La guerra que s¨ª podemos parar
Europa puede castigar a Rusia y apoyar a Ucrania para que logre el acuerdo interno m¨¢s generoso posible. Si dejamos que se prolonguen las batallas locales, acabaremos derribados mientras volamos en el MH17
Hay guerra en Europa. No, no estoy utilizando el presente hist¨®rico para hablar de agosto de 1914. Estoy refiri¨¦ndome a agosto de 2014. Lo que sucede en el este de Ucrania es una guerra, una ¡°guerra ambigua¡±, como la denomina una comisi¨®n del Parlamento brit¨¢nico, en lugar de un enfrentamiento abierto y declarado entre dos Estados soberanos, pero una guerra. Y hay otras guerras en los l¨ªmites de Europa: en Siria, Irak y Gaza.
No estoy diciendo que ¡°Europa est¨¢ en guerra¡±. Esa hip¨¦rbole se la dejo a Bernard Henri-L¨¦vy. Los pa¨ªses europeos, en su inmensa mayor¨ªa, no est¨¢n envueltos en un conflicto armado. Pero no nos hagamos ilusiones. Hemos vivido durante decenios arropados por la tranquilidad que nos daba pensar que ¡°Europa est¨¢ en paz desde 1945¡±, pero eso siempre ha sido una exageraci¨®n. En varias zonas del este europeo sigui¨® habiendo peque?os conflictos armados hasta los primeros a?os de la d¨¦cada de los cincuenta, y despu¨¦s llegaron las invasiones sovi¨¦ticas de Hungr¨ªa, en 1956, y Checoslovaquia, en 1968. En los a?os noventa, la antigua Yugoslavia acab¨® desgarrada por una serie de guerras, como bien acaba de recordarnos un informe del grupo de trabajo e investigaci¨®n especial de la UE, que acusa con bastante credibilidad a los jefes del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo de haber cometido ¡°cr¨ªmenes de guerra¡±.
Kosovo fue el primer lugar en el que vi cad¨¢veres que sobresal¨ªan de bolsas de pl¨¢stico improvisadas y sangre en la nieve. Con aquella sangre a¨²n fresca, habl¨¦ con un comandante del Ej¨¦rcito kosovar, Ramush Haradinaj, que me dijo una frase inolvidable: ¡°Yo no podr¨ªa ser la madre Teresa¡±. (M¨¢s tarde lleg¨® a ser primer ministro de Kosovo, hasta que present¨® su dimisi¨®n cuando le juzgaron por cr¨ªmenes de guerra en La Haya; fue absuelto en dos ocasiones). De all¨ª volv¨ª a Europa occidental para encontrarme con que se dedicaban a discutir qu¨¦ siglas eran las que hab¨ªan ¡°preservado la paz¡± en Europa. ?La UE, la OTAN, o tal vez la OCDE (por la interdependencia econ¨®mica), la OSCE (es decir, las estructuras de seguridad paneuropeas), o tal vez la ONU? Estaban debatiendo una premisa que era falsa entonces y lo es a¨²n m¨¢s hoy. Todav¨ªa hay guerra en Europa y en torno a sus fronteras.
Salvando las diferencias, las peque?as guerras sucias de 2014 tienen un importante elemento en com¨²n con la terrible Gran Guerra de 1914. En muchos casos incluyen una lucha por definir y controlar los territorios procedentes de la fragmentaci¨®n de los imperios multi¨¦tnicos que se enfrentaron hace 100 a?os y los Estados que les sucedieron. Por ejemplo, en la batalla por el este de Ucrania, el problema son las fronteras del imperio ruso. Algunos de los voluntarios rusos que dirigen el movimiento armado en el este de Ucrania se califican a s¨ª mismos de ¡°nacionalistas imperiales¡±. (Desde su punto de vista, no son separatistas, sino unionistas). Como dice Vlad¨ªmir Sorokin en un magn¨ªfico art¨ªculo escrito en tono sat¨ªrico, Rusia est¨¢ embarazada de Ucrania. ¡°El nombre de la ni?a¡±, escribe, ¡°ser¨¢ hermoso: Adi¨®s al imperio¡±.
La UE prueba su lento y blando poder econ¨®mico contra la fuerza dura y r¨¢pida del Kremlin
Durante las guerras de los Balcanes en la ¨²ltima d¨¦cada del siglo pasado, estaban en disputa las piezas de los puzles que hab¨ªan formado los Imperios Austroh¨²ngaro y Otomano, que luego volvieron a juntarse en otros rompecabezas nuevos y m¨¢s peque?os, como Bosnia, Kosovo y Macedonia. Gran parte de las fronteras que forman el mapa actual de Oriente Pr¨®ximo datan de los acuerdos posteriores a la I?Guerra Mundial, cuando las potencias coloniales de Occidente dividieron distintas partes del antiguo Imperio Otomano en nuevos protectorados: Irak, Siria, Palestina. La gran excepci¨®n, por supuesto, es el Estado de Israel, pero tambi¨¦n en este caso podemos remontarnos a la estela de horror de los imperios europeos, porque la Alemania nazi, con su intento de exterminar a los jud¨ªos, constituy¨® la ¨²ltima y macabra aventura del imperialismo racial y territorial germ¨¢nico.
