Una botella vac¨ªa
El atraco del agua en los aeropuertos
Era una chica muy guapa.
?l se fij¨® en ella sobre todo por esa raz¨®n. A su esposa, m¨¢s all¨¢ de la belleza de su rostro, la admir¨® su gracilidad, la gracia con la que se mov¨ªa, una elegancia innata en sus movimientos. Aparte de eso, ambos se fijaron a la vez en la botella de agua mineral vac¨ªa que llevaba en la mano mientras se aproximaba lentamente al control de seguridad.
¨CCinturones fuera, vac¨ªen sus bolsillos, ordenadores y tabletas fuera de sus fundas, cremas o l¨ªquidos en una bolsa de pl¨¢stico transparente¡ ¨Cla encargada de su fila interrumpi¨® su cantinela para dirigirse al objeto de su mutua admiraci¨®n¨C. Se?orita, la botella de agua no la puede pasar.
Ella ten¨ªa dinero, pero no le daba la gana de gast¨¢rselo comprando agua al doble de precio
¨C?Ah!, ?no? ¨Centonces la chica guapa sonri¨® para que la pareja de mediana edad que avanzaba en paralelo a ella, descubriera que era mucho m¨¢s guapa aun cuando sonre¨ªa¨C. Pues yo creo que s¨ª la puedo pasar porque est¨¢ vac¨ªa, ?ve?
La levant¨® en el aire, le quit¨® el tap¨®n, la puso boca abajo y volvi¨® a meterla en su bolso con expresi¨®n de triunfo.
¨C?Y para qu¨¦ querr¨¢ una botella vac¨ªa? ¨Cse anim¨® a preguntar en voz alta un espectador cada vez m¨¢s entregado a su belleza.
¨CY yo qu¨¦ s¨¦¡ ¨Cmurmur¨® su mujer, mientras comprobaba que los mochileros que la preced¨ªan estaban sonriendo como si ellos s¨ª conocieran la clave del misterio.
Despu¨¦s, mientras ejecutaban una rutina largamente ensayada, la perdieron de vista. No estaba cerca del quiosco al que ¨¦l arrastr¨® a su mujer para comprar el peri¨®dico, ni merodeaba por el duty-free donde ella dedic¨® un buen rato a estudiar y comparar precios de perfumes y cremas para comprar al final la misma hidratante que usaba desde hac¨ªa a?os. ?Un caf¨¦?, propuso ¨¦l al verla aparecer. Su mujer asinti¨® y le dijo que fuera pidiendo, porque ten¨ªa que ir al ba?o.
Y all¨ª, haciendo turno entre otras viajeras, se reencontr¨® con la chica guapa. Pens¨® que no volver¨ªa a verla, porque le llevaba ventaja, pero al lavarse las manos la encontr¨® a su lado, con su botella de pl¨¢stico siempre vac¨ªa. Estaba intentando llenarla de agua pero no lo consigui¨®, porque lo que sal¨ªa del grifo no era un chorro, sino una nube vaporizada y modern¨ªsima que rociaba las paredes del recipiente sin penetrar apenas en su interior.
¨CYa lo he descubierto ¨Canunci¨® con gesto triunfal al sentarse junto a su marido, que le devolvi¨® una mirada de extra?eza-. Lo de la botella vac¨ªa¡ ¨Caclar¨®, pero no fue m¨¢s all¨¢, porque en ese momento, la chica guapa avanzaba en su direcci¨®n con su botella en la mano.
¨CPerdone¡ ¨Cle dijo al camarero que limpiaba la mesa contigua¨C. Estoy buscando la fuente que hab¨ªa antes en esa esquina, pero no la encuentro. ?Usted sabe d¨®nde la han puesto?
El camarero la mir¨® e invirti¨® un segundo en habituarse a su belleza antes de responder.
¨CLas han quitado todas ¨Ccontest¨® al fin-. Por lo menos aqu¨ª, en la T1.
¨C?Las han quitado! ¨Cla chica hizo una mueca ambigua, indecisa entre la contrariedad y la indignaci¨®n, antes de decantarse abiertamente por la segunda¨C. ?Qu¨¦ sinverg¨¹enzas! O sea, que ya no hay fuente, ya no se puede llenar una botella en el lavabo¡ Hay que comprarla por narices, ?no?
¨CPues¡ ¨Cel camarero la mir¨® con ojos mansos, como si le doliera darle un disgusto-. Me temo que s¨ª.
¨CMuy bien, estupendo¡ Muchas gracias.
Gir¨® sobre sus talones para macharse y en ese momento, el hombre que tomaba caf¨¦ con su mujer en la mesa de al lado, se levant¨® y la llam¨®.
¨COye, mira, que si no tienes dinero, yo te lo doy, si no es nada, dos euros, total¡
La chica guapa agradeci¨® mucho una oferta que declin¨® con energ¨ªa. No era eso. Ella ten¨ªa dinero, pero no le daba la gana de gast¨¢rselo comprando agua mineral al doble del precio que le costaba fuera del aeropuerto, cuando eran las autoridades de ese mismo aeropuerto las que le obligaban a vaciar una botella para poder pasar el control.
¨CSi no dejan pasarla ¨Cexplic¨®¨C, deber¨ªan dar la opci¨®n de rellenarla una vez pasado el control. Porque una botella de agua no significa nada, dos euros, dos y medio, pero imag¨ªnese usted el dineral que se gana vendi¨¦ndole botellas de agua a toda la gente que hay aqu¨ª. Es un robo, un atraco, uno m¨¢s. Y as¨ª, este pa¨ªs se va al garete, ?no lo entienden? Eso es lo que me indigna. Comprar una botella me da lo mismo.
Se despidi¨® de ellos, volvi¨® a darles las gracias y se march¨®, dej¨¢ndoles tan tristes, tan furiosos como si hubieran pasado el control con una botella vac¨ªa entre las manos.
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