El misionero Juli¨¢n Cadenas s¨ª cumple los objetivos del milenio
Ha conseguido agua, educaci¨®n y sanidad. Un zamorano ha tejido una red de cooperaci¨®n en una de las regiones m¨¢s olvidadas de Madagascar
Si las motivaciones de Juli¨¢n Cadenas hubieran sido otras, hoy ser¨ªa empresario de ¨¦xito u obispo. Sin embargo, siempre le preocuparon las personas, las m¨¢s necesitadas. Por eso, los dividendos de su peque?o imperio s¨®lo se cuentan con dosis de esperanza. Zamorano de 54 a?os, estudi¨® teolog¨ªa y filosof¨ªa, y a los 27 abandon¨® su puesto como profesor de ¨¦tica para lanzarse a la aventura de viajar. Lleg¨® a Madagascar en 1987 como misionero y all¨ª sigue, mimetizado en una cultura muy diferente como pocos occidentales consiguen hacerlo. Desde 1987 ha ido creando una red social que act¨²a principalmente en zonas rurales de tres provincias del pa¨ªs, y ahora son muchos los programas y muchas las personas implicadas en erradicar la pobreza, mejorar la educaci¨®n y la sanidad, proveer de agua limpia e incentivar la cultura. Sus 250 trabajadores son malgaches, sus mejores amigos tambi¨¦n, habla la lengua local igual de bien que el castellano, aunque sigue razonando de una forma occidental.
El misionero parece haber encontrado un sorprendente equilibrio entre lo grande y lo sencillo, entre posibilidades y necesidades, entre un mundo y otro. De ¨¦l dependen cientos de personas y un sinf¨ªn de proyectos, pero ¨¦l camina pausado, a ritmo malgache, cultura de la que reconoce haber absorbido mucho. Su entramado social responde a una organizaci¨®n occidental pero adaptada a las realidades de Madagascar, un engranaje que funciona y que hace que los programas se cumplan. Tiene la capacidad de mirar desde arriba y pensar en desarrollo a largo plazo, pero sus ojos azules se siguen empapando en l¨¢grimas cuando habla de casos concretos, de personas que acuden en su ayuda en situaciones dram¨¢ticas.
Hace siete a?os que se puso la primera piedra en la Residencia del Buen Remedio, en Tsiroanomandidy, un gran recinto en el que ha englobado gran parte de sus actividades y donde tiene su residencia principal. Frente a su peque?a habitaci¨®n, sentado en un banco de madera y con el sonido de fondo de ni?os que recuperan poco a poco la sonrisa, explica su gran proyecto, aunque ¨¦l se empe?e en llamarlo simplemente "su idea".
Pobreza
Eso de los Objetivos del Milenio est¨¢ muy bien, aunque en Madagascar no se van a cumplir. Los grandes programas son necesarios, pero es tambi¨¦n muy importante que todos hagamos un poquito, lo que podamos, hasta donde lleguemos".
Juli¨¢n Cadenas comenz¨® su tarea como misionero en la regi¨®n de Bongolava, una zona rural del interior de Madagascar muy aislada donde permanec¨ªa incomunicado nueve meses al a?o por las lluvias. All¨ª, los ni?os le ense?aron malgache mientras intentaba comprender el sentido de su vida. "Poco ten¨ªa que hacer, tan s¨®lo un 10% eran cristianos. Daba la misa por la ma?ana y el resto del d¨ªa apenas hac¨ªa nada". Los tiempos muertos le permitieron observar y comprender que all¨ª hab¨ªa una realidad que la religi¨®n por s¨ª sola no solucionar¨ªa nunca; la gente pasaba hambre.
Hab¨ªa que deshacerse del rol de patriarca y acercarse a la gente. As¨ª fue como promovi¨® las primeras cooperativas agr¨ªcolas, uniendo a los agricultores para que hicieran fuerza colectiva ante el abuso y los usureros. "El ¨¦xito fue rotundo", dice, tanto que el modelo se implant¨® en otras comarcas, acabando con el hambre de miles de familias. Han pasado casi tres d¨¦cadas y las cooperativas siguen funcionando, incluso mejoradas.
