Llevarse bien con el jefe
Un alto porcentaje de personas cambian de trabajo por mala relaci¨®n con su superior ?stas son pautas para dar la vuelta a un ambiente laboral t¨®xico
Para promocionar en un empleo, y abrirse camino en la escala corporativa, hace falta algo m¨¢s que cualificaciones, suerte, m¨¦ritos o confianza¡ hace falta llevarse bien con el jefe. La mala relaci¨®n con el jefe inmediato superior afecta al trabajo, pero tambi¨¦n tiene consecuencias en otras esferas de la vida, incluida la familiar y el estado de salud del trabajador: s¨ªntomas como: estr¨¦s, insomnio, inseguridad, fatiga, baja autoestima¡ o una mezcla de todo ello, tanto a nivel psicol¨®gico como f¨ªsico.
La mayor¨ªa de trabajadores que afrontan este problema dimiten con la esperanza de que en el nuevo trabajo disfruten de una mejor atm¨®sfera. Y as¨ª, una mala relaci¨®n se traduce en la b¨²squeda de un nuevo empleo. El 70% de las personas que cambian de trabajo lo hacen por su mala relaci¨®n con su jefe inmediato.
Estudios de la empresa Gallup destacan que los empleados renuncian para dejar a los jefes y no a las empresas. La misma agencia concluy¨®, en el mercado estadounidense, que una mala relaci¨®n con el superior inmediato es la primera causa para renunciar a un empleo. Y por tanto, supera a otras razones que podr¨ªan parecer m¨¢s importantes como: el nivel salarial, la falta de promoci¨®n, el exceso de horas extras no retribuidas o el trabajo en s¨ª mismo.
Si tus acciones inspiran a otros a so?ar m¨¢s, aprender m¨¢s, hacer m¨¢s y ser mejores, eres un l¨ªder¡± Jack Welch
M¨¢s datos: seis de cada diez empleados espa?oles ¡°no conf¨ªan en su jefe¡±, y una tercera parte se lamenta de que ¡°nunca les escucha¡±, seg¨²n una encuesta realizada por la consultora Otto Walter. Del otro lado las cosas no est¨¢n mejor, la misma consultora llega a estas conclusiones: nueve de cada diez directivos espa?oles opinan que es muy dif¨ªcil contratar personas responsables, competentes, motivadas y comprometidas con la empresa.
La opci¨®n de quedarse en la compa?¨ªa y darle la vuelta a la situaci¨®n no es la favorita, seg¨²n se deduce de las estad¨ªsticas. Pero quiz¨¢ es la mejor. Sin duda, encontrar una v¨ªa de entendimiento favorecer¨ªa al trabajador que as¨ª mejorar¨ªa sus habilidades. De otra parte, ?qui¨¦n le garantiza que en el siguiente empleo no le ocurrir¨¢ lo mismo? Ir de trabajo en trabajo, en b¨²squeda del ambiente perfecto, parece una utop¨ªa. Huir no parece una soluci¨®n porque al final uno siempre acaba encontr¨¢ndose consigo mismo y con sus debilidades. ?Y si el reto no fuese sobrevivir a la relaci¨®n y aguantar, sino convertir esa mala relaci¨®n en algo completamente diferente y en una motivaci¨®n para quedarse?
Para saber m¨¢s
LIBROS:
¡®Jefes: aprenda a conocerlos y gane su confianza¡¯
Xavier Guix
¡®El l¨ªder que no ten¨ªa cargo¡¯
Robin Sharma
¡®El alma del liderazgo¡¯
Deepak Chopra
PEL?CULAS:
¡®The company men¡¯ (2010)
John Wells
¡®El jefe¡¯ (2010)
Fernado Ayala
¡®C¨®mo acabar con tu jefe¡¯ (2011)
Seth Gordon
1. Decir lo que el jefe piensa. Hace al empleado irrelevante. Si no hay debate, aportaciones de valor, complementariedad, contraste, incluso diferencias¡ ?para qu¨¦ contratar a dos personas que idean lo mismo? Tal vez bastar¨ªa con una. Por esta raz¨®n, estar de acuerdo en todo no es una buena estrategia.
