Isabel Preysler despu¨¦s de Miguel Boyer
Primero fue se?ora de Iglesias, luego de Falc¨® y m¨¢s tarde de Boyer. La muerte del exministro puso fin a 26 a?os de una uni¨®n que comenz¨® en la clandestinidad. Tras una vida marcada por los hombres, la reina de la prensa del coraz¨®n afronta un nuevo reto con la etiqueta de viuda
Vestida de negro riguroso, con un ligero maquillaje, protegida por unas gafas de sol y extremadamente delgada, Isabel Preysler recib¨ªa p¨¦sames en la capilla ardiente de su reci¨¦n fallecido esposo. Por all¨ª pasaron, adem¨¢s de familiares, representantes de la vida pol¨ªtica de los ¨²ltimos a?os y muchos de los grandes empresarios espa?oles. El poder pol¨ªtico y econ¨®mico desped¨ªa a uno de los suyos. Muchos de los que estuvieron cerca de ella en esos momentos refieren con sorpresa la serenidad con la que hablaba de lo sucedido. ¡°Ha sido bueno para Miguel, no ha sufrido¡±, dec¨ªa en referencia a la embolia pulmonar que acab¨® con la vida de Miguel Boyer a los 75 a?os. Mor¨ªa el exministro socialista de Econom¨ªa y la reina del coraz¨®n alcanzaba a los 63 la condici¨®n de viuda.
Los amigos del matrimonio Boyer parecen haber sellado un pacto de confidencialidad. Todav¨ªa impactados por la noticia que nadie esperaba a pesar de su delicada salud, saben que al exministro no le gustaba la exposici¨®n p¨²blica. Todos coinciden, eso s¨ª, en proclamar el ¡°profundo amor¡± que un¨ªa a Boyer y Preysler y en que ella superar¨¢ con ¡°serenidad¡± el golpe e iniciar¨¢ una nueva etapa.
La vida de Isabel Preysler ha estado, desde que lleg¨® a Espa?a desde Filipinas con solo 18 a?os, marcada por los hombres que han pasado por su vida. Con su primer marido, Julio Iglesias, alcanz¨® la notoriedad, ocup¨® las primeras portadas de las revistas y cuando se separ¨®, siete a?os despu¨¦s, su fama fue tal que una primera p¨¢gina suya vend¨ªa m¨¢s que una del cantante. Con Carlos Falc¨®, marqu¨¦s de Gri?¨®n, alcanz¨® otro estatus social que le permiti¨® relacionarse con las familias de m¨¢s abolengo de la sociedad espa?ola. Pero fue con Miguel Boyer cuando convivi¨® con el poder pol¨ªtico y econ¨®mico de una Espa?a en plena transformaci¨®n. Preysler, cuentan sus amigos, tiene una capacidad ¡°camale¨®nica¡± para moverse en diferentes c¨ªrculos, as¨ª pudo pasar de un ambiente a otro seg¨²n su pareja en ese momento. Esa cualidad la reforz¨® junto a Boyer.
En la ¨¦poca en que ocupaba el Ministerio de Econom¨ªa, Boyer reun¨ªa en su despacho a intelectuales para almorzar. Quien ejerc¨ªa de anfitriona en esos encuentros era Isabel Preysler, con quien manten¨ªa una relaci¨®n todav¨ªa no del todo oficial. Ambos estaban separ¨¢ndose, ella del marqu¨¦s de Gri?¨®n, ¨¦l de la prestigiosa ginec¨®loga Elena Arnedo. Algunos de los invitados a esos encuentros recuerdan a Preysler atenta a todo lo que se hablaba, pero sin apenas hacerse notar. Y es que junto a su tercer marido, la reina de la prensa del coraz¨®n hizo todo un m¨¢ster. Mujer de una gran intuici¨®n, pero con escasa preparaci¨®n, encontr¨® en Boyer un excelente maestro.
¡°Nosotros siempre supimos que lo nuestro era algo profundo, s¨®lido. Muchos no lo creyeron¡±, dijo ella al hacer balance de sus 26 a?os de matrimonio. De nuevo esos discretos amigos coinciden al responder que lo que un¨ªa a la pareja era ¡°el sentido del humor¡±.