?Qu¨¦ va a hacer Europa para hacer frente a las consecuencias de todo esto a largo plazo? Lo primero que debemos hacer es darnos cuenta, de una vez por todas, de que vivimos en un entorno peligroso. No podemos ser una gran Suiza, ni desde el punto de vista moral ni desde el punto de vista pr¨¢ctico: desde el punto de vista moral, porque precisamente los europeos, m¨¢s que nadie, tenemos la obligaci¨®n de no callarnos jam¨¢s cuando se cometen cr¨ªmenes de guerra; y desde el punto de vista pr¨¢ctico, porque no podemos aislarnos ante los efectos. Los que ahora son combatientes en Siria en el futuro ser¨¢n terroristas en Europa. Los despose¨ªdos de hoy ser¨¢n inmigrantes ilegales ma?ana. Si dejamos que se prolonguen estas guerras locales, acabaremos derribados mientras volamos de Holanda a Malasia en el vuelo MH17. Nadie est¨¢ a salvo.
En otros tiempos, la anexi¨®n de un territorio era una se?al de alarma irresistible; sin embargo, la mayor¨ªa de los europeos occidentales permanecieron impasibles cuando Putin puso en marcha su Anschluss e invadi¨® Crimea. Como se?alan Stephen Holmes e Ivan Krastev en Foreign Affairs, la tragedia del avi¨®n de Malaysian Airlines el 17 de julio marc¨® un antes y un despu¨¦s, entre otras cosas, porque los hombres de negocios se pasan la vida utilizando la aviaci¨®n comercial. Sin ese hecho trascendental, es poco probable que la canciller Angela Merkel hubiera podido convencer a la opini¨®n p¨²blica y los empresarios alemanes de que era necesario endurecer las sanciones contra la Rusia de Putin.
El cambio en la posici¨®n de Berl¨ªn respecto a 100 a?os atr¨¢s muestra que las cosas mejoran
?Pero de qu¨¦ sirve el lento y blando poder econ¨®mico de la UE contra la fuerza r¨¢pida y dura del Kremlin? ?O contra las que se despliegan en Oriente Pr¨®ximo? ?Qu¨¦ sentido tiene la mantequilla contra los ca?ones? La respuesta es: mucho m¨¢s de lo que podr¨ªa parecer. Europa, por s¨ª sola, no puede acabar con la guerra en Oriente Pr¨®ximo. Necesita coordinarse con Estados Unidos y contar con algo m¨¢s de colaboraci¨®n de Rusia ¡ªvaya por Dios¡ª para poder llevar la paz a Siria o Gaza. En cambio, s¨ª tiene poder suficiente para castigar a Rusia por emplear su artiller¨ªa y disparar proyectiles constantes desde su territorio contra el Ej¨¦rcito ucranio mientras este trata de reconquistar su pa¨ªs, y puede tratar de convencer y apoyar a las autoridades leg¨ªtimas de Ucrania para que logren el acuerdo interno m¨¢s generoso posible, tan pronto como recupere el control de su territorio soberano.
Ya las m¨ªnimas sanciones que ha aplicado Europa hasta el momento han empezado a hacer mella en el r¨¦gimen de Putin. Las sanciones reforzadas aprobadas esta semana tendr¨¢n, con el tiempo, m¨¢s repercusi¨®n. Las democracias liberales suelen reaccionar m¨¢s despacio que las dictaduras, y es inevitable que una comunidad voluntaria de 28 democracias sea m¨¢s lenta a¨²n. Las medidas econ¨®micas tardan m¨¢s tiempo en hacer efecto que las militares, pero al final pueden ser m¨¢s eficaces.
Hace 100 a?os tuvimos ¡°los ca?ones de agosto¡±, seg¨²n la sonora expresi¨®n de Barbara Tuchman. Este agosto, tenemos mantequilla. F¨ªjense en el papel tan distinto de Alemania entonces y ahora. Poco a poco, el Gobierno de Berl¨ªn est¨¢ haciendo lo que es debido. Est¨¢ haciendo sentir el extraordinario peso de su relaci¨®n econ¨®mica con Rusia, al tiempo que insiste, con raz¨®n, en que el coste recaiga tambi¨¦n sobre Francia, Reino Unido e Italia. A veces, las cosas cambian. Algunas incluso mejoran.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com, e investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: escritos pol¨ªticos para una d¨¦cada sin nombre.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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