo genuino) y rechaz¨® la soluci¨®n m¨¢s sencilla y eficaz. As¨ª que se escud¨® en el socorrido argumento de ¡°subir m¨¢s a los que m¨¢s tienen¡± ¡ªsin caer en la cuenta que gravar los tramos m¨¢s altos de renta no obliga a pagar m¨¢s a los que m¨¢s ingresan sino a los que m¨¢s declaran, que son cosas bien distintas¡ª y elev¨® el marginal m¨¢ximo del 45% al 52% y la tributaci¨®n de los rendimientos del ahorro del 21% al 27%.
Ahora se aprecian las consecuencias de aquella decisi¨®n. Seg¨²n la Agencia Tributaria, el n¨²mero de declaraciones con bases imponibles superiores a 60.000 euros anuales cay¨® el 10,5% respecto a las registradas en 2011. Puesto que el n¨²mero global de declaraciones baj¨® s¨®lo el 0,5% ese a?o, parece l¨ªcito suponer que las rentas m¨¢s altas respondieron a la subida ocultando los ingresos. En el ejercicio fiscal de 2012 la cuota resultante de todas las declaraciones subi¨® el 1% y alcanz¨® los 67.000 millones; la cuota de las superiores a 60.000 euros baj¨® el 1,3% y se situ¨® en 21.700 millones. ?Merec¨ªa la pena gastar la p¨®lvora en las salvas de proclamar ¡°una carga mayor para las rentas m¨¢s altas¡± a cambio de tan magros resultados?
Reglas sencillas como ¨¦sta son un t¨®pico fiscal. Como se siguen olvidando a pesar de su sencillez, es l¨®gico suponer que los Gobiernos act¨²an para salvar su imagen con soluciones discutibles (incluso da?inas) antes que para resolver los problemas reales de las finanzas p¨²blicas.
En fin, tardaremos otros dos a?os en comprobar cu¨¢les son los efectos de la reciente y desordenada rebaja fiscal.
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