Boyer en la intimidad se mostraba muy divertido y ocurrente. ¡°No era de carcajada, s¨ª de fina iron¨ªa. Isabel tambi¨¦n¡±. Pese a estar acostumbrada a ser el centro de todas las miradas, a Preysler las c¨¢maras no le gustan. ¡°Es mucho m¨¢s divertida de lo que parece. Cuando le hacen preguntas se envara pese a que lleva mucho tiempo expuesta a los medios de comunicaci¨®n. En privado es muy diferente¡±, aseguran.
Cuando Isabel Preysler y Miguel Boyer se instalaron en su espl¨¦ndida casa de la lujosa urbanizaci¨®n madrile?a de Puerta de Hierro la convirtieron en su fortaleza. Ella acept¨® vivir menos de cara al exterior y m¨¢s en la discreci¨®n como ¨¦l quer¨ªa. ¡°Lo hice encantada. Nunca nos aburrimos¡±, ha contado. Boyer admiraba de ella su capacidad para organizar. ¡°Si trabajara en la General Motors, ser¨ªa la presidenta¡±, contaba el exministro. Con m¨¦todo y disciplina cre¨® el universo perfecto para su tercer marido. Los libros que ¨¦l atesoraba se convirtieron en el eje en torno al cual decor¨® su mansi¨®n, convertida en una gran biblioteca. En este espacio de lectura pas¨® Boyer los ¨²ltimos dos a?os de su vida, una vez que un ictus le dej¨® para siempre marcado. Le¨ªa mucho en ingl¨¦s y le gustaban la f¨ªsica y las matem¨¢ticas. Sus amigos bromeaban: ¡°Miguel, qu¨¦ cosas lees¡±.
Isabel protegi¨® la imagen de su esposo al m¨¢ximo. Permiti¨® que la agencia Efe le hiciera unas fotos hace un a?o para mostrar que estaba bastante recuperado al menos en lo relativo a su aspecto y manej¨® con disimulo sus problemas de movilidad y expresi¨®n. En los ¨²ltimos tiempos Boyer mantuvo su capacidad intelectual, pero ten¨ªa dificultad para comunicarse. Aun as¨ª, de manera regular, los amigos de siempre acud¨ªan a cenar con ¨¦l: Felipe Gonz¨¢lez y su esposa, Mar Garc¨ªa Vaquero; Carlos Solchaga y la suya, Gloria Barba, y Natalia Rodr¨ªguez Salmones, viuda de Javier Pradera. Todos recuerdan c¨®mo su car¨¢cter algo hosco mut¨® para convertirse en un ser muy cari?oso.
Su esposa, Ana ¡ªla hija que tuvieron en com¨²n¡ª y los dos hijos de su anterior matrimonio con Elena Arnedo, Miguel y Laura, sellaron la paz alrededor del convaleciente tras a?os de distanciamiento. Todos ellos han vivido estos meses cuidando a Boyer, pero sobre todo Isabel, que solo sal¨ªa de casa para atender sus compromisos de trabajo. Ligada a Porcelanosa, no solo por un contrato vitalicio, sino por una gran amistad con los propietarios de la firma de azulejos, y a la joyer¨ªa Su¨¢rez, Preysler se ha mantenido as¨ª presente en la vida p¨²blica y ha obtenido importantes ingresos. El dinero que cobra por prestar su imagen es un alto secreto. Los expertos consultados aseguran que si Sara Carbonero ¡ªla mejor pagada en Espa?a¡ª recibe unos 20.000 euros por una presentaci¨®n, Preysler llega a duplicar esa cifra. En el hogar de los Boyer los ingresos disminuyeron y los gastos aumentaron hace dos a?os por la enfermedad del exministro. El dinero de Preysler ayud¨® a la econom¨ªa familiar. No ten¨ªan problemas, pero s¨ª menos liquidez. Hace unos meses, animada por su familia y amigos, la reina del coraz¨®n comenz¨® a salir algo m¨¢s. Sorprendi¨® verla en la recepci¨®n que ofrecieron los reyes Felipe y Letizia tras su llegada al trono. Hizo el besamanos seguida del presidente del Madrid, Florentino P¨¦rez. Una casualidad que ha dado pie a comentarios infundados. Ese mediod¨ªa, Preysler hab¨ªa quedado con Mar Garc¨ªa Vaquero, pero el protocolo las separ¨®, ya que el poder pol¨ªtico y el empresarial ocupaban salones diferentes.
