Cinco trucos para perder peso sin necesidad de dietas
El poder oculto de acciones tan diminutas como pagar en efectivo o mascar chicle en el supermercado puede tener resultados inesperados
Si la mayor¨ªa de la humanidad asocia la p¨¦rdida de peso al doloroso, frustrante y draconiano proceso de prescindir de alimentos durante una temporada no es por falta de alternativas. Se puede culpar a la publicidad, como casi todo en el mundo de la imagen, de no haber dado suficiente voz a los estudios que demuestran que quienes asustan a su cuerpo con dietas son m¨¢s proclives a engordar m¨¢s a largo plazo. Y se puede volver siempre al mayor fracaso de Occidente en los ¨²ltimos a?os: la cultura alimenticia que tenemos no est¨¢ compuesta de costumbres sanas. El mundo en el que vivimos nos pone f¨¢cil comer mucho y mal. Y hablamos del mundo entero. Aunque en Europa le tengamos m¨¢s miedo a la comida r¨¢pida que en Estados Unidos, aqu¨ª tenemos men¨²s del d¨ªa. Y las oficinas de todo el planeta tienen m¨¢quinas expendedoras con los alimentos m¨¢s perjudiciales imaginables. As¨ª, una clave fundamental para regular el peso que ganamos y perdemos (la poca que depende de nosotros, ya que esas decisiones las toma el cerebro por su cuenta), es la psicolog¨ªa y los h¨¢bitos con los que incorporamos la comida a nuestras vidas. Brian Wansink, psic¨®logo y profesor de la Universidad Cornell (EE UU), acaba de escribir un libro sobre el asunto, titulado Slim by Design: Mindless Eating Solutions for everday life (podr¨ªamos traducirlo como Delgados de f¨¢brica) y en ¨¦l defiende que si cambiamos costumbres sencillas, y aparentemente superfluas, como ir mascando chicle a hacer la compra, podemos llegar a perder cerca de un kilo a la semana sin hacer dieta.
Cuantos m¨¢s h¨¢bitos cambiemos, prosigue, m¨¢s peso perderemos. El m¨¦todo tiene la ventaja de que no requiere someter a nuestro cuerpo a ningun trauma alimenticio y tampoco promete milagros. Se basa en peque?os cambios para combatir el sobrepeso y la obesidad. ¡°Lo que pasa con las personas que tienen sobrepeso es que, a menudo, sienten que su situaci¨®n no tiene soluci¨®n y est¨¢n a punto de darse por vencidos. Lo que hemos descubierto, una y otra vez, es que hacer un peque?o cambio, como comer en un plato m¨¢s peque?o, conduce a una peque?a p¨¦rdida de peso. Algo que luego lleva a hacer m¨¢s cambios. Y as¨ª, en un a?o esa persona habr¨¢ perdido cerca de 15 kilos sin dieta. Esa es nuestra meta¡±, ha explicado estos d¨ªas. "La fuerza de voluntad es un trabajo sin fin 24 horas siete d¨ªas a la semana".
El mundo en el que vivimos nos pone f¨¢cil comer mucho y mal. Y hablamos del mundo entero. Aunque en Europa le tengamos m¨¢s miedo a la comida r¨¢pida que en Estados Unidos, aqu¨ª tenemos men¨²s del d¨ªa. Y las oficinas de todo el planeta tienen m¨¢quinas expendedoras de los alimentos m¨¢s perjudiciales imaginables
El profesor y su equipo han catalogado 62 tipos de comedores f¨¢cilmente identificables que van desde el emocional que vive solo y compra comida para llevar al menos tres veces a la semana hasta aquellos adictos a las meriendas a base de bocadillos o productos horneados. Tambi¨¦n est¨¢n los hombres de 45 a 60 a?os y las mujeres de entre 25 y 35 a?os que hacen al menos ocho comidas semanales fuera de casa, o ese padre que odia cocinar y tira de lo menos saludable para alimentar a la familia cuando le toca. A todos les benficiar¨ªa esta serie de trucos:
1. En la cocina solo hay que tener a la vista el frutero (y tenerlo lleno de fruta). Un frutero lleno de manzanas, naranjas o uvas no es solo altamente decorativo. Es tambi¨¦n una respuesta facil¨ªsima y san¨ªsima a la tentaci¨®n de comer entre horas. Mejor que el pan y las patatas fritas e infinitamente mejor que no caer en la tentaci¨®n. Wansink explica en su libro que tener la bolsa de patatas fritas o similar a la vista hace que, pong¨¢mosle, una mujer pueda engordar 3,5 kilos anuales m¨¢s que otra que no las tiene.
2. En el restaurante, pida tres cosas. El men¨² el d¨ªa no es amigo ni de paladares ni de est¨®magos. Y en la cena, si en lo que se piensa es en el peso, el vino tampoco ayuda. Wansink propone una f¨®rmula que remedia estos excesos: pedir tres cosas del men¨². "Un plato principal que le apetezca y otros dos elementos para acompa?arlo. Puede ser un aperitivo y una copa de vino, un bollo de pan y un postre. O un plato y comer dos bollos de pan. O un plato y dos vasos de vino¡ El caso es poder elegir entre los dos elementos y, as¨ª, evitar la sensaci¨®n de que se priva de algo. Haz esto y comer¨¢s entre un 21 y un 23% menos de calor¨ªas¡±.
3. C¨®mo no comprar la comida que no quieres acabar quemando en el gimnasio. Hacer la compra con hambre es una forma muy eficaz para pasarse la semana picando la basura por la que se ha pagado. Por eso el doctor recomienda llenar la parte delantera de la cesta de la compra con frutas y verduras e ir a hacer la compra mascando un chicle sin az¨²car. Seg¨²n ¨¦l, esta combinaci¨®n casi dru¨ªdica de elementos hace que compremos un 7% menos de comida basura. Y comida basura es, en realidad, todo aquello que no se pudra tarde o temprano.
4. Prohibido comer en la mesa de trabajo. ?Comes en la oficina? Primero, insiste a tu empresa a que ofrezca fruta gratis o algo similar en las zonas de descanso. Alguien tiene que empezar a traer esa costumbre estadounidense a Espa?a y deber¨ªas ser t¨². Segundo, paga siempre en efectivo tus comidas. Comprar¨¢s menos refrescos, dulces y postres. Y si vas a un buffet, prueba a sentarte de espaldas a la cola. Y decide lo que te apetece comer antes de lanzarte a por todo lo que ve tus ojos.
5. Juzgue la comida por sus platos. Si el plato es del mismo color que el alimento que vas a tomar (por ejemplo, un plato blanco para comer arroz ), es probable que te sirvan un 18% m¨¢s de comida. Adem¨¢s, es mejor utilizar platos m¨¢s peque?os de lo normal. Se comer¨¢ menos cantidad.
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