Porque tod@s tenemos derechos¡.
Inmigrantes descansan dentro de un centro deportivo en Tarifa. / M. M. (AP)
AUTORA: JARA ESBERT-P?REZ
Y por ello tenemos derecho a migrar, a la libre circulaci¨®n de la que habla el art¨ªculo 13 de la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos, pero, sobre todo, porque todos tenemos derechos, el derecho a tener derechos, recogido en el art¨ªculo 1 de esta Declaraci¨®n Universal.
La cuesti¨®n migratoria ha alcanzado un protagonismo importante en los medios desde hace largos meses ya. No cesan de llegar noticias sobre los saltos a la valla, la entrada de pateras, muertes en el mar, trifulcas en lugares fronterizos, sobre las denominadas "devoluciones en caliente" y otras situaciones que se dan con regularidad en el ¨²ltimo tiempo en las fronteras de Europa con pa¨ªses del sur y del este. Porque todos tenemos derechos, el derecho a migrar, recogido en el art¨ªculo 13 de la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos se pone en tela de juicio.
Por otro lado, cada vez son m¨¢s las denuncias presentadas por ONG¡¯s y organizaciones de Derechos Humanos sobre la gesti¨®n que se est¨¢ haciendo en los pasos fronterizos. Sin ir m¨¢s lejos, el pasado mes de agosto Andaluc¨ªa Acoge, SOS Racismo y PRODEIN presentaron una querella en la que se denuncia la actuaci¨®n de fuerzas auxiliares marroqu¨ªes que, seg¨²n el comunicado, apalearon a un inmigrante en territorio espa?ol, as¨ª como la no intervenci¨®n por parte de cuerpos de seguridad espa?oles presentes durante tal actuaci¨®n. Otro ejemplo es el informe publicado el pasado mes de julio Vulneraciones de Derechos Humanos en la Frontera Sur Melilla, de la Comisi¨®n de Observaci¨®n de Derechos Humanos (CODH), en el que se pone de manifiesto, entre otras, situaciones de malos tratos a personas extranjeras, tanto a manos de fuerzas policiales espa?olas como marroqu¨ªes. As¨ª mismo, el informe denuncia la falta de atenci¨®n sanitaria as¨ª como el uso de la fuerza y las actitudes agresivas con las "porteadoras" (mujeres marroqu¨ªes en situaci¨®n de exclusi¨®n que transportan mercanc¨ªa de Espa?a a Marruecos en condiciones de explotaci¨®n laboral) o las condiciones del CETI (centros de estancia temporal de personas migrantes).
Porque todos tenemos derechos, el derecho de la persona "a un nivel de vida adecuado que le asegure, as¨ª como a su familia, la salud y el bienestar (¡)", recogido en el art¨ªculo 25 de la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos se pone, de nuevo, en tela de juicio.
Situaciones de violaci¨®n de los Derechos Humanos en lugares donde los medios de comunicaci¨®n apenas pueden informar en profundidad de lo que sucede, con lo que la gravedad del asunto se recrudece enormemente. En los ¨²ltimos meses han sido frecuentes las noticias sobre c¨®mo la polic¨ªa confiscaba c¨¢maras de grabaci¨®n frente a la valla. Suerte que algunas personas muy comprometidas han seguido informando, exponi¨¦ndose al riesgo que ello conlleva, pero con la seguridad de la necesidad de que el mundo sepa lo que all¨ª est¨¢ sucediendo. Pero, ?s¨®lo falta de informaci¨®n? ?Podr¨ªamos hablar tambi¨¦n de manipulaci¨®n informativa? Hace no mucho un periodista publicaba un comunicado en el que expresaba su confusi¨®n frente al hecho de que en un determinado momento en la Frontera Sur, despu¨¦s de un tiempo de censura total, se les diera "rienda libre" para filmar y contar lo que estaba sucediendo en la frontera. Coincidi¨® con el momento en que se estaba solicitando un incremento de presupuesto a la UE para hacer frente a la inmigraci¨®n irregular. Entonces, s¨ª interesaba que el mundo supiera lo que estaba sucediendo, se puede presuponer que para crear presi¨®n a Europa para conseguir este incremento presupuestario, que podr¨ªa traducirse en nuevas vallas, aumento de cuerpos de seguridad y nuevas cuchillas. Porque todos tenemos derechos, el derecho "(¡) a la libertad de opini¨®n y de expresi¨®n (¡), el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitaci¨®n de fronteras, por cualquier medio de expresi¨®n", recogido en el art¨ªculo 19 de la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos se pone, una vez m¨¢s, en tela de juicio¡.
Pero no son las entradas de ciudadanos extranjeros en s¨ª mismas lo que parece preocupar a los dirigentes europeos, sino m¨¢s bien la de aquellos que tienen una situaci¨®n econ¨®mica m¨¢s precaria, aquellos con menos recursos, los que se encuentran en condiciones m¨¢s vulnerables. Normalmente son personas que vienen de pa¨ªses empobrecidos o en conflicto, que intentan entrar al territorio europeo.
Esta es la gran preocupaci¨®n. Y es a estas personas a las que m¨¢s les afecta la vulneraci¨®n de derechos humanos: se calcula que en los ¨²ltimos veinte a?os han perdido la vida intentando entrar por costas m¨¢s de 18.000 personas en aguas del Mediterr¨¢neo; en cuanto a los pasos fronterizos como la valla de Ceuta o Melilla, durante el pasado mes de agosto unas 1.500 personas intentaron entrar en Espa?a mediante siete intentos de salto en la valla de Melilla, de las cuales s¨®lo unos 80 lo consiguieron; seg¨²n un informe de M¨¦dicos sin Fronteras de 2012, alrededor de la mitad de las personas que atendieron fueron por causa de intento de salto a la valla.
