Callej¨®n sin salida
El enfoque actual de la cuesti¨®n catalana no da m¨¢s de s¨ª. Se abre paso el consenso sobre una reforma de la Constituci¨®n y el primer paso ser¨ªa elaborar un Libro Blanco por un ¡®comit¨¦ de sabios¡¯ aceptado por todos
El enfoque actual de la cuesti¨®n catalana no da m¨¢s de s¨ª. Los independentistas exhiben m¨²sculo en la calle, pero, jur¨ªdicamente, no pueden avanzar ni un mil¨ªmetro m¨¢s. El Gobierno central dispone de la fuerza de las normas, pero tiene seriamente enfrente a millones de personas. La tercera v¨ªa que proponen los socialistas, la federal, es tan evocadora como inconcreta; adem¨¢s, ahora la arista m¨¢s cortante del problema no es tanto c¨®mo profundizar en el autogobierno auton¨®mico o mejorar la financiaci¨®n, cuanto encontrar una f¨®rmula magistral que permita singularizar a¨²n m¨¢s a Catalu?a sin enfadar a las dem¨¢s comunidades. Es decir, la cuesti¨®n en este momento no es c¨®mo incrementar el federalismo, sino, m¨¢s bien, c¨®mo introducir nuevos elementos confederalizantes. Por otro lado, Mas est¨¢ cada vez m¨¢s solo: presionado desde dentro por sus socios m¨¢s radicales, que dicen no respetar el derecho ¡°espa?ol¡±, y limitado desde fuera por la inm¨®vil postura del Gobierno central. Mas se enfrenta de golpe a las consecuencias de las numerosas decisiones irresponsables que ha ido adoptando, muchas de ellas solo explicables por un mezquino c¨¢lculo electoral o desde una lectura err¨®nea de los acontecimientos. Es como un camarero con una bandeja enorme a punto de tropezar estrepitosamente.
Estamos en un callej¨®n sin salida. Y es que el debate planteado radicalmente entre la independencia de Catalu?a o no, camuflado subrepticia (y h¨¢bilmente) bajo la forma de un supuesto derecho a decidir, no permite di¨¢logo ni negociaci¨®n alguna. Un desaf¨ªo planteado en sus t¨¦rminos esenciales con tanta agresividad y tosquedad, por m¨¢s que, formalmente, se apele justo a lo contrario, a la tolerancia y a la democracia, no permite avanzar. Respecto de Catalu?a se han venido haciendo muchas cosas mal en Madrid y Barcelona, pero una de las peores es la de hacer creer a mucha gente de buena fe en Catalu?a que hab¨ªa disponible un camino jur¨ªdico relativamente sencillo y en gran medida unilateral para lograr la independencia.
El decreto de convocatoria de la consulta de independencia de Catalu?a ha sido impugnado ante el Tribunal Constitucional (TC), por la v¨ªa del art¨ªculo 161.2 CE, que conlleva la suspensi¨®n autom¨¢tica de la consulta, de modo que es imposible que se celebre la consulta en noviembre. Y, despu¨¦s de varios a?os, cuando el TC, examinando si la Generalitat se ha extralimitado de sus competencias constitucionales, tanto en el decreto como en la propia ley que le habilita, falle, lo har¨¢ seguramente aplicando su doctrina de la STC 103/2008 (en relaci¨®n con el plan Ibarretxe) y declarando la evidente inconstitucionalidad del decreto y de la ley. No es nuevo este intento de hacer pasar como ¡°consulta¡± lo que, en realidad, es un ¡°refer¨¦ndum¡±, cuya convocatoria corresponde a las instituciones estatales y sobre el que, en una cuesti¨®n como esta, deber¨ªan ser llamados todos los espa?oles porque nos afecta a todos, no s¨®lo a una parte. Ya lo intentaron los nacionalistas vascos y fracasaron estrepitosamente. Y todo esto es l¨®gico: ning¨²n sistema constitucional del mundo permite en su seno la secesi¨®n m¨¢s o menos controlada de parte de su territorio. Los ejemplos quebequ¨¦s y escoc¨¦s, que no son del todo comparables al caso catal¨¢n, son la excepci¨®n, no la regla, y, adem¨¢s, ambos han concluido con el fracaso de las posiciones independentistas.