2. Decir lo que uno piensa. Hace al empleado rebelde. En el polo opuesto est¨¢ el trabajador que siempre est¨¢ en desacuerdo, llevando la contraria, buscando la pol¨¦mica. Es una situaci¨®n en la que no hay puntos en com¨²n, ni entendimiento, ni ganas de tenerlo. Y crea un ambiente explosivo que convierte el espacio laboral en una guerra de trincheras. Es un rol destructivo. Al fin y al cabo, nadie en su sano juicio dice siempre todo lo que piensa, por prudencia o respeto.
3. Decir lo que el jefe no piensa. Hace al empleado necesario. Cuando un empleado ¡°sorprende¡± a su superior y hace aportaciones: diferentes, creativas, nuevas¡ a?ade valor al equipo; ya que proporciona una nueva mirada. Siendo as¨ª hay complementariedad, suma de criterios, aportaci¨®n mutua de ideas, aprendizaje compartido. Es un rol constructivo. De las tres opciones, esta es la mejor porque crea sinergias y convierte al empleado en alguien valioso, m¨¢s necesario y menos reemplazable que otros.
4. Entender las necesidades del jefe. Tener trabajo no significa que quien est¨¢ en esta situaci¨®n tenga claro para qu¨¦ le contrataron y qu¨¦ se espera de ¨¦l o ella. La forma m¨¢s r¨¢pida de saberlo es preguntando al jefe inmediato: ?cu¨¢les son mis objetivos prioritarios?, ?qu¨¦ resultados debo proporcionar?... Cuando se tienen presentes las necesidades del superior y los desempe?os del cargo, todo es m¨¢s f¨¢cil, no hay malentendidos y la relaci¨®n fluye mejor.
5. Ser emp¨¢tico y ponerse en su lugar. De entre todas las expresiones de la inteligencia emocional, la empat¨ªa ocupa un lugar prioritario. Cada uno sabe c¨®mo est¨¢, qu¨¦ siente y qu¨¦ piensa, pero a menudo olvida que el jefe tambi¨¦n tiene que lidiar con todo eso. Tratar de imaginar qu¨¦ le motiva, cu¨¢les son sus preocupaciones y temores, incluso sus inseguridades, permitir¨¢ acercarse a la persona que hay detr¨¢s del profesional y poder entenderla mejor.
6. Proveer soluciones a los problemas. En lugar de dejar sobre la mesa del superior todos los problemas, conviene aportar opciones y posibles soluciones a medida que van surgiendo las dificultades. A nadie le gusta estar resolviendo todo a todos, resulta agotador. Cuando se llevan asuntos al jefe es una prioridad acompa?arlos de posibles soluciones para discutirlas.
7. El jefe no es un amigo. El ¨¢mbito laboral y el profesional son diferentes y mezclarlos puede ayudar o puede perjudicar, pero no garantiza una mejor relaci¨®n. Dos tercios de los empleados creen que no es posible ser amigo del jefe debido a los diferentes roles. Como siempre ¡°el camino medio¡± es lo m¨¢s prudente: no mantener una relaci¨®n ni demasiado estrecha ni demasiado distante. Hay que huir del amiguismo y abrazar la profesionalidad. No hace falta ser ¨ªntimos, pero s¨ª es necesario llevarse bien; son cosas distintas.
8. No tratar de ¡°caerle bien¡±. Lo que los dem¨¢s piensan es incontrolable. Por lo tanto, tratar de ser del agrado de un superior es una empresa perdida de antemano. Aunque podemos influir en lo que piensan los dem¨¢s de nosotros, nunca podemos controlarlo, y estar pendiente de ello es una p¨¦rdida de tiempo y energ¨ªa.