Desde 2001 hasta 2010 se han repartido 639.248 euros en microcr¨¦ditos a 4.974 familias de agricultores con pocos recursos, y este a?o han llegado casi 60.000 euros. A principios de mayo cada uno de ellos recibe 150 euros, cantidad que les permite recolectar. En diciembre lo devuelven con un 10% de inter¨¦s, margen que compensa los impagos para que los prestamistas espa?oles reciban ¨ªntegro su dinero de vuelta. "Si prestas 150 euros y lo recibes ¨ªntegro de vuelta, dif¨ªcilmente dejar¨¢s de cooperar al a?o siguiente, sabiendo que una familia ha dejado de pasar hambre gracias a tu peque?o esfuerzo", asegura el espa?ol.
?Educaci¨®n
La gente ya ten¨ªa la tripa llena, hab¨ªamos conseguido que tuvieran la primera necesidad cubierta. El siguiente problema al que nos enfrentamos fue la educaci¨®n: casi todos eran analfabetos. Tuvimos que convencer a los agricultores para educar a sus hijos, tarea nada sencilla. Para ellos los ni?os son su seguridad social, cuantos m¨¢s tienen m¨¢s mano de obra y por tanto m¨¢s comida. Y con eso ya est¨¢n felices".
En 1996, Juli¨¢n constituye Fami Ong (Asociaci¨®n para el desarrollo de la infancia) con la ayuda de cuatro malgaches. Pronto son 12, luego 20 y, hoy, Fami cuenta con 250 trabajadores en n¨®mina m¨¢s otra cantidad de personas que Juli¨¢n no acierta a calcular y que viven indirectamente de la ONG. ?l es el ¨²nico occidental.
Este a?o, 1.600 ni?os han tenido acceso a educaci¨®n primaria gracias a un programa financiado a trav¨¦s de apadrinamientos. La educaci¨®n b¨¢sica es esencial para que la gente se pueda defender de los abusos, comenta Juli¨¢n; muchos saben leer y escribir pero no comprenden lo que leen. Firman contratos sin tener la menor idea de qu¨¦ est¨¢n firmando. El charlat¨¢n, el listillo, el que sabe hablar en p¨²blico les cautiva y se aprovecha de ellos.
El proyecto sigui¨® evolucionando y surgi¨® la necesidad de proteger y educar a las mujeres, encargadas de todas las tareas de la casa y la familia. Muchos ni?os mueren por simples diarreas porque sus madres siguen recurriendo al curandero.
En la Residencia del Buen Remedio se levantan, imponentes, dos edificios; el mayor de ellos de tres plantas m¨¢s azotea. Un tramo de escaleras de hormig¨®n, otro de madera, una pared pintada en azul, la otra sin terminar, una puerta que cierra, otra que todav¨ªa no... Es la residencia para estudiantes, que se construye poco a poco, con peque?as aportaciones que recibe la ONG. A¨²n sin finalizar, 135 chicas de zonas rurales ya viven all¨ª y estudian en escuelas p¨²blicas de la zona. Sus padres pagan unos 20 euros al a?o m¨¢s el arroz estimado que su hija consumir¨¢. Esa cifra no es suficiente para cubrir el coste de manutenci¨®n, pero es importante que haya un esfuerzo por parte de las familias y que no lo interpreten como un regalo. La ONG s¨®lo cubre la totalidad de la beca a las m¨¢s pobres.
La azotea de la residencia es el mejor lugar desde donde entender la magnitud del proyecto y a la persona que lo ha pensado y promovido. No hay cruces, no hay excesos, todo est¨¢ pensado para llegar al mayor n¨²mero de personas.
Sanidad
Si la educaci¨®n y la agricultura son claves para el desarrollo, de nada sirve si la gente muere o enferma, convirti¨¦ndose en una carga para la familia. Ten¨ªamos que apoyar la sanidad y la mejor manera era ayudando en lo p¨²blico".
Para Juli¨¢n la cooperaci¨®n es mucho m¨¢s que un hecho aislado, por bonito y apreciable que este sea. Lo realmente importante es crear ambiente de solidaridad, construir puentes que unan voluntades. "El Gobierno quiz¨¢ no act¨²a de la mejor manera, pero es el que hay; apoyando a lo p¨²blico se puede ayudar a mejorarlo. Si un d¨ªa no llegan fondos a Fami, los hospitales del Estado seguir¨¢n funcionando", opina.
Por eso Fami Ong apoya pagando m¨¦dicos, comprando material o ayudando en el mantenimiento de las instalaciones cuando se necesita.Tan s¨®lo en aquello abandonado por lo p¨²blico, tienen sus propias instalaciones.
