?Nos dominar¨¢n las maquinas?

El otro d¨ªa, desayunando en una terraza con mi marido, observe a los vecinos de la mesa de al lado; se trataba de cuatro j¨®venes, concentrados cada uno en su tel¨¦fono m¨®vil. Durante la media hora que dur¨® nuestro desayuno ninguno de los cuatro levant¨® la vista del tel¨¦fono, no hablaron entre ellos, toda su atenci¨®n estaba concentrada en sus tel¨¦fonos respectivos, no levantaron la cabeza en ning¨²n momento para mirar a los otros, no escucharon a los p¨¢jaros, quiz¨¢s los oyeran pero, dada su concentraci¨®n, estoy segura de que no los escuchaban, ninguno levant¨® la cabeza para mirar las nubes o el cielo azul o a los ¨¢rboles que nos rodeaban y lo que es casi peor, no se comunicaron en ning¨²n momento entre ellos. Parec¨ªa una pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n, situada en un futuro donde los humanos dependen de las m¨¢quinas. Lo malo es que no se trata de un caso aislado, sino de un comportamiento cada vez m¨¢s frecuente. Veo a personas, hombres y mujeres, mirando su tel¨¦fono en la cola del s¨²per, esperando el autob¨²s, sentados en el banco de un parque rodeados de una naturaleza que les es totalmente indiferente o incluso andando por la calle, ajenos a todo lo que pasa a su alrededor, totalmente concentrados, como hipnotizados, arriesg¨¢ndose a meter un pie en un hoyo o darse de bruces con una farola. Me pregunto si este comportamiento ir¨¢ a m¨¢s y terminar¨¢n las m¨¢quinas control¨¢ndonos por completo o si se trata de una moda pasajera. Aunque, visto lo visto, me temo lo peor. ?Que nos est¨¢ pasando?¡ª Pepa Mart¨ªnez Nieto.