Necesitamos una nueva revoluci¨®n para vencer al VIH
La coordinadora m¨¦dica de MSF en Malawi propone acercar el tratamiento a los pacientes
La semana pasada, el epicentro de la mayor pandemia de nuestro tiempo se traslad¨® a Melbourne (Australia). Los expertos se reunieron para encontrar maneras de cortar las muchas cabezas que tiene el monstruo del sida: c¨®mo evitar 1,6 millones de muertes cada a?o; c¨®mo asegurar que ning¨²n ni?o nace con el VIH; c¨®mo llevar el tratamiento antirretroviral (ARV) a los 16 millones que lo necesitan y a¨²n no pueden acceder a ¨¦l. En pocas palabras, c¨®mo aumentar los esfuerzos contra el VIH para que el notable progreso de los ¨²ltimos 20 a?os se traduzca alg¨²n d¨ªa no muy lejano en la erradicaci¨®n de la enfermedad.
Pero es m¨¢s f¨¢cil decirlo que hacerlo, porque el mayor esfuerzo en salud p¨²blica que la humanidad haya hecho jam¨¢s se lleva a cabo en pa¨ªses africanos cuyos d¨¦biles sistemas de salud no pueden hacer frente a la tarea. En Malawi, donde estoy actualmente, dos tercios de los puestos de trabajo en el sector sanitario est¨¢n vacantes por falta de m¨¦dicos, enfermeros y t¨¦cnicos de laboratorio. En Kinshasa, Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo (RDC), uno de cada diez pacientes VIH-positivos muere en los dos d¨ªas posteriores a su ingreso en la cl¨ªnica de MSF, porque llegan demasiado enfermos para beneficiarse del tratamiento ARV que hasta ese momento no han podido encontrar. Y lo m¨¢s triste de es que esto ocurre con una enfermedad que puede convertirse en cr¨®nica si se toman los ARV cada d¨ªa, ?y que es tan manejable que la leyenda del baloncesto Magic Johnson ha vivido con ella durante 24 a?os!
Cualquier persona con el VIH, gracias a los enormes progresos hechos en los ¨²ltimos a?os y a los tratamientos existentes, puede hacer una vida completamente normal. Y adem¨¢s, con un doble beneficio: una persona que comienza el tratamiento precoz del VIH tiene un 96% menos de probabilidades de transmitir el virus a otros. Si todo el mundo estuviera bajo tratamiento, estar¨ªamos cerca de poder acabar con esta pandemia.
En este momento, lo que necesitamos es una nueva revoluci¨®n en c¨®mo damos la asistencia m¨¦dica. De lo contrario, el extraordinario avance en el n¨²mero de personas que han iniciado el tratamiento con ARV se perder¨¢, y no lograremos nuestro objetivo de detener el sida.
Los modelos de atenci¨®n comunitaria son una de las herramientas m¨¢s prometedoras que tenemos, ya que responden a las realidades donde de pandemia golpea m¨¢s duro. Una persona cuyo tratamiento antirretroviral funciona bien no necesita ir a la consulta del m¨¦dico cada mes: s¨®lo necesita tomar una p¨ªldora al d¨ªa para seguir adelante con su vida. As¨ª que, ?por qu¨¦ no acercar el tratamiento al paciente, en lugar de obligarle a llegar hasta donde est¨¢n los medicamentos? ?Por qu¨¦ no dejar que los propios pacientes se organicen en grupos de ayuda y s¨®lo uno de ellos vaya a recoger los medicamentos para todos? Es una idea muy simple, pero lo cambia todo. Las experiencias de M¨¦dicos sin Fronteras (MSF) con diferentes tipos de modelos comunitarios de atenci¨®n han mostrado una reducci¨®n importante en la carga que supone la enfermedad para los pacientes, a la vez que permite a los trabajadores sanitarios iniciar a m¨¢s personas en ARV y dedicar su precioso tiempo s¨®lo para aquellos m¨¢s enfermos.
La mejor¨ªa en el paciente es espectacular. Antes, un tercio de las personas en ARV dejaba el tratamiento en alg¨²n momento durante los tres primeros a?os. Habitualmente, ten¨ªan que elegir entre su salud a largo plazo y su supervivencia econ¨®mica a corto plazo. Imagine que usted es una mujer embarazada VIH-positiva en Lesoto. Si su vecino no puede llevarla hasta la cl¨ªnica m¨¢s cercana en su poni, deber¨¢ caminar durante horas a trav¨¦s de monta?as cubiertas de nieve a recoger sus medicamentos para el siguiente mes. Si no va, su beb¨¦ puede nacer con el VIH. Imagine que usted es un minero en Mozambique. Si se toma un d¨ªa libre de trabajo cada mes para hacer cola durante horas antes de obtener sus medicamentos, las posibilidades de que le despidan aumentar¨¢n r¨¢pidamente. As¨ª que no ir¨¢, porque sus hijos tienen que comer todos los d¨ªas y eso es en realidad lo m¨¢s importante para usted.
Sin embargo, m¨¢s del 90% de los pacientes de MSF que pertenecen a diferentes modelos comunitarios de atenci¨®n en Mozambique, Sud¨¢frica e incluso en RDC, un pa¨ªs donde los resultados del tratamiento del VIH son especialmente preocupantes, a¨²n permanec¨ªan en los programas de atenci¨®n despu¨¦s de dos a cuatro a?os de que lo iniciaran. La raz¨®n era simple: el tratamiento estaba m¨¢s cerca de sus hogares.
Poner esto en pr¨¢ctica requiere una decisi¨®n valiente, una revoluci¨®n en la forma en la que se organiza la atenci¨®n en muchos pa¨ªses africanos. La primera revoluci¨®n en la atenci¨®n del VIH fue la reducci¨®n de precios de los medicamentos, haciendo que los ARV fueran accesibles para los pa¨ªses pobres. Llegaron a costar m¨¢s de 10.000 d¨®lares por paciente y a?o, y hoy no llegan a 100 gracias principalmente a la introducci¨®n de gen¨¦ricos. La segunda revoluci¨®n simplific¨® el tratamiento en s¨ª a una sola pastilla al d¨ªa con efectos secundarios m¨ªnimos. Mis pacientes necesitan ahora una tercera revoluci¨®n, una revoluci¨®n en la forma en la que se organiza la administra el tratamiento. Porque para que los pacientes se mantengan sanos y tengan un riesgo muy limitado de infectar a otros es necesario que sigan a rajatabla el tratamiento. Necesitamos una revoluci¨®n que no desaliente los pacientes; que finalmente les permita seguir viviendo de manera positiva a pesar del VIH.
Dra. Daniela Bel¨¦n Garone es coordinadora m¨¦dica de MSF en Malawi.
MSF lanz¨® su primer programa de ARV en 1999 y actualmente trata a 210.000 pacientes en 23 pa¨ªses en todo el mundo.
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