Preysler se reinventar¨¢, nadie lo duda. Despu¨¦s de un periodo de luto, la reina del coraz¨®n volver¨¢ a la vida p¨²blica, a las portadas. Tras tres matrimonios, regresar¨¢ ya no como se?ora de Iglesias, Falc¨® o Boyer. Ser¨¢ otra.
La inteligencia y el chismorreo nacional
La ¨²ltima vez que fui a casa de Miguel Boyer fue para entrevistar a su mujer, Isabel Preysler. ?l estaba ausente, imagin¨¦ que ajeno a todo, a las visitas, a las ganas de compartir la memoria e incluso el silencio. Se produc¨ªa por tanto en torno a su nombre y a su figura, a su ausencia, ese bisbiseo condolido de las personas que sufren la situaci¨®n de un enfermo que antes fue luz y que ¨¦sta se le fue apagando hasta la extenuaci¨®n de la rabia. Isabel, su mujer, nos cont¨® (y fue publicado) que su tiempo se dedicaba a Miguel, pero ni la discreci¨®n suya ni la necesidad de saber escarbaron m¨¢s en las circunstancias en que se hallaba el enfermo. Hab¨ªa en aquella casa una huella, la de su inteligencia volcada en los libros. Mientras ella se preparaba para la entrevista vi algunos ejemplares que evidentemente hab¨ªan sido de su uso habitual en el pasado, antes de que la enfermedad lo dejara sin la respiraci¨®n intelectual que en un tiempo le sobr¨®. Esos libros estaban subrayados (ella me cont¨® que los llenaba adem¨¢s de papelitos), con interrogantes escritos a l¨¢piz; era la suya una excursi¨®n voluntariosa, indagatoria, sobre los libros; su biblioteca era ¨¦l, desde que era un muchacho. Naci¨® a destiempo quiz¨¢, y adem¨¢s en un pa¨ªs extranjero, y es probablemente ese doble hecho el que lo convirti¨® en un hombre extra?o en este pa¨ªs en que vale m¨¢s un chismorreo que una historia. Su trabajo como economista y como profesor, adem¨¢s de su pensamiento como pol¨ªtico, valen m¨¢s que los vol¨²menes de chismes que han corrido sobre ¨¦l y, tambi¨¦n, sobre su famosa pareja. Pero sobresale lo banal; este pa¨ªs ha decidido que ese sumidero en que se pudren las buenas mentes es m¨¢s destacable que las buenas gentes. Era inevitable, en la atm¨®sfera sabia de aquella biblioteca, recordar los recuentos que hac¨ªa gente como Juan Garc¨ªa Hortelano de sus encuentros con Boyer, cuando el entonces a¨²n ministro comenzaba a encontrarse en p¨²blico con la que ser¨ªa su mujer. De aquellas tenidas, que eran conversaciones literarias y pol¨ªticas, y seguramente mundanas tambi¨¦n, los que acompa?aban a Boyer destacaban la lucidez del hombre, su sentido del humor, su gallard¨ªa y su socarroner¨ªa, su duda met¨®dica que disfrazaba, y disfraz¨® hasta el final, de seguridad en s¨ª mismo, quiz¨¢ para ahuyentar a los pesados que no dudan de nada. De aquellas reuniones sal¨ªan todos pensando que quiz¨¢ el chismorreo se hab¨ªa ido de madre, pues aquella era una pareja normal que, en el ¨¢mbito de lo que era absolutamente privado, se hab¨ªa encontrado sin que hubiera que hacer sonar otras campanas que las que ellos dispusieran. Pero ya ven el vendaval que luego hubo; hubo otro vendaval, el de Ruiz-Mateos. Ahora los medios han puesto y repuesto aquellas escenas cantinflescas del hombre de Rumasa tratando de agredir al ministro. Esto no fue sino una an¨¦cdota, un lugar com¨²n en una historia de la que sobresali¨® la inteligencia de Boyer. Pero para narrar la inteligencia los medios tenemos menos sitio que para contar, como dir¨ªa ?lvaro Pombo, la falta de sustancia.
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