Querido Orwell
Maestro, le escribo esta carta abierta para decirle que su homenajeada Catalu?a vive una situaci¨®n que le escandalizar¨ªa. El nacionalismo separatista nos ha dividido en buenos y malos catalanes
Qu¨¦ hace una escritora como yo en un pa¨ªs como este vendr¨ªa a ser la pregunta clave desde que el nacionalismo independentista del Gobierno catal¨¢n ha izado sus banderas guerreras contra los catalanes que no comulgamos con la ideolog¨ªa soberana imperante. Preferir¨ªa no tener que hacerlo, querido Orwell, a fin de no malgastar mi energ¨ªa po¨¦tica, ¨²nica felicidad a la que aspiro, y dar por zanjada esta inexacta rareza por siempre. Pero los tiempos del zafarrancho que vivimos en mi pa¨ªs peque?o, donde pol¨ªticos separatistas y sus cornetas seguidores censuran y reprimen todo cuanto no vaya ungido de la estela patri¨®tica, me obligan a hablar, por ejemplo, sobre la naturalidad de ser una escritora catalana que escribe en castellano, y a veces tambi¨¦n en catal¨¢n, porque catal¨¢n es el mundo en el que nacen mis libros y catalana la historia de mi pa¨ªs m¨²ltiple, diverso, con dos lenguas benditas, catal¨¢n y castellano, que me pertenecen por completo.
Desde que Cervantes lleg¨® buscando la imprenta de sus sue?os, Barcelona ha sido centro neur¨¢lgico de alta literatura. Pero la Catalu?a receptora de lo mejor de las literaturas hispanas y de una procreaci¨®n de autores y editores catalanes en castellano subsiste hoy en una especie de territorio comanche. Ahora, cuando los grandes escritores del mundo han dejado de venir a visitarnos, es como si la fraternidad de culturas y acentos hubiera desaparecido del todo y las voces que admiraba el mundo por su riesgo literario e intelectual est¨¢n siendo encubiertas por un festival folcl¨®rico de libros improvisados.
Virus imparable el independentista porque, adem¨¢s, un Gobierno de derecha anestesiada gobierna la actual Espa?a y con su falta de sensibilidad se ha sumado a la intoxicaci¨®n de la concordia de los ciudadanos del pa¨ªs peque?o, creando los nacionalistas de aqu¨ª una situaci¨®n que har¨ªa escandalizar a usted mismo, querido Orwell, y a su obra Homenaje a Catalu?a, libro de cabecera de todo catal¨¢n que se preciara. Ni usted, referente universal de la defensa de las libertades, ni sus imprescindibles Notas sobre el nacionalismo, convencer¨¢n a un nacionalista catal¨¢n que deje de serlo. Una moda escapar de Espa?a; una tendencia festiva y obligatoria quedarse encerrados en la peque?a finca particular, como quien se va de campin una temporadita, cuando sabemos la gravedad de toda ideolog¨ªa populista que lleva ¡°al nacionalista no solo a desaprobar las barbaridades cometidas en su propio lado sino que tiene una extraordinaria capacidad para ni siquiera o¨ªr hablar de ellas¡±.
Por eso los nacionalistas separatistas han dejado de leerle a usted, se?or Orwell, a la vez que rechazan libros de valor intelectual o est¨¦tico alejados de la emoci¨®n patri¨®tica y de opini¨®n opuesta a sus tejemanejes nacionales. Usted vuelve a dar en el clavo cuando dice: ¡°Todo nacionalista se obsesiona con alterar el pasado... Hechos importantes son suprimidos, fechas alteradas, citas removidas de sus contextos adem¨¢s de manipuladas para cambiar su significado¡±. Sin ir m¨¢s lejos, entre otros muchos falseamientos selectivos de la historia llevados a cabo en su querida Catalu?a, maestro Orwell, el m¨¢s reciente y al que han dedicado monumentos, congresos, libros y museos, ha convertido la guerra de Sucesi¨®n din¨¢stica de la Corona espa?ola de 1714, desatada entre Borbones y Austrias, en guerra civil de victimizaci¨®n de catalanes, como si Catalu?a hubiera perdido una guerra cuando en realidad no hubo vencedores ni vencidos por razones de pa¨ªs, sino por dar apoyo a uno de los dos reyes en palestra.
A los escritores contrarios al independentismo se nos aparta de los medios y de las universidades
De todo cuanto le digo, querido Orwell, lo que me sacude el ¨¢nimo hasta un extremo doloroso es la divisi¨®n entre buenos y malos catalanes seg¨²n sea nuestro grado de simpat¨ªa o antipat¨ªa por el independentismo, de manera tal que una frontera divisoria nunca vista desde la dictadura nos ha separado de amigos, familiares y conocidos, de ilusiones y de proyectos comunes, de nuestro futuro inmediato, de nuestra literatura c¨¦lebre por su entidad y riqueza formal exclusiva, y hasta de nuestros trabajos literarios y universitarios, de los que tambi¨¦n nos han ido apartando como esos insectos molestos y peligrosos a los que usted hace referencia en sus notas antinacionalistas. Sin violencia f¨ªsica, como les gusta justificar a viva voz; con intimidaci¨®n solo psicol¨®gica, pero violencia al fin, nos miden el grado de catalanidad con baremos tan infantiles, por no llamarlos racistas, como el nivel de catal¨¢n de sus ciudadanos, el partido al que pertenecen, la bandera que cuelgan en su balc¨®n, los libros que compran y su sentimiento de independencia.
