La aportaci¨®n espa?ola a M¨¦xico
Soy lector y suscriptor de este diario desde que, hace ahora muchos a?os, se empez¨® a publicar en M¨¦xico, pa¨ªs en el que durante 23 a?os fui director de Editorial Gustavo Gili.
Este a?o se cumplen 75 cuando L¨¢zaro C¨¢rdenas, presidente de M¨¦xico, acogi¨® generosamente a miles de espa?oles refugiados de la Guerra Civil que cargaban sobre sus hombros tragedia, frustraci¨®n y miedo pero, tambi¨¦n, un halo de esperanza y la promesa de un futuro posible aunque incierto al otro lado del Atl¨¢ntico. Embarcaciones como el Ipanema, Sinaia o Mexique ¡ªen el que viajaron con un ni?o de dos a?os entre sus brazos los padres de Isabel, mi esposa¡ª atracaron tambi¨¦n en la Tierra Prometida del michoacano Tata L¨¢zaro. De las decenas de miles de desdichados espa?oles que formaron la di¨¢spora del destierro, 25.000 se beneficiaron de su hospitalidad. Pocos llevaban acreditaciones que demostraran sus t¨ªtulos acad¨¦micos, pero M¨¦xico les reconoci¨® a todos y cada uno su identidad y categor¨ªa profesional. Entre ellos se encontraba gran parte de la flor y nata, la inteligencia y lo m¨¢s ilustrado de una generaci¨®n de espa?oles como el entra?able Ram¨®n Xirau al que mi mujer recuerda a¨²n con infinito cari?o y agradecimiento por las impagables ense?anzas que recibi¨® del maestro en la ¨¦poca en que este imparti¨® clases en el Liceo Franc¨¦s mexicano. Con el tiempo crearon colegios e instituciones de gran prestigio ¡ªtodav¨ªa hoy sobreviven¡ª y ocuparon puestos en las m¨¢s altas esferas pol¨ªticas, educativas y profesionales dando brillo y renombre a su nuevo pa¨ªs de acogida.
Sirva este humilde escrito como recuerdo y homenaje a aquellos hombres y mujeres. Y como coletilla a?adir que la desgracia de una familia, su tragedia inmensa, se convirti¨® por azar del destino en la m¨¢s dichosa de mis suertes.¡ª Emilio Castell¨® Barreneche. Barcelona.
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