?La siesta engorda?
Desmontamos ¨¦ste y otros mitos de una pr¨¢ctica que cautiv¨® por igual a Winston Churchill que a los maestros del yoga
En verano, nos ayuda a regular la temperatura corporal frente al calor exterior, pero, si se duerme de forma adecuada, ofrece otros beneficios en ni?os (mejora su capacidad de aprendizaje) y mayores (previene infartos). Estas son las claves de la siesta perfecta.
- No tome caf¨¦ despu¨¦s. Aunque es habitual tomarse uno para estimularnos tras la siesta, el doctor Diego Garc¨ªa-Borreguero, director del Instituto del Sue?o de Madrid, no lo considera necesario. ¡°La cafe¨ªna bloquea la adenosina, neurotransmisor inhibidor del sistema nervioso central, y estimula el cerebro, manteni¨¦ndonos m¨¢s despiertos. Si dormimos unos minutos por la tarde, se convierte en una sustancia innecesaria¡±, asegura.
- No coma con exceso antes. Tras una comida copiosa y bien regada, es habitual que el cuerpo nos pida echar una cabezada. ¡°El alcohol inicialmente induce al sue?o, pero cuando los niveles en sangre empiezan a reducirse, se produce una reacci¨®n del sistema nervioso simp¨¢tico que produce microdespertares, desvel¨¢ndonos por completo o haci¨¦ndonos entrar en una fase de duermevela que no proporciona un sue?o reparador. Un atrac¨®n tambi¨¦n puede facilitar la somnolencia, aunque en menor medida. Eso s¨ª, una digesti¨®n pesada har¨¢ que el tiempo que estemos durmiendo sea de peor calidad. Y tumbarnos dificultar¨¢ la digesti¨®n¡±, prosigue el doctor.
- La siesta no engorda. ¡°Durante el sue?o, liberamos un tipo de hormona llamada leptina, cuya funci¨®n es transmitir sensaci¨®n de saciedad. La siesta es demasiado corta para interferir en procesos metab¨®licos, por lo que, a pesar de las leyendas, ni engorda ni adelgaza¡±, explica el doctor Garc¨ªa-Borreguero.
- Siempre a oscuras. El doctor estadounidense James Maas explica en su libro Sleep for Success! que una de las claves para disfrutar de una siesta perfecta es dormirla a oscuras. ¡°Hay que bloquear la luz, incluso con un antifaz¡±, apunta.
- Tan solo unos minutos. ¡°La siesta debe ser breve, entre 20 y 30 minutos como m¨¢ximo, aunque diez minutos tambi¨¦n van a tener efectos beneficiosos sobre el rendimiento¡±. El doctor Garc¨ªa-Borreguero advierte sobre los riesgos de dormir m¨¢s tiempo. "Es importante no entrar en el sue?o profundo, del que nos costar¨ªa m¨¢s despertar. Pone en marcha mecanismos cerebrales que har¨¢n que tardemos tiempo en volver a ponernos en funcionamiento. Tendremos sensaci¨®n de cansancio y adem¨¢s nos cobrar¨¢ un peaje respecto a la capacidad de dormir luego por la noche".
- Abra la ventana. El fisioterapeuta Joan Gallart, del Centre M¨¦zi¨¨res Mir¨® de Vilanova i la Geltr¨² (Barcelona), aconseja que, para favorecer la oxigenaci¨®n durante la siesta, es mejor descansar con alguna ventana abierta o, mejor a¨²n, al aire libre. En verano, por supuesto, a la sombra.
- Mejor sentado o reclinado. ?Siesta en el sill¨®n o tumbados en la cama? Responde el doctor Garc¨ªa-Borreguero: ¡°Una siesta sentado o reclinado favorece que no sea demasiado larga. Durante el sue?o se produce una relajaci¨®n del tono muscular que llega a ser casi completa cuando entramos en fase REM. Esta aton¨ªa hace que, si estamos sentados, nos vayamos a despertar; sin embargo, si estamos tumbados eso no ocurre y, por tanto, no le ponemos l¨ªmite¡±.
- Consulte su reloj. "Nuestro mecanismo circadiano act¨²a como un reloj que hace que a ciertas horas del d¨ªa tengamos m¨¢s propensi¨®n al sue?o que a otras: los ciclos son entre las cuatro y las cinco de la tarde, entre las diez y once de la noche y entre las cinco y seis de la ma?ana. Entre las siete de la tarde y las nueve de la noche, sin embargo, la propensi¨®n al sue?o es muy baja", explica el director del Instituto del Sue?o de Madrid. La palabra siesta proviene de la hora sexta romana, referida a la sexta hora solar, que corresponder¨ªa con las dos de la tarde. Se cree que fue San Benito Abad quien la bautiz¨® as¨ª y por eso es el patr¨®n de la siesta.
?Qui¨¦n se est¨¢ echando la siesta?
Que los espa?oles somos el pa¨ªs m¨¢s aficionado a la siesta es un t¨®pico que la revista Neurology desminti¨® en un estudio publicado el pasado mes de febrero. Alemanes, italianos e incluso brit¨¢nicos nos llevan ventaja. El 22 % de los germanos, el 16 % de los italianos y el 15 % de los brit¨¢nicos afirman que se echan un sue?ecito al menos tres tardes por semana. Los espa?oles, con un 8 %, ocupamos la cuarta posici¨®n.
¡°El cerebro autorregula la temperatura corporal. Si hace fr¨ªo genera calor y, si las temperaturas son altas, lo libera. La funci¨®n de la siesta en la Espa?a mediterr¨¢nea y rural, desde el punto de vista hist¨®rico, era cortar en las horas centrales del d¨ªa y durante ese descanso regular la temperatura corporal¡±, explica el doctor Garc¨ªa-Borreguero. Parad¨®jicamente, ahora es en vacaciones cuando m¨¢s dormimos la siesta, compensando con el sue?o los calores playeros.
Mirando al pasado, tenemos a Winston Churchill, que durante la II Guerra Mundial no perdon¨® ni un d¨ªa su cita con la siesta. Seg¨²n cuenta en sus memorias: ¡°La naturaleza no hab¨ªa tenido la intenci¨®n de que la humanidad trabajara desde las ocho de la ma?ana hasta la medianoche sin el refresco del bienaventurado sue?o que, incluso si solo tiene una duraci¨®n de 20 minutos, es suficiente para renovar las fuerzas vivas¡±.
Tambi¨¦n agrada esta pr¨¢ctica a los habitantes de China, donde, por cierto, el derecho a la siesta est¨¢ recogido por su Constituci¨®n. Muchos oficinistas la duermen apoyando la cabeza sobre sus brazos encima de su escritorio. O a los maestros del yoga, que dicen experimentar un sue?o l¨²cido (yogic sleep) que supone el estado de m¨¢xima relajaci¨®n al que el hombre puede aspirar sin perder la consciencia.
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