Manual del corrupto
La corrupci¨®n anida en el sistema y se alimenta de la impunidad, el compadreo y la autoindulgencia
Dif¨ªcilmente aparecer¨¢ en Espa?a el libro Caiga quien caiga (Planeta-Per¨²), la fascinante memoria del exprocurador Jos¨¦ Ugaz sobre c¨®mo investig¨® a los art¨ªfices del r¨¦gimen m¨¢s corrupto en la historia de Per¨², el presidente Alberto Fujimori y su siniestro asesor Vladimiro Montesinos. Pero aunque el libro hable de Per¨², todo espa?ol deber¨ªa leerlo.
Caiga quien caiga revela interesantes paralelos entre la corrupci¨®n peruana de los noventa y la que Espa?a lleva a?os descubriendo con horror. Existe un t¨¢cito manual del corrupto que trasciende fronteras, una serie de pr¨¢cticas del defraudador recurrentes en todo pa¨ªs. A continuaci¨®n, se?alo tres de ellas:
Los corruptos nunca vienen solos. En el a?o 2000, la televisi¨®n peruana emiti¨® un v¨ªdeo que mostraba al asesor presidencial Vladimiro Montesinos sobornando a un congresista opositor. El esc¨¢ndalo oblig¨® al presidente a romper con Montesinos y ordenar su busca y captura.
La corrupci¨®n anida en el sistema y se alimenta de la impunidad y el compadreo
Jos¨¦ Ugaz fue designado procurador por el Estado peruano para buscar a Montesinos, y comenz¨® a rastrear sus cuentas y sus movimientos. Pero pronto tuvo que ampliar su mandato. De cara a la investigaci¨®n, Montesinos no era una persona f¨ªsica, sino una compleja trama de empresas, testaferros y contactos que hac¨ªa falta desenmara?ar.
Lo mismo ocurre en Espa?a. En el caso N¨®os, que involucra al yerno de don Juan Carlos, I?aki Urdangarin, est¨¢ imputado tambi¨¦n el expresidente balear Jaume Matas, hoy preso, que tambi¨¦n ha sido investigado por sus v¨ªnculos con la trama corrupta G¨¹rtel del Partido Popular. Las actuaciones de la juez Alaya contra el Partido Socialista por desv¨ªo de fondos en Andaluc¨ªa alcanzan a los sindicatos. Y as¨ª.
Todo corrupto implica un corruptor. O varios. Y todos, para borrar su rastro, requieren de la complicidad de otros, que, a su vez, van salpicando de mugre todo lo que tocan.
Un corrupto inteligente nunca enfada a su novia(o). Pieza clave en la investigaci¨®n contra Montesinos fue su expareja sentimental Matilde Pinchi Pinchi, quien filtr¨® el v¨ªdeo letal y revel¨® a la procuradur¨ªa una suculenta cantidad de detalles sobre los sobornos, un plan de golpe de Estado y hasta algunas perversiones sexuales. ?Por qu¨¦ lo hizo? Ugaz sospecha que por celos.
Hay que admitir que a los sudamericanos nos gusta el exceso. Nuestras corruptelas son dignas de una gran novela pol¨ªtica. Las europeas solo alcanzan para informes de auditor¨ªa.
Aun as¨ª, las parejas sentimentales han sido fundamentales para destapar, por ejemplo, la fortuna que el hist¨®rico l¨ªder catalanista Jordi Pujol escondi¨® durante m¨¢s de tres d¨¦cadas en para¨ªsos fiscales. La exnovia de su primog¨¦nito, Mar¨ªa Victoria ?lvarez, inform¨® a quien quiso o¨ªrla sobre los viajes de su chico a Andorra llevando bolsas llenas de billetes de 500 euros. En la trama N¨®os, el cu?ado Marco Tejeiro ha sido una fuente fundamental de la fiscal¨ªa.
Los fraudes fiscales son el tipo de cosas que solo le cuentas a tu familia. Pero qui¨¦n m¨¢s te quiere ¨Ctu pareja, tu hermano¨C es tambi¨¦n quien m¨¢s da?o puede hacerte.
El investigador puede acabar investigado. La corrupci¨®n es el uso privado de capitales p¨²blicos. Por ende, tanto el corrupto como el investigador forman parte del Estado.
Ugaz ten¨ªa un gran obst¨¢culo: su ¡°jefe¡± Fujimori era socio principal en los negocios sucios del investigado. El acusado, obviamente, usa todo su poder para bloquear las investigaciones que puedan llegar a comprometerlo. En Espa?a, a menor escala, ha sido parad¨®jico ver a los fiscales defender a sospechosos ¨Ccomo la infanta Cristina¨C mientras los jueces intentan imputarlos.
La corrupci¨®n anida en el sistema y se alimenta de la impunidad, el compadreo y la autoindulgencia. Para combatirla, no podemos confiar solo en los pol¨ªticos, que a menudo son sus beneficiarios: resulta imprescindible que la prensa la denuncie y, sobre todo, que los ciudadanos se indignen. Esa es quiz¨¢ la mayor lecci¨®n de este libro.
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