Tambi¨¦n el nacionalismo de aqu¨ª ha tenido sus ladrones de guante blanco. El colmo ha sido Jordi Pujol, presidente de la Generalitat durante treinta a?os, cuya lucha patri¨®tica y soberanista era solo estrategia para beneficio econ¨®mico del mismo Pujol y el de su familia, llev¨¢ndose el dinero a para¨ªsos fiscales y preparando el pa¨ªs para que su hijo pudiera heredarlo. El rebrote del virus separatista encontr¨® campo abonado cuando, despu¨¦s de una transici¨®n ejemplar, determinada doctrina oficial del Gobierno pujolista y posmaragallista tergivers¨® los acuerdos promulgados y aceptados despu¨¦s de treinta a?os de dictadura. Ya en 1997 Mario Vargas Llosa acudi¨® al Palau de la Virreina y toc¨® donde m¨¢s duele al catalanismo. Acus¨® a la ciudad de ser ¡°m¨¢s provinciana y menos universal¡±, por efecto del nacionalismo que a principios de los a?os setenta. Desde entonces, el escritor peruano ganador de un Nobel no es bien recibido por las fuerzas pol¨ªticas de este pa¨ªs cuya lengua, el catal¨¢n, nunca ha sido mejor valorada como en los libros sobre Tirant lo Blanc que el autor le ha dedicado.
Vivimos un zafarrancho de cornetas que? censuran y reprimen lo no ungido por la estela patri¨®tica
Hasta que aparece en escena Artur Mas, presidente de la Generalitat, con su ¨®rdago independentista embrollando a los catalanes, siempre bien avenidos, ahora divididos en un pa¨ªs que muchos califican de enfermo. Si se hab¨ªa definido que era catal¨¢n todo aquel que trabajaba y viv¨ªa en Catalu?a, el Gobierno de CiU a?adi¨® un concepto ideol¨®gico: ¡°Y de aquellos que tienen voluntad de serlo¡±. Esta a?adidura signific¨® el comienzo de un proyecto nacionalista exclusivo ideado para dar patentes de catalanidad a quienes trabajen para merecerlo. A partir de entonces, los escritores catalanes que escribimos en castellano, junto con los que, tambi¨¦n haci¨¦ndolo en catal¨¢n, son cr¨ªticos con el nacionalismo, pasamos a convertirnos en anticatalanes. Enemigos del pueblo. Usted sabe mejor que yo, se?or Orwell, que el peligro de todo nacionalismo es ¡°el h¨¢bito de identificarse con una ¨²nica naci¨®n o entidad, situando a esta por encima del bien y del mal y negando que exista cualquier otro deber que no sea favorecer sus intereses¡±.
Una parte significativa de la literatura de ¨¦xito de Catalu?a se ha escrito siempre en castellano. Detalle, ¨¦xito literario, que molesta al nacionalista que niega por activa y por pasiva otra literatura que no favorezca sus intereses, o sea: escritura militante de Estado propio. Por eso ni Carles Riba, ni Salvador Espriu, ni Josep Pla, ni Josep Maria Castellet ser¨ªan hoy independentistas. Los ¨²ltimos veinte a?os est¨¢n repletos de batallitas represivas del nacionalismo con sus ciudadanos escritores. Han ido cambiando de tono y estrategia. Inveros¨ªmiles, muchas. Grotescas, otras. Cada vez m¨¢s ocultas y afiladas.
A los escritores contrarios al nacionalismo nos apartan de la prensa escrita, de los medios p¨²blicos, de las universidades y de todo aquello que pueda representar ventana de nuestra existencia. El poder pol¨ªtico catal¨¢n incide directamente en la distribuci¨®n de puestos de trabajo y financia con dinero p¨²blico empresas culturales sectarias. Lo tienen comprado todo: editoriales, universidades, peri¨®dicos... El af¨¢n independentista por apropiarse del pastel en todas las casillas nos tiene saturados. Pol¨ªticos y tertulianos separatistas jalean de forma mesi¨¢nica a los ciudadanos. ?Qu¨¦ m¨¢s puedo decirle, se?or Orwell, que usted no sepa? Los residuos de reg¨ªmenes dictatoriales dejan abono de ideolog¨ªas nacionalistas, las mismas que en su d¨ªa desataron dos guerras mundiales. Esperemos que jam¨¢s ocurra. ?Y mientras tanto? ?Cu¨¢nta literatura perdida!
Nuria Amat es escritora.
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