Un hogar para cientos de leprosos
En un recinto amurallado de Bangkok viven 800 leprosos que reciben un sueldo del Gobierno Tailandia ha diagnosticado 200 casos en dos a?os
Cuando Shon ten¨ªa 12 a?os, su familia le llev¨® al hospital para que le examinaran unas marcas de color claro que hab¨ªan aparecido en su brazo. Los m¨¦dicos le diagnosticaron lepra. Por aquel entonces, en 1941, los medicamentos para curar esta dolencia no estaban muy avanzados. Shon recibi¨® monoterapia, un tratamiento que consiste en suministrar una sola dosis de dapsona, un antibi¨®tico administrado v¨ªa oral, y regres¨® a trabajar al campo con su familia pensando que estaba curado. Sin embargo, esta enfermedad infecciosa cr¨®nica causada por la bacteria Mycobacterium leprae continu¨® devorando su cuerpo hasta que lleg¨® a da?ar sus nervios; perdi¨® la sensibilidad de tal forma que podr¨ªa haber caminado sobre el fuego sin sentir absolutamente nada. Los dedos de sus manos y pies se derritieron como una vela.
Si se detecta pronto, esta dolencia no causa las discapacidades asociadas a la palabra lepra. Sin embargo, cuando Shon fue tratado por primera vez no se hab¨ªa introducido la multiterapia que proporciona la OMS desde 1995 de forma gratuita para erradicar la enfermedad. Se trata de una combinaci¨®n de tres f¨¢rmacos: rifampicina, clofazimina y dapsona, y es m¨¢s efectiva. Su caso fue reincidente, como el de muchos pacientes que no se trataron o que no lo hicieron a tiempo. En el caso de Shon, la enfermedad afect¨® a los tres ¨®rganos que habitualmente sufren las deformidades m¨¢s graves: ojos, pies y manos.
El control mundial de la lepra se alcanz¨® en 2000 seg¨²n la OMS y, a lo largo de los ¨²ltimos 20 a?os se ha conseguido curar a cerca de 16 millones de pacientes en todo el mundo gracias a la aplicaci¨®n de la citada multiterapia. As¨ª, la tasa de prevalencia de la enfermedad ha disminuido un 90%, es decir, de 21,1 casos por 10.000 habitantes a menos de 1 caso por 10.000 habitantes. En Tailandia, que hab¨ªa sido un pa¨ªs end¨¦mico, se introdujo este tratamiento m¨¦dico en 1984 y los afectados se redujeron de 28.207 a 5.396 en 1994, seg¨²n el Instituto Raj Pracha Samasai, fundado por la abuela del rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, para separar a estos enfermos de la sociedad. En 2014, la Federaci¨®n Internacional de Asociaciones contra la Lepra ha detectado 200 nuevos casos en las trece colonias donde residen estos pacientes en todo el pa¨ªs.
Shon fue abandonado por su familia en uno de los centros del Instituto Raj Pracha Samasai. Ubicado en el sur de Bangkok, actualmente viven m¨¢s de 800 personas afectadas por la enfermedad en los edificios y chozas ubicadas en el interior del recinto amurallado. ¡°Mi familia me llev¨® al hospital y me visit¨® dos o tres veces, despu¨¦s me ignoraron¡± explica Shon.
En los ¨²ltimos 20 a?os se han curado unos 16 millones de pacientes en todo el mundo
Hasta hace una d¨¦cada, en Tailandia se cre¨ªa que la lepra era un castigo como consecuencia del mal karma y los enfermos eran estigmatizados por la sociedad debido a sus deformidades f¨ªsicas y a la falta de extremidades en muchos de los casos. El estigma social lleg¨® a ser tan fuerte que, en los a?os sesenta, el general Sarit Tharanat, que gobernaba el pa¨ªs, propuso ¡ªsin ¨¦xito¡ª esterilizar a los hombres y mujeres afectados a pesar de que ¨¦sta no es una enfermedad hereditaria. ¡°Muchos de ellos se han casado y sus hijos han nacido completamente sanos¡±, asegura Mars Cinapol, que trabaja como portavoz del Instituto desde hace siete a?os. ¡°Hoy en d¨ªa, son m¨¢s aceptados que en el pasado¡±, contin¨²a.
La lepra podr¨ªa contagiarse mediante el contacto f¨ªsico, la tos y el estornudo, pero las posibilidades de que esto suceda son muy bajas. El 95% de las personas expuestas a esta bacteria no llega a desarrollarlas porque depende de la inmunidad de cada una hacia esta enfermedad. ¡°Puedes tocar a cualquiera de los pacientes del centro sin miedo al contagio, la bacteria queda erradicada tras tomar los medicamentos¡±, expone Mars.
Sin embargo, la mayor¨ªa de los habitantes de la colonia, como Shon, no han vuelto a reinsertarse en la sociedad desde que les diagnosticaron. Trabajan en el recinto como jardineros, ayudantes de las enfermeras del Instituto o como guardias de seguridad a cambio de un salario que reciben del Gobierno, sufran o no una lesi¨®n importante. Entre los m¨¢s conocidos en la colonia se encuentra Tueng, uno de los pacientes que trabaja como vigilante. Pasea por las callejuelas en bicicleta sosteniendo un intercomunicador a pesar de que la lepra le ha ocasionado deformidades en las manos. ¡°En un principio desconoc¨ªa qu¨¦ me pasaba, no entend¨ªa por qu¨¦ ten¨ªa estas heridas. Nadie en mi familia hab¨ªa tenido esta enfermedad, a veces es una loter¨ªa¡±, explica Tueng, que tampoco puede cerrar los ojos y los deja en blanco como acto reflejo. ¡°Como su ojo se seca, la c¨®rnea sube para protegerse¡±, explica Supawat, el oftalm¨®logo que lleva su caso.
Mi familia me llev¨® al hospital y me visit¨® dos o tres veces; despu¨¦s me ignoraron
Shon, enfermo de lepra
Los enfermos de la colonia con grandes malformaciones que les impiden valerse por s¨ª mismos permanecen en una unidad de cuidados intensivos del Instituto. Entre los que requieren mayor atenci¨®n, se encuentra Hong, de 89 a?os. Es un tailand¨¦s de origen chino que fue abandonado por su familia hace nueve meses. Apenas puede moverse porque le faltan los pies, no puede comer sin ayuda porque tiene lesionados los dedos de las manos y las enfermeras deben moverlo de posici¨®n cada dos horas para estimular su circulaci¨®n debido a la herida que tiene en su espalda.
?ltimamente, seg¨²n las enfermeras del centro, se han detectado cuatro nuevos casos de lepra en el Instituto, pero los nuevos pacientes no pueden quedarse en la colonia porque ya no hay espacio para nadie m¨¢s. "Los edificios est¨¢n completos. La mayor¨ªa de los que viven aqu¨ª son veteranos y ya superaron la lepra, pero sufren deformidades; en sus familias no les quieren o no tienen tiempo para cuidar de ellos", asegura Mars. Al no haber espacio para ellos, los nuevos deber¨¢n regresar a casa y tomar el tratamiento que facilita de forma gratuita el hospital.
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