?Qu¨¦ fue de Euskadi?
Urkullu quiere que Rajoy no olvide los problemas para el fin de ETA. El presidente deber¨ªa escuchar
La proximidad del refer¨¦ndum sobre la independencia de Escocia y la incertidumbre sobre si llegar¨¢ a tener lugar el previsto en Catalu?a no pueden dejar indiferente al nacionalismo vasco. Pues si ambos procesos abrieran paso al nacimiento de dos nuevos Estados, habr¨ªa una fuerte presi¨®n del nacionalismo radical heredero de ETA para formar un frente por la independencia vasca. Desde el PNV ya se ha respondido por adelantado que ha sido precisamente la existencia de ETA, las heridas que ha dejado abiertas y su negativa a oficializar su disoluci¨®n los mayores obst¨¢culos para que en Euskadi pueda plantearse un proceso de ese tipo.
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El presidente Rajoy acaba de comunicar al lehendakari Urkullu que en breve le convocar¨¢ para el encuentro que el segundo llevaba meses reclamando con el fin de tratar, entre otros, de los problemas residuales que subsisten en el terreno de la paz y la convivencia tras el cese del terrorismo, hace cerca de tres a?os. El principal, el de los presos, ligado al del desarme de lo que queda de la banda. Urkullu plantear¨¢ a su interlocutor de La Moncloa un plan conjunto de ambos Gobiernos para impulsar la reinserci¨®n de esos reclusos mediante una pol¨ªtica penitenciaria m¨¢s activa que incluya el fin de la dispersi¨®n.
Pero el Gobierno ya ha dicho que no mover¨¢ nada en materia penitenciaria mientras ETA no anuncie la disoluci¨®n (cosa que no entra en sus planes). En su comunicado de febrero pasado planteaba convertirse en un agente pol¨ªtico que junto con otros pactase una propuesta sobre ¡°consecuencias del conflicto¡± (presos/desarme) a negociar luego con el Gobierno espa?ol. La idea de negociaci¨®n ha sido asociada siempre por ETA a la de victoria. Pero ahora no se trata tanto de obtener contrapartidas como de alcanzar reconocimiento: el de que la violencia estuvo justificada.
Tanto los intermediarios internacionales como los dirigentes de la izquierda abertzale insisten en que el abandono de las armas es irreversible, y descartan una escisi¨®n. Sin embargo, episodios como la quema de cinco autobuses hace unos d¨ªas en Vizcaya por un grupo de disidentes abertzales en busca de causa que afirmaban actuar en defensa de los presos enfermos indica el riesgo residual que subsiste y que requiere medidas espec¨ªficas.
Policiales sobre todo, porque es sabido que la impunidad es el caldo de cultivo de la violencia callejera; pero tambi¨¦n pol¨ªticas en relaci¨®n con los reclusos. Mantener la dispersi¨®n hace tiempo que dej¨® de tener otro sentido que el de no hacerles concesiones mientras se resistan a disolverse. Pero esa actitud no es contradictoria con lo que Urkullu propone acordar con Rajoy: impulso de medidas penitenciarias reversibles que estimulen la rebeli¨®n contra los controladores internos y externos de la banda. El lehendakari tambi¨¦n tranquilizar¨¢ a Rajoy sobre su visi¨®n del soberanismo: si se plantease, ser¨ªa partido a partido y m¨¢s cerca de la v¨ªa escocesa que de la catalana.
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