La primera plana
La prensa escrita no puede ser reemplazada por 140 caracteres. Debemos ser conscientes del valor que hay detr¨¢s de cada una de las historias a las que millones de lectores accedemos todos los d¨ªas.
Es normalmente durante los procesos de transici¨®n a la democracia y en general a ra¨ªz de la verg¨¹enza colectiva que produce reconocer la barbarie de los reg¨ªmenes autoritarios, cuando los Estados y los ¨®rganos internacionales han acordado crear m¨¢s y mejores garant¨ªas de protecci¨®n de derechos humanos. Por ello, por ejemplo, la creaci¨®n de una Relator¨ªa Especial de Libertad de Expresi¨®n en el seno de la Organizaci¨®n de Estados Americanos a finales de los noventa, fue una decisi¨®n en cierto sentido f¨¢cil y ampliamente respaldada. Para los Estados que en ese momento sal¨ªan de dictaduras militares y de conflictos armados e intentaban construir y consolidar democracias constitucionales no era un secreto que lo primero que hacen los reg¨ªmenes autoritarios es suprimir la libertad para expresarse en su contra.
No hac¨ªa falta entonces recordar los momentos definitorios que todos tenemos ¡ªo deber¨ªamos tener¡ª en la memoria, en los que el coraje de algunos periodistas y medios permiti¨® revelar graves y sistem¨¢ticas violaciones de derechos humanos o complejas tramas de corrupci¨®n. Historias sorprendentes que se opon¨ªan a las verdades oficiales y que en muchos casos ayudaron a generar indignaci¨®n colectiva y a cambiar, para bien, el curso de las cosas.
Pero la protecci¨®n de la libertad de expresi¨®n, no solo se justifica para proteger la posibilidad de que se cuenten y difundan esas memorables historias. En este sentido, no puede desestimarse la importancia fundamental para la consolidaci¨®n de una sociedad democr¨¢tica de los periodistas que escriben a diario historias menos espectaculares pero fundamentales para ensanchar nuestro horizonte cultural. Historias que nos permiten entender y tomar mejores decisiones sobre todos los temas que nos ata?en en nuestro espacio personal o como miembros de una comunidad pol¨ªtica.
Dicho de otra manera, las garant¨ªas especiales que protegen la libertad de expresi¨®n se justifican porque defienden la posibilidad de que exista esa prensa abierta e independiente que nos acerca lo que parece ajeno, nos descubre lo que parece oculto y nos aclara lo que parece confuso. Y muchas veces, para bien de la inteligencia humana, nos hace complejo lo que parece simple.
Hoy hay muchas formas de hacer periodismo. La televisi¨®n y la radio son extraordinariamente importantes y las redes sociales y el periodismo ciudadano en muchos lugares o momentos es lo ¨²nico posible cuando la prensa ha sido capturada o silenciada por el poder. Pero hay algo que caracteriza a la prensa escrita, algo que va m¨¢s all¨¢ del placer de desdoblar el diario y zambullirse en ¨¦l cada ma?ana, con el deseo de que nadie nos interrumpa.
Los diarios, especialmente los diarios m¨¢s vigorosos, independientes y profesionales, pueden investigar y contar historias que requieren un arduo esfuerzo. Historias que se someten a rigurosos principios y a ¨¢speros debates internos y cuya publicaci¨®n final no se encuentra limitada al brev¨ªsimo espacio de otros formatos. El rigor y densidad de las historias elaboradas luego de estos procesos, les confiere una importancia radical dentro del ca¨®tico e inconmensurable flujo de informaci¨®n que se produce a diario. La importancia actual de este trabajo period¨ªstico que se somete a diario al juicio de credibilidad de sus lectores y que intermedia con rigor entre la sociedad y la fuente, sigue teniendo un impacto dif¨ªcil de igualar. Para decirlo de manera m¨¢s clara, en un mundo de enormes cambios en los procesos comunicativos y de una vertiginosa circulaci¨®n de informaci¨®n, la primera plana sigue siendo ¡°la primera plana¡±.
No puede desestimarse la importancia de los periodistas en la consolidaci¨®n democr¨¢tica
En este sentido, la portada impresa, la primera p¨¢gina, no es actualizada cada 15 segundos ni puede consumirse en el breve espacio de un titular de un medio audiovisual. La primera plana aparece en la mesa del comedor, en el quiosco de la esquina, en el autob¨²s, en la casa de los amigos y, naturalmente, en los escritorios oficiales. En un mundo en el que la circulaci¨®n de informaci¨®n se produce a velocidades nunca antes vistas, la primera plana tercamente sigue ah¨ª. Escrita. Indeleble. Y pocas cosas pueden igualar su impacto sobre los funcionarios corruptos, los pol¨ªticos que se asocian con el crimen, que abusan de su poder, que traicionan los valores y principios democr¨¢ticos. Otra caracter¨ªstica ¨²nica de la prensa escrita es que nos obliga a recorrer caminos que otros formatos nos evitan, pero que son fundamentales si queremos realmente actuar como ciudadanas o ciudadanos informados y fomentar valores sociales como la tolerancia y el pluralismo. Cualquiera que quiera llegar, por ejemplo, a la secci¨®n Deportes o Moda de un diario, incluso en formato digital, debe toparse, aunque sea de manera r¨¢pida y somera, con titulares sobre econom¨ªa, cultura, guerra y paz, o con opiniones pol¨ªticas similares o divergentes a las suyas. Eso no pasa en otros medios en los que la informaci¨®n puede ser severamente filtrada, segmentada, dirigida y seleccionada.