En la Residencia del Buen Remedio viven 60 ni?os con raquitismo o pies zambos. Primero son enviados al hospital donde son operados y despu¨¦s, durante uno o dos a?os, inician un proceso de rehabilitaci¨®n all¨ª, donde tambi¨¦n estudian y reciben tres comidas al d¨ªa. Una vez recuperados, vuelven con sus familias para dejar hueco a otros. En este momento hay 80 ni?os en lista de espera.
Paralelamente, se han creado 61 centros de prevenci¨®n en zonas rurales. No son locales con aire acondicionado y m¨¦dicos con bata blanca; son modestos puestos donde las madres llevan a sus hijos para que pasen un sencillo protocolo donde detectar malnutrici¨®n o malformaciones. A partir de ah¨ª, se act¨²a llevando a los ni?os a hospitales o d¨¢ndoles complejos vitam¨ªnicos.
Una cl¨ªnica dental y un hospital de maternidad completan las instalaciones propias dentro de la Residencia del Buen Remedio. El nuevo hospital est¨¢ casi terminado tras dos a?os de trabajo interrumpido, financiado con peque?as aportaciones que han ido llegando principalmente desde Espa?a.
Una vez terminadas las obras, Juli¨¢n tendr¨¢ que buscar un material t¨¦cnico que en Madagascar es muy costoso y casi imposible conseguir. Lo complicado es encontrar donantes en Espa?a que lo cedan.
Agua
En el Madagascar rural, la obligaci¨®n de recoger agua es de la mujer. Invierte muchas horas al d¨ªa y a veces se apoya en las hijas mayores, que dejan de ir a la escuela para ayudar con esta y otras tareas. Es importante que tengan un punto de agua limpio cerca de sus casas".
Fami ONG ha financiado m¨¢s de 400 pozos artesanales en los ¨²ltimos a?os. All¨¢ donde se construyen, se erradican las enfermedades provocadas por el agua de charcas o riachuelos en contacto con animales. Por cada pozo Fami aporta 200 euros. El coste suele ser algo superior y los beneficiarios tienen que contribuir con lo que falta o con mano de obra. De nuevo es importante que haya un esfuerzo por parte de quien lo va a disfrutar.
Para que un proyecto sea sostenible, asegura Juli¨¢n, es clave que los beneficiarios realmente lo quieran. Si es as¨ª ellos se encargar¨¢n de buscar la forma de que siga funcionando. "Eso es lo que convierte en sostenible un proyecto".
Pero Fami ONG ha conseguido tambi¨¦n ser sostenible a base de trabajo e ingenio. Casi tres cuartas partes del gasto total se financia sin necesidad de ayudas del exterior. Juli¨¢n ha creado negocios paralelos cuyos beneficios repercuten ¨ªntegros en la ONG. Son muchos pero dos destacan sobre el resto.
El primero de ellos es la radio comunitaria de Tsiroanomandidy, estaci¨®n que emite para toda la comarca y que es de especial utilidad para zonas rurales aisladas donde no llega la electricidad. La penumbra se apodera de las aldeas con el ocaso y tan s¨®lo la voz del transistor acompa?a a miles de personas. Juli¨¢n se ha rodeado de los comunicadores m¨¢s reconocidos de la regi¨®n, quienes generan contenido de entretenimiento pero tambi¨¦n defienden los derechos de los m¨¢s necesitados. La radio es l¨ªder en audiencia y con los ingresos por anuncios se sostienen los gastos e incluso han conseguido dar beneficios.
Pero, sin duda, el negocio estrella de Fami es el macro recinto para conciertos y espect¨¢culos construido junto a la Residencia del Buen Remedio. El primer ministro fue a inaugurarlo y, desde entonces, numerosas bandas y m¨²sicos acuden a Tsiroanomandidy frecuentemente, atrayendo a miles de personas que abarrotan el escenario para ver a sus ¨ªdolos. Con los beneficios que genera cada concierto la ONG puede pagar el salario de sus empleados durante una temporada.
Los Objetivos del Milenio no se van a cumplir en Madagascar, dec¨ªa Juli¨¢n, pero con un proyecto como el suyo, la implicaci¨®n del numeroso personal local y la aceptaci¨®n de los beneficiarios, da la impresi¨®n de que si hubiera m¨¢s personas como ¨¦l, hace tiempo que se habr¨ªan conseguido.
(*) Charly Sinewan nos contar¨¢ aqu¨ª a partir de hoy algunas de sus experiencias en este periplo personal y mundial. Para seguirle y contactar con ¨¦l basta dirigirse a:
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