Catalu?a no vive un periodo de consulta, sino un proceso electoral,
de momento, disfrazado
Por cierto, los nacionalistas han tenido ¨¦xito en la batalla de las ideas tambi¨¦n en el momento de seleccionar los precedentes de la cuesti¨®n catalana porque han logrado situar en el plano de la opini¨®n p¨²blica los modelos quebequ¨¦s y escoc¨¦s como los ¨²nicos a tener en cuenta y la quintaesencia de lo democr¨¢tico, pero lo cierto es que muchos otros Estados, tan democr¨¢ticos como Reino Unido o Canad¨¢, se est¨¢n enfrentando a las tensiones territoriales internas de un modo semejante al espa?ol. Por no hablar de Francia, B¨¦lgica, Estados Unidos (Texas), o Alemania (Baviera). Ah¨ª est¨¢, por ejemplo, Italia, donde su Tribunal Constitucional ya en una sentencia de 1989 traz¨® la distinci¨®n entre consulta y refer¨¦ndum del modo que lo ha hecho el nuestro, y que se enfrenta a una ley de la Asamblea Regional del V¨¦neto, de 12 de junio de este mismo a?o, que plantea una consulta de independencia. En mi opini¨®n, el ejemplo italiano es el m¨¢s parecido al catal¨¢n: se trata de las regiones m¨¢s ricas del pa¨ªs que, tomando como fundamento algunas diferencias ¨¦tnicas (de un modo m¨¢s que discutible), en realidad han tenido como motor (al menos inicial) de sus reivindicaciones la idea de que la riqueza que se genera all¨ª no debe ir a las respectivas regiones del Sur (donde, supuestamente, se despilfarra). La justificaci¨®n independentista de que Madrid (o Roma) ¡°nos roba¡± no deja de ser realmente curiosa viniendo de las regiones m¨¢s ricas del pa¨ªs.
En realidad, ahora no estamos en un proceso de consulta en Catalu?a, sino en un proceso electoral, de momento, disfrazado. Cabe prever un gran ¨¦xito en las urnas de los partidos nacionalistas. Pero la imposibilidad de ir m¨¢s all¨¢ en el ¡°proceso¡± si no se mueve ficha desde Madrid ser¨¢ la misma. Si gana ERC, es previsible mayor tensi¨®n, pero las cosas no pueden cambiar unilateralmente.
El Gobierno central se ha instalado c¨®modamente en la fuerza que le dan las normas. Pero tenemos a millones de personas frustradas. Es imposible meter la pasta de dientes en el tubo una vez que ya est¨¢ fuera. Adem¨¢s, es probable que el Gobierno que salga de las urnas ya no disponga de mayor¨ªa absoluta. Los nacionalistas catalanes pueden recuperar peso en las instituciones centrales. En cualquier caso, el ¡°problema catal¨¢n¡± es, en realidad, el ¡°problema espa?ol¡± porque hay otros territorios donde el sentimiento independentista est¨¢ esperando para hacer suyos los resultados de lo que suceda en Catalu?a: Pa¨ªs Vasco, Navarra, Baleares, Galicia, Canarias¡ No se puede abordar el caso catal¨¢n sin comprender este contexto. Hace falta una soluci¨®n global.
Los dirigentes de CiU deben abandonar su estrategia ¨¦pica y pactar con partidos estatales
A esta fecha, se plantean varias opciones. Una es dejarse llevar por la inercia de los acontecimientos pol¨ªticos (elecciones pr¨®ximas) y jur¨ªdicos (fallos judiciales) ya planteados, sin variar ni un ¨¢pice el enfrentamiento entre la independencia y el inmovilismo, esperando el veredicto de las urnas y el reparto de una nueva mano. Probablemente, esto ser¨¢ lo que suceda. Pero es preferible intentar superar este enfoque, claramente inservible, por un nuevo planteamiento. Hay que dialogar. Yo hablo de momento constituyente, as¨ª que o se hace con voluntad seria de consenso, abandonando el cinismo de los actores actuales, o es mejor no iniciarlo. Somos muchos lo que estamos hartos de tantas mentiras. Se va abriendo paso un consenso sobre la necesidad de reformar en profundidad nuestra Constituci¨®n.
Pues bien, me parece que un primer paso en ese sentido ser¨ªa la elaboraci¨®n de un Libro Blanco por parte de un comit¨¦ de sabios, juristas, expertos en financiaci¨®n auton¨®mica y economistas, respetados, aceptados por todos y que, en su momento, pudiera ser tomado en consideraci¨®n por las nuevas C¨¢maras llamadas a reformar la Constituci¨®n. Una especie de Informe Garc¨ªa de Enterr¨ªa de nuevo cu?o. Es crucial llevar el debate a t¨¦rminos racionales de datos y argumentos lo m¨¢s objetivos posibles, examinando las fortalezas y debilidades de nuestro sistema auton¨®mico y planteando posibilidades de cambio sensatas y compartibles por todos y, por supuesto, huyendo de la estrategia de los esl¨®ganes y mentiras dirigidos a excitar los sentimientos. Si, a cambio de la apertura de este nuevo tiempo de di¨¢logo, los dirigentes de CiU abandonaran el tono ¨¦pico de su estrategia (que es m¨¢s bien tragic¨®mico) y pactaran con partidos estatales, quiz¨¢ formando un nuevo gobierno en Catalu?a (evidentemente sin el se?or Mas), podr¨ªan, adem¨¢s de conseguir finalizar la legislatura y no entregar el Gobierno a los radicales, enconando a¨²n m¨¢s las posturas, ayudar a serenar los ¨¢nimos y a encontrar una salida a este callej¨®n que parece no tenerla.
Fernando Rey es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional en la Universidad de Valladolid.
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