Por eso no estoy de acuerdo con quienes creen que la prensa escrita puede ser reemplazada por mensajes de 140 caracteres.
Las redes sociales y el periodismo ciudadano han contribuido de manera ¨²nica al proceso comunicativo e incluso han propiciado nuevas y muy valiosas formas de participaci¨®n, de construcci¨®n de la esfera p¨²blica, de movilizaci¨®n ciudadana. Pero lo anterior no implica que resulten suficientes para que una persona pueda acceder a la informaci¨®n que necesita para actuar como miembro de una comunidad pol¨ªtica, para adoptar decisiones que tienen un impacto colectivo o incluso para confrontar sus propias creencias o percepciones. Al menos dos razones pueden soportar esta afirmaci¨®n.
En primer lugar, la prensa escrita, especialmente all¨ª donde es abierta y diversa, nos obliga a confrontar nuestras propias creencias y a reconocer el valor de la diferencia, la importancia del pluralismo, la virtud de la tolerancia. No sucede lo mismo en parcelas inmunes al pensamiento diverso, cr¨ªtico, contradictorio.
Pero en segundo lugar, a¨²n estas nuevas y revolucionarias maneras de ejercer la ciudadan¨ªa y de ampliar la democracia, requieren del pausado, riguroso y complejo trabajo del periodismo profesional de los diarios.
En suma, en una democracia necesitamos al periodismo profesional, serio e independiente, en formatos que nos permitan conocer las razones de una historia, su contexto, los distintos puntos de vista, las explicaciones contradictorias o las visiones complementarias. Y todo esto, sin controles oficiales que desconf¨ªan de la raz¨®n humana o que se abrogan el derecho a decidir lo que podemos leer en libertad.
En este sentido, la consolidaci¨®n de sociedades verdaderamente democr¨¢ticas pasa por impedir que los funcionarios puedan arrebatarnos el derecho a conocer informaciones o ideas incluso cuando estas puedan parecernos absurdas o injustas; a reaccionar con m¨¢s, y no con menos debate, a estas ideas o informaciones; a cambiar de opini¨®n si un columnista nos convence de que est¨¢bamos equivocados; o a conmovernos con una cr¨®nica sobre la belleza que fue capturada en una pieza que da gusto leer despacio y releer.
Por todas estas razones, es necesario reforzar todas las garant¨ªas para defender a la prensa libre de los ataques de los funcionarios autoritarios que buscan controlar la esfera p¨²blica, de mercados voraces o de organizaciones criminales. En realidad, como lo entendieron bien los miembros de la CIDH en 1998 al crear a la Relator¨ªa, esa prensa independiente, plural y vigorosa es la mejor barrera contra el autoritarismo, el mejor ant¨ªdoto contra la captura estatal por parte del crimen organizado y la mejor forma de lograr sociedades m¨¢s tolerantes, justas e incluyentes.
Tambi¨¦n creo que debemos rendir un homenaje al periodismo honesto y valiente que en muchos lugares enfrenta a diario enormes dificultades para poder seguir informando a la sociedad sobre temas vitales para cualquier comunidad pol¨ªtica. Y debemos ser conscientes del valor que hay detr¨¢s de cada una de las historias a las que millones de lectores accedemos a diario, como un milagro en letras de molde. Esa especie particular e imprescindible de literatura cotidiana que surge del rigor, la pasi¨®n y la honestidad de periodistas que literalmente arriesgan su vida en zonas de combate para explicarnos las guerras que se libran en otras lenguas; que investigan archivos y cifras encriptadas para revelarnos historias de corrupci¨®n o abusos de autoridad; o que rescatan la belleza de la creaci¨®n humana para anunciarnos el nacimiento de un nuevo libro de poes¨ªa. Esa literatura ¨²nica y necesaria, fruto del esfuerzo, la tenacidad y la sensibilidad de quienes escogieron el oficio que Garc¨ªa M¨¢rquez, el periodista, calific¨® como ¡°el mejor oficio del mundo¡±.
Catalina Botero es la relatora especial para la Libertad de Expresi¨®n de la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
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