Para estos ciudadanos parece no haber lugar en el territorio europeo, y, por ello, no cesan las propuestas de medidas para frenar su entrada.
Muchas de ellas son personas que vienen huyendo de situaciones de conflicto, a las que les ampara ¨Cte¨®ricamente- una ley de protecci¨®n internacional, el Derecho de Asilo (reconocida en el Convenci¨®n de Ginebra de 1951). Sin embargo, recientemente se est¨¢ haciendo p¨²blico que este derecho se viene vulnerando repetidamente. Por un lado, mediante la falta de informaci¨®n, bien en frontera o en la Pen¨ªnsula. Durante este mes de septiembre, el Consejo General de la Abogac¨ªa General emit¨ªa un comunicado donde exig¨ªa un Protocolo Especial de Actuaci¨®n a nivel administrativo, policial y sanitario en material de inmigraci¨®n irregular. Asimismo, el Consejo llamaba la atenci¨®n sobre el hecho de la llegada incipiente de personas que huyen de pa¨ªses en situaci¨®n de conflicto. Por otro lado, mediante la denegaci¨®n de este derecho de solicitud de asilo en casos en los que ni siquiera se llega a estudiar la situaci¨®n y necesidad de estas personas demandantes y emitiendo ¨®rdenes de devoluci¨®n sin tener resoluci¨®n previa de estas solicitudes. Un ejemplo de ello es la denuncia a Espa?a que emiti¨® el Tribunal Europeo de Derechos Humanos el pasado mes de abril por ordenar la expulsi¨®n de un grupo de personas proveniente de zonas de conflicto en el S¨¢hara.
Todos estos no son sino ejemplos de una situaci¨®n muy delicada, sobre la manera en que se est¨¢ haciendo frente al intento de entrada de nuevos ciudadanos a la aparentemente tan moderna y democr¨¢tica, solidaria y acogedora Europa, que ahora incluso empieza a hacer expulsiones y a marcar fronteras dentro de sus propias fronteras.
Pero las pol¨ªticas para frenar la denominada "presi¨®n migratoria" no se limitan al intento de frenar la llegada de nuevas personas, sino que tambi¨¦n desarrollan acciones en el interior de sus fronteras. Es el caso de las expulsiones, las repatriaciones, las deportaciones, los retornos o los encarcelamientos en Centros de Internamientos de Extranjeros (CIE).
Y la cosa se recrudece con noticias tan impactantes como el reciente vuelo planificado por el Gobierno espa?ol a Nigeria, pa¨ªs afectado por el ¨¦bola y al cual Frontex tiene prohibidas las expulsiones en este momento, por razones obvias.
Medios de comunicaci¨®n, organizaciones de defensa de Derechos Humanos, entidades locales, personas en tr¨¢nsito¡.Diversos agentes se entremezclan en un espect¨¢culo en el que los gobiernos europeos tienen el papel de directores de escena. ?stos, a su vez, exigen cada vez m¨¢s implicaci¨®n de la Uni¨®n Europea para dar respuesta a esta situaci¨®n. De hecho, la presidencia italiana de la UE en este segundo semestre del 2014 marc¨® como una de las principales prioridades el control de la inmigraci¨®n irregular. Reuniones, acuerdos, encuentros, medidas, "ayudas"¡ Y pasan los d¨ªas, los meses, y la situaci¨®n sigue igual, o peor. Se proponen peque?os cambios sin mirar de frente a una posible reforma estructural. Porque: ?qu¨¦ pasar¨ªa si las vallas no existieran?, ?qu¨¦ pasar¨ªa si hubiera una libre circulaci¨®n de personas?, ?si se concedieran visados para todo el mundo?, ?si las personas supi¨¦ramos que podemos ir a un lugar, y volver cu¨¢ndo quisi¨¦ramos?
A pesar de todo lo mencionado l¨ªneas arriba, parece injusto cerrar un art¨ªculo as¨ª sin hacer menci¨®n a todas aquellas personas que trabajan por y para la mejora de la calidad de vida de las personas migrantes, sobretodo de aquellas que se encuentran en una situaci¨®n de mayor vulnerabilidad. Son activistas, trabajadores sociales, educadores, periodistas, t¨¦cnicos, voluntarios e incluso personas del entorno pol¨ªtico, que luchan cada d¨ªa por intentar cambiar una sociedad enferma que permite la vulneraci¨®n sistem¨¢tica de derechos humanos. Porque permitir estas atrocidades atenta contra todos nosotros, contra la propia dignidad de nuestra sociedad.
Hace tan s¨®lo unos d¨ªas se celebraron en Bruselas unas jornadas, La Frontera Sur: ?hay soluciones?, en las que diversas organizaciones de Derechos Humanos, eurodiputados y otras personalidades denunciaron ante el Parlamento Europeo situaciones que suceden en frontera y exigieron un cambio en las pol¨ªticas migratorias de la Uni¨®n Europea. Porque todos tenemos derechos, el derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos se hagan plenamente efectivos, recogido en el art¨ªculo 28 de la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos se pone de manifiesto.
Gracias a todas estas personas luchadoras. Porque todos tenemos derechos¡
Jara Esbert-P¨¦rez. Vinculada a temas sociales desde hace a?os, en el ¨²ltimo tiempo trabaja intensamente el tema migratorio. Viajera y activista, es investigadora en temas de migraci¨®n y concretamente en retorno voluntario.
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