?Podemos con Podemos?
Hay un amplio margen para elaborar alternativas de centroizquierda
Podemos ha revolucionado el mapa pol¨ªtico espa?ol. Pareci¨® al principio que era un suspiro medi¨¢tico, sonoro, pero breve. Sin embargo, pasadas unas semanas de las elecciones europeas, la voluble expresi¨®n de los miedos y esperanzas de la sociedad espa?ola, apoyada por una campa?a medi¨¢tica sin precedentes, empieza a ver el fen¨®meno de Podemos como una realidad de la misma naturaleza y solidez que el PSOE o el PP. A d¨ªa de hoy no podemos asegurar que sea una relampagueante expresi¨®n de las consecuencias de la crisis econ¨®mica, o una realidad consolidada alrededor de la cual girar¨¢ en el futuro la pol¨ªtica espa?ola. Su futuro depender¨¢ de sus aciertos y del comportamiento de las otras realidades pol¨ªticas con las que compite en el ¨¢mbito de la izquierda.
?Ser¨¢n capaces de presentar un n¨²mero estimable de listas municipales? ?Sabr¨¢n gestionar los intereses que les corresponda administrar? ?El ¡°efecto virginal¡± se extender¨¢ hasta las elecciones generales...? Todas ellas son cuestiones que dependen de ellos mismos. Pero, ?y el resto de las fuerzas pol¨ªticas de izquierda? ?Est¨¢n obligadas a no hacer nada o a copiarles? En ambos casos se declarar¨ªan perdedores antes que los ciudadanos decidieran en unas elecciones. Izquierda Unida y el Partido Socialista, en menor grado, tienen que decidir si intentan dar la batalla de las ideas, lo cu¨¢l ser¨ªa bueno para ellos pero sobre todo ser¨ªa beneficioso para la sociedad espa?ola, ¡ªdesechando la ¡°sal gruesa¡± o la descalificaci¨®n personal dirigida desde otros ¨¢mbitos, que son la mejor expresi¨®n de la sustituci¨®n de la inteligencia por el miedo¡ª o si se declaran derrotados de las mil formas que lo pueden hacer.
Son dos los mantras del nuevo partido sobre los que han construido su explosiva irrupci¨®n en la vida pol¨ªtica espa?ola: la denuncia de ¡°la casta pol¨ªtica¡±, que les sirve para marcar su posici¨®n en contra del sistema, y unas soluciones ideol¨®gicas que tienen en la vaguedad y el conservadurismo su principal atractivo. Es muy dif¨ªcil en un presente salpicado por numerosos casos de corrupci¨®n, defender a los pol¨ªticos. Sin embargo, no siendo los que desear¨ªamos ¡ªexiste una larga tradici¨®n en la que el elegido no es el mejor, sino el que se pliega m¨¢s f¨¢cilmente a los designios del elector¡ª, no son peores que el resto de los sectores que forman la sociedad espa?ola. Son tan reacios a una visi¨®n general como los empresarios o los trabajadores, lo que hace imposible grandes acuerdos sociales; son tan ajenos a la solidaridad comunitaria como el resto de la sociedad, pre?ada de artilugios corporativos; dan la espalda a lo nuevo con el mismo ah¨ªnco que el resto. Todos los sectores act¨²an como si sus esperanzas y frustraciones fueran las ¨²nicas leg¨ªtimas, y si reconocen otras razones, desde luego las suyas son las primeras que se deben satisfacer. En fin, vemos como el estandarte anti-pol¨ªtico del nuevo partido es tan castizo como las verbenas y tal vez por eso mismo muy f¨¢cil de vender a una sociedad compartimentada como siempre y ahora adem¨¢s empobrecida econ¨®micamente. Es m¨¢s, el slogan lo utilizan ellos con la misma frecuencia y la misma rabia que una parte de la derecha, que han visto desde el 78 una Espa?a desvencijada, sin rumbo ni destino, prisionera de una casta pol¨ªtica incapaz y deshonesta por igual.
