Cuando ya queda poco que robar
Las estad¨ªsticas afirman que la criminalidad ha descendido desde 2003, incluso durante la crisis. Unos lo justifican en la solidaridad familiar, otros en que ya casi nadie tiene nada
En el a?o 2000, en un viaje por Etiop¨ªa, a menudo encontr¨¦ ni?os avispados que me ped¨ªan ayuda para poder estudiar, porque quer¨ªan hacerse m¨¦dicos y sus familias carec¨ªan de recursos. Y me resulta curiosa esa vocaci¨®n de los ni?os africanos de cuya naturaleza dudo: ?quieren estudiar medicina para ayudar a los suyos? Creo que m¨¢s bien piensan que un m¨¦dico es una persona muy importante en la comunidad. Y ellos quieren ser importantes. Nunca he encontrado ni?os solidarios; todos son egoc¨¦ntricos y ego¨ªstas, vengan de la patria que vengan: pura naturaleza humana. La mayor¨ªa de los peque?os de ?frica parecen muy bien dotados intelectualmente y muchos de ellos desean estudiar medicina.
Me hice amigo en Addis Abeba de un taxista espabilado y alegre que se llamaba Tafari y que, en nuestros recorridos por la interminable y destartalada ciudad, me homenajeaba los o¨ªdos colocando en su casete a todo volumen el Ay, Macarena, que en esa ¨¦poca era, mundo adelante, algo as¨ª como el himno nacional oficioso de Espa?a. Un d¨ªa le coment¨¦: ¡°?Qu¨¦ listos son los ni?os africanos!¡±. Me mir¨® con cierto asombro y respondi¨® al minuto: ¡°?frica est¨¢ llena de ni?os listos y adultos tontos¡±.
El comentario me cre¨® cierta perplejidad. Y entonces record¨¦ algo que hab¨ªa le¨ªdo a?os atr¨¢s. George Orwell, cuando era un joven periodista, decidi¨® escribir una serie de reportajes sobre la pobreza y, para llevarlos a cabo, sin una moneda en el bolsillo, anduvo en los muelles del T¨¢mesis, primero, y luego del Sena, entre vagabundos y viviendo de la limosna. Y lleg¨® a una conclusi¨®n extraordinaria: la miseria embrutece. ?Por qu¨¦ raz¨®n? Pues sencillamente porque el miserable concentra todos sus esfuerzos y energ¨ªas mentales en sobrevivir, en el presente m¨¢s inmediato, y acaba por desde?ar los proyectos de futuro. Dicho de otra manera: el pobre tiende a perder el pensamiento abstracto, el ¨²nico instrumento capaz de construir un plan de supervivencia. Y sin pensamiento abstracto, el hombre es un bruto.
Cuento esto a causa de una noticia aparecida en EL PA?S, seg¨²n la cual la tasa de criminalidad ha descendido en Espa?a desde 2003. El a?o 2013 registr¨® el ¨ªndice m¨¢s bajo en 12 a?os, con 46 delitos por cada 1.000 habitantes. La informaci¨®n se?ala que, a pesar de los temores de la polic¨ªa, que preve¨ªa un aumento del delito como consecuencia de la crisis, ha sucedido lo contrario. Otro dato del estudio resulta sobremanera interesante: en la UE, s¨®lo hay dos pa¨ªses m¨¢s seguros que Espa?a. Son Portugal y Grecia, de los m¨¢s pobres de la UE por detr¨¢s de nosotros. Y es tambi¨¦n curioso que las dos regiones espa?olas en donde no se ha reducido la delincuencia se encuentren entre las m¨¢s ricas del pa¨ªs. A saber: Cantabria y Navarra.
Se cree que una de las razones para ese descenso del crimen es el ¡°colch¨®n¡± de apoyo de las familias a los cientos de miles de parados. Pero puede haber otras. A lo mejor es que no hay mucho que robar porque ya casi nadie tiene nada.
Y siguiendo con la iron¨ªa, podemos hablar de forma m¨¢s mal¨¦vola. En un pa¨ªs en donde el Gobierno penaliza la cultura, recorta los gastos de investigaci¨®n, fractura la ense?anza p¨²blica y, en definitiva, se declara enemigo de la inteligencia y del pensamiento, corremos riesgos enormes. Volvemos a Orwell: los de abajo nos estamos embruteciendo y se nos est¨¢ olvidando incluso robar, mientras que los de arriba lo aprenden r¨¢pido.
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