Oxigenaci¨®n
Se abre una etapa judicial densa en asuntos de presunta corrupci¨®n que exigen claridad
La causa abierta sobre los negocios de Jordi Pujol Ferrusola, hijo de quien fuera 23 a?os presidente de la Generalitat, inaugura una temporada judicial muy densa en asuntos de presunta? corrupci¨®n. Se investiga si cobr¨® comisiones ilegales a empresas adjudicatarias del Gobierno aut¨®nomo: un importe sustancioso, superior a los ocho millones de euros, que habr¨ªan sido aportados por 17 compa?¨ªas, am¨¦n de otros movimientos financieros no explicados de cuant¨ªa a¨²n superior. Es de desear que este caso, como el de G¨¹rtel o el de los ERE andaluces, se sustancie a la mayor velocidad que permita el escrupuloso respeto a las garant¨ªas procesales propias del muy protector ordenamiento criminal. Cada uno de los Pujol sigue gozando de la presunci¨®n de inocencia y en su caso el derecho a un juicio justo: no hay lugar en un Estado de derecho a los juicios paralelos, por m¨¢s que Pujol padre se atribuyera ¡ªy atribuyera indirectamente a sus descendientes¡ª una implicaci¨®n en operaciones fraudulentas y secretas.
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La importancia de la causa estriba en que empezar¨¢ a indicar si las presuntas irregularidades afectan a un individuo, a una familia o a toda una Administraci¨®n. Es decir, si se agotan, caso de validarse judicialmente, en el ¨¢mbito de un apellido o ciernen su sombra sobre el de toda una obra pol¨ªtica. Por supuesto que para ello no bastar¨¢ el procedimiento judicial reci¨¦n arrancado; faltar¨¢ la deseable inspecci¨®n interna (nunca prometida) en la Generalitat, y desde luego los resultados de la comisi¨®n parlamentaria de investigaci¨®n. Es exigible que esta no se aborte por intereses partidistas, ni que sean disfrazados de exigencias de ning¨²n calendario referendario ni electoral. Porque los ciudadanos tienen derecho a saber: sin saber, ?c¨®mo se puede decidir?
Junto al garantismo del procedimiento conviene recordar que tambi¨¦n debe garantizarse la restauraci¨®n de los derechos de los eventualmente perjudicados, como ser¨ªan las compa?¨ªas pagadoras y la sociedad en general, en caso de comprobarse alg¨²n delito en la administraci¨®n de los recursos p¨²blicos o en las licitaciones. Desde luego, vistos los antecedentes, este derecho de la sociedad ser¨¢ en principio mejor servido por un tribunal que guarda las debidas distancias con los procesados, como la Audiencia Nacional. A veces los magistrados geogr¨¢ficamente muy cercanos resultan m¨¢s sensibles a las presiones p¨²blicas, y por ende, m¨¢s maleables.
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