Un tribunal del pasado
Se necesita un ¨®rgano t¨¦cnico e independiente para fiscalizar a la Administraci¨®n
An¨¦cdota: ¡°Relato breve de un hecho curioso¡±, ¡°suceso circunstancial o irrelevante¡±, seg¨²n la Real Academia. No es nada anecd¨®tico que un opositor haya sido capaz de adivinar los nombres de 12 de las 14 personas que iban a ser aprobadas en una oposici¨®n a auxiliares y subalternos del Tribunal de Cuentas, como ha contado este peri¨®dico. O que se rechace de subalterno a quien saca la segunda mejor nota en oposiciones a t¨¦cnico de Hacienda. Estos hechos cuentan mucho de una instituci¨®n de la que ya sab¨ªamos que tiene ocupados m¨¢s de un centenar de sus 700 puestos de trabajo por familiares y/o allegados de altos cargos y de representantes sindicales.
Su presidente, Ram¨®n ?lvarez de Miranda, ha pensado algunas medidas correctoras. Por ejemplo, cambiar la composici¨®n de los jurados encargados de examinar a los aspirantes a la plantilla del tribunal, de modo que en su mayor¨ªa sean externos: cabe suponer a los de fuera menos condicionados que a los de dentro.
La correcci¨®n puede ser necesaria, pero insuficiente. El Tribunal de Cuentas tiene un problema de credibilidad perdida. Deber¨ªa gozar de una absoluta independencia y estar obligado a efectuar un trabajo transparente, pero ha sido conducido a la decadencia por intereses pol¨ªticos.
El problema es doble. Por una parte se coarta la independencia de la instituci¨®n, cuyos miembros emanan de negociaciones entre partidos marcadas por la pelea por cuotas de influencia, m¨¢s que por la b¨²squeda de los mejores auditores posibles.
Y, por otra, se ha permitido un sistema interno en gran parte nepotista, donde familiares y amigos han gozado de considerables posibilidades de hacerse con las vacantes en los puestos de trabajo de la instituci¨®n.
El Tribunal de Cuentas no es nada anecd¨®tico, porque se trata del fiscalizador de las Administraciones p¨²blicas de Espa?a, incluidos los partidos pol¨ªticos ¡ªde los que a la postre depende, al menos de los m¨¢s importantes¡ª. Lo que se va sabiendo recuerda menos a ¨®rganos de auditor¨ªa modernos que a burocracias del pasado. Hace falta un tribunal mucho m¨¢s t¨¦cnico e independiente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.