Desigualdad fiscal
Este art¨ªculo ha sido escrito por Susana Ruiz de Oxfam Interm¨®n.
La Comisi¨®n de Hacienda del Congreso de los Diputados aprobar¨¢ hoy las tres leyes que conforman la reforma fiscal. Nada nuevo bajo el sol, sino la apabullante realidad de que con esta reforma que poco reforma, se profundiza en la inequidad econ¨®mica y social en Espa?a.
La reforma fiscal condiciona la inversi¨®n p¨²blica, sobre todo en pol¨ªticas sociales, las pol¨ªticas que garantizan la igualdad de oportunidades y una mayor cohesi¨®n social. El gobierno anunciaba que estas leyes supondr¨ªan un coste para las arcas p¨²blicas de 9.000 millones de euros en los pr¨®ximos dos a?os. Como si la realidad de Espa?a fuera otra, la de un pa¨ªs en el que no se han recortado dr¨¢sticamente hasta ahora las pol¨ªticas p¨²blicas ni los niveles de pobreza y exclusi¨®n no se hubieran disparados.
La reforma fiscal tambi¨¦n condiciona la equidad e incrementa la brecha social. El Ministro Montoro anunciaba que ¡° era el momento de devolver impuestos a los espa?oles¡± despu¨¦s de haberles exigido esfuerzos y sacrificios para reaccionar ante la grave crisis econ¨®mica. ?Pero de qu¨¦ ciudadanos habla el Ministro? Claramente, la reforma fiscal beneficia ante todo a las rentas m¨¢s altas, gracias a la rebaja en el IRPF y en las rentas del ahorro. Un selecto grupo que ver¨¢ c¨®mo su renta disponible mejorar¨¢ sustancialmente, entre un 4% y un 9%, mientras que m¨¢s de 10 millones de contribuyentes apenas sentir¨¢n la rebaja, con una mejora de tan solo 36 euros al mes en promedio.
Con esta reforma fiscal no mejorar¨¢ la renta disponible de los ciudadanos, es decir, lo que realmente nos queda en el bolsillo despu¨¦s de haber pagado impuestos y considerando las compensaciones econ¨®micas o transferencias que recibimos del Estado. Es decir, no mejoran las condiciones de vida de la gran mayor¨ªa de los ciudadanos. M¨¢s para unos pocos, casi nada para la mayor¨ªa.
La reforma fiscal profundiza la brecha entre los actores econ¨®micos. En julio de este a?o, la agencia tributaria (AEAT) hac¨ªa p¨²blico el ¨²ltimo informe de recaudaci¨®n anual, con los datos de 2012, donde se detalla que las grandes empresas apenas pagan en impuestos un 5.4% sobre su resultado contable, un 80% por debajo del tipo nominal que les correspond¨ªa en ese momento (un 30%). Es evidente, las grandes empresas pagan pocos impuestos gracias a una bater¨ªa de beneficios fiscales discrecionales y al amparo de una legislaci¨®n que apenas hace nada para cerrar los recodos de la arquitectura internacional que facilitan la elusi¨®n fiscal.
En lugar de fijarse como objetivo acercar el tipo efectivo (lo que realmente pagan) de las grandes empresas al tipo nominal (lo que en teor¨ªa deber¨ªan pagar), la reforma fiscal plantea justo lo contrario. Si ya era evidente que antes pagaban poco, la nueva ley rebaja en 5 puntos el impuesto de sociedades para los grupos consolidados para igualarlo con el que pagan las pymes. No se recaudar¨¢ m¨¢s, se suprime la leve progresividad en este impuesto y se siguen manteniendo tratamientos privilegiados a los que tan solo se acogen las m¨¢s grandes.
Antes de este tr¨¢mite parlamentario, el Gobierno ya anticipaba el impacto recaudatorio de la reforma, dentro del Proyecto de ley de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) presentado el pasado 30 de septiembre. Un ejercicio poco realista, en el que se f¨ªa todo a un crecimiento econ¨®mico m¨¢s que dudoso. Lo que los PGE evidencian por la parte de ingresos es que el peso de la contribuci¨®n seguir¨¢ recayendo principalmente sobre los ciudadanos, que aportar¨¢n el 86% del total de ingresos p¨²blicos. Pero cada vez con mayor regresividad, puesto que se amplifica la dependencia en los impuestos al consumo (el IVA y los impuestos especiales).
Es una reforma fiscal que perpet¨²a las diferencias entre ricos y pobres y condiciona peligrosamente los presupuestos generales del Estado. Ser¨¢ dif¨ªcil que dejemos de ser el segundo pa¨ªs m¨¢s desigual de Europa.
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