El camino de defender el sistema pol¨ªtico, con las reformas que sean necesarias, es m¨¢s complicado que declararse contrario a ¨¦l, pero muestra una vocaci¨®n de modernidad clara, otorgando la confianza a las instituciones y no a una u otra persona por carism¨¢tica que esta sea, y que en caso de defraudarnos, nos llevar¨ªa a la frustraci¨®n. El sistema ha sido utilizado para el enriquecimiento de muchos, no solo pol¨ªticos, pero tambi¨¦n se est¨¢ mostrado capaz de depurar las responsabilidades. El problema en los pa¨ªses democr¨¢ticos no se plantea por la aparici¨®n de m¨¢s o menos casos de corrupci¨®n, sino por la capacidad del sistema en descubrirlos y penarlos convenientemente. Si nos conform¨¢ramos con una ¡°justicia humana¡±, con sus imperfecciones, estar¨ªamos dando nuestra confianza a un engranaje, siempre m¨¢s s¨®lido que la voluntad individual de las personas. Es seguro que la abstracci¨®n, los tiempos y las formalidades de los sistemas pol¨ªticos, incompatibles con la espontaneidad y la automaticidad de la justicia ¡°popular¡±, no generan ni las expectativas ni las ilusiones que provoca un l¨ªder. Pero vista desde un plano m¨¢s general, es la mejor forma de ejercer la ciudadan¨ªa, ejercicio muy distinto a la b¨²squeda inmediata de los intereses corporativos o, sencillamente, del esp¨ªritu vindicativo que existe en el ejercicio autom¨¢tico y popular de la justicia. Por todo ello creo que el mantra antipol¨ªtico de los de Podemos ser¨¢ aplaudido, pero no dejar¨¢ de ser una patra?a, que enra¨ªza en nuestro m¨¢s disolvente individualismo, en nuestra incapacidad para proteger y hacer eficaces los engranajes sociales.
?Qu¨¦ piensa hacer el resto de la izquierda ante la irrupci¨®n del nuevo partido?
Por otro lado, su recetario ideol¨®gico, m¨¢s breve que los antiguos libros rojos que ofrec¨ªan soluciones mec¨¢nicas y sencillas a problemas ya por entonces complejos, es una propuesta del pasado, fracasada en todas las ocasiones en las que se ha querido poner en marcha. Parten de una idea aut¨¢rquica, que nos permitir¨ªa hacer de nuestra capa un sayo, sin consecuencias de ning¨²n tipo para nuestra econom¨ªa y nuestra sociedad; Que nos tenemos que sacrificar para pagar la deuda p¨²blica, ?pues no la pagamos!; Que el presupuesto s¨®lo da para tener un Estado de Bienestar de un pa¨ªs mediano, ?pues aumentamos el presupuesto!, ?C¨®mo?, supongo que endeudando a un Estado que ha anunciado previamente su decisi¨®n de no hacer frente a las deudas contra¨ªdas¡ ?C¨®mo pasan del reino ilimitado de las palabras a una realidad con m¨¢rgenes insoslayables? El reciente pasado y experiencias actuales en pa¨ªses mas o menos ex¨®ticos ha mostrado que el ejercicio empresarial del Estado es sin¨®nimo de fracaso social y corrupci¨®n generalizada si se extiende a ¨¢mbitos que no sean los claramente estrat¨¦gicos y los propios del Estado de Bienestar, y a¨²n esta actividad debe estar siempre condicionada a una evidencia que se olvida f¨¢cilmente: el objeto del Estado de bienestar son los ciudadanos, no quienes prestan el servicio, que tienen los derechos inalienables de todos los trabajadores, pero no son la justificaci¨®n ¨²ltima de ¨¦ste. Realidad esta que pone en entredicho todo el af¨¢n estatista, controlador y asambleario de Podemos.
Entre hacer lo que proponen y no hacer nada existe un amplio margen para elaborar alternativas de centro izquierda que tengan en cuenta la complejidad de los problemas de hoy en d¨ªa o la interrelaci¨®n entre clases y pa¨ªses que se necesitan m¨¢s que nunca. Hoy es necesario hablar de las posibilidades de un pa¨ªs mediano como el nuestro, que debe hacer mejor lo que sabe hacer bien y avanzar en aquellos sectores industriales y tecnol¨®gicos que definir¨¢n el futuro del mundo; alej¨¢ndonos de grandes proclamas, tan intensas como ef¨ªmeras, y de propuestas de cambios econ¨®micos y sociales radicales, tan f¨¢ciles de proponer como imposibles de realizar. Podemos solo ganar¨¢ si no somos capaces de confeccionar una plataforma pol¨ªtica modernizadora para Espa?a. No pugne el PSOE en seguirles porque obtendr¨¢ un doble fracaso: ser¨¢ batido por el nuevo partido si le quiere copiar, porque representan mejor lo que pregonan, y adem¨¢s dejar¨¢ de representar el estandarte de los avances y el progreso, convirti¨¦ndose solo en ¡°un vocablo y una figura¡±, que dir¨ªa Quevedo.
Nicol¨¢s Redondo Terreros es presidente de la Fundaci¨®n para la Libertad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.