Epidemia de ¨¦bola
El grave asunto de la repatriaci¨®n de unos enfermos espa?oles afectados por el virus de ¨¦bola (probablemente siete, y no dos) ilustra perfectamente la falta de previsi¨®n, profesionalidad y competencia de los servicios de sanidad de la Comunidad de Madrid. El hospital Carlos III, pr¨¢cticamente abandonado en sus unidades de tratamiento especializado desde hace meses por la aplicaci¨®n de unos criterios de eficacia que nadie entiende (¡°potenciaci¨®n¡±, se dice ahora), se ha visto forzado a recuperar una planta desierta y cubierta de polvo para dar cobijo a los infectados.
Es lamentable la ignorancia e incapacidad organizativa de nuestras autoridades. Por poner un ejemplo: uno de los seis m¨¦dicos que en el mundo son especialistas en el tratamiento del ¨¦bola es un espa?ol que se ocupaba de estos graves temas en el Carlos III... hasta que fue jubilado sin contemplaciones hace meses. Ahora se le ha ofrecido la posibilidad de regresar a su puesto. En caso contrario, se sugiere que nuestros enfermos sean enviados a Estados Unidos ¡°donde los hospitales est¨¢n mejor preparados para estas eventualidades¡±, olvidando que la planta sexta del Carlos III estaba dispuesta para ello hasta que fue clausurada.
Ese es el destino que los gerentes del hospital de La Paz y las autoridades sanitarias de la Comunidad de Madrid han querido dar al Carlos III: desmantelamiento de todas las unidades especializadas (?en un hospital universitario de primera l¨ªnea!) y su conversi¨®n en un anodino hospital de estancia media. ?Qu¨¦ han tenido que hacer ayer? Sacar en ambulancia a enfermos o mayores hacia La Paz y hacia sus casas para dejar desiertas las plantas y encomendarse a la profesionalidad de su plantilla para que pongan aceleradamente y no sin riesgo los medios necesarios para hacer frente a esta plaga hasta hoy incurable.¡ª Fernando Schwartz.
Me ha asombrado mucho la reacci¨®n de una parte de la poblaci¨®n espa?ola a ra¨ªz de la repatriaci¨®n del sacerdote enfermo de ¨¦bola. Me ha repugnado escuchar comentarios que dudan de si merece o no morir en su pa¨ªs. Me ha sorprendido la ignorancia de muchas personas, creyendo que la repatriaci¨®n supone un peligro para la sociedad, dando por hecho que no hay una serie de profesionales detr¨¢s de un protocolo de seguridad. Me ha apenado recordar tambi¨¦n la situaci¨®n precaria de la sanidad espa?ola, la que peor ha salido parada de los recortes que han asolado nuestro pa¨ªs.
Sin embargo, aqu¨ª no hablamos de dinero, ni de peligros, ni de recortes, sino de piedad hacia una persona que ha dado su vida por los dem¨¢s y solo quiere morir siendo bien atendido y huyendo de una situaci¨®n l¨ªmite. La piedad no es selectiva, no atiende a razones pol¨ªticas, econ¨®micas o sociales.
Conf¨ªo en que nunca perdamos lo poco que nos une como personas: la dignidad.¡ª Jaime Camacho Garc¨ªa. M¨¢laga.
Las decisiones sobre la atenci¨®n a los problemas de salud en Espa?a, y en todos los pa¨ªses, se ven limitadas por los recursos disponibles. La correcta gesti¨®n de los mismos obliga a priorizar aquellos servicios que se consideran esenciales.
En el caso de los afectados por la infecci¨®n por virus del ¨¦bola en Liberia recientemente trasladados a Espa?a se est¨¢ incurriendo en un coste muy elevado ¡ªlog¨ªstica del traslado, personal sanitario dedicado, material especial¡ª para dar un tratamiento de soporte elemental y, eventualmente, m¨¢s complejo (hemodi¨¢lisis, respirador) que podr¨ªa haber sido proporcionado sobre el terreno en Liberia si, en lugar de trasladar a los pacientes a Espa?a, se hubiese suministrado los medios t¨¦cnicos y humanos, con su posible utilizaci¨®n posterior en otros enfermos. Ser¨ªa bueno conocer qu¨¦ an¨¢lisis coste-efectividad comparado de ambas opciones han hecho nuestras autoridades.
En cualquier caso, toda mi admiraci¨®n y simpat¨ªa hacia unas personas que, como Miguel Pajares, voluntariamente han decidido ayudar a los m¨¢s desfavorecidos poniendo incluso en riesgo sus propias vidas. Espero que puedan superar esta terrible enfermedad.¡ª Manuel Garc¨ªa Losa. Madrid.
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