9. Mejorarse a s¨ª mismo. En lugar de intentar arreglar la relaci¨®n, ?por qu¨¦ no tratar de mejorar uno mismo? El mundo est¨¢ lleno de gente tratando de cambiar a los otros, pero pocos intentan hacerlo consigo mismos. Las relaciones son un reflejo de las personas, si queremos cambiar los efectos, habr¨¢ que enfocarse en las causas. Y las causas dependen de todos y cada uno de los intervinientes. Cuando un trabajador transciende los problemas con su jefe, a menudo lo hace tambi¨¦n con otros tipos de relaciones, ya sean personales o profesionales.
10. Centrarse en el trabajo. Tal vez el trato con el jefe no es el mejor, pero hay otras cosas buenas en el trabajo. Conviene recordar por qu¨¦ se eligi¨® ese trabajo y recuperar los elementos que hacen del puesto una buena opci¨®n. No todo es perfecto, pero tampoco todo es malo. Adem¨¢s, cuando se est¨¢ enfocado en la tarea, los problemas se relativizan, hay prioridades m¨¢s all¨¢ de uno mismo, y el bien del equipo, o del departamento, eclipsan otros objetivos.
Un jefe es un hombre que necesita a los dem¨¢s¡± Paul Valery
Tal vez, deber¨ªamos huir de los patrones: o todo o nada, amigo o enemigo. Cuando el ego toma el control de una relaci¨®n, desea poner la relaci¨®n a su servicio y manipular al otro: si el otro se comporta como su ego desea, todo ir¨¢ bien y ser¨¢ amigo; si no se comporta como espera, la relaci¨®n se deteriorar¨¢ y le declarar¨¢ enemigo. Hay un camino medio de transformaci¨®n que ata?e a ambos: jefe y subalterno; y el poder est¨¢ en las manos de ambos por que la relaci¨®n es de los dos.
La asertividad es ¡°el camino medio¡± en el cual una persona manifiesta su opini¨®n, pero lo hace de un modo respetuoso y no agresivo. Manifiesta lo que piensa y siente, lo cual es indiscutible, ya que es su propiedad emocional y mental. Y no discute lo que hace o dice el otro, porque no le corresponde juzgar. En ese ¨¢mbito as¨¦ptico y no personal, el di¨¢logo puede desarrollarse libre del ego de ambos, lo cual beneficiar¨¢ a todos. Una vez m¨¢s, dialogar con el jefe es la soluci¨®n, no desde la rebeli¨®n o la sumisi¨®n, sino desde la asertividad.
Un cambio en la relaci¨®n redundar¨¢ en un entorno laboral m¨¢s efectivo. El jefe respetar¨¢ m¨¢s a su subordinado y ¨¦ste habr¨¢ mejorado sus habilidades comunicativas que le servir¨¢n para una promoci¨®n en ese puesto o en otro. Y una vez hecho ese cambio, y cuando la relaci¨®n se normalice, entonces uno puede plantearse quedarse o marcharse (ya no es una huida) con la certeza de que la pr¨®xima relaci¨®n con un nuevo responsable ser¨¢ un desaf¨ªo para el que se cuenta con las habilidades que le permitir¨¢n afrontarlo con ¨¦xito.
Cuando los empleados tambi¨¦n son l¨ªderes
"Todos tenemos un l¨ªder interior que est¨¢ deseando que lo liberen. Todos poseemos una capacidad natural para dirigir que no tiene nada que ver con un cargo, ni con la edad, ni con d¨®nde vivimos. Todos tenemos este potencial. Lo ¨²nico que necesitamos es ser conscientes y reconocerlo. Si la gente de todas las organizaciones, de las empresas, de los Gobiernos, de las comunidades, de las escuelas abrazaran este concepto, el mundo entero se transformar¨ªa. Y una vez se despierta el l¨ªder interior, se ha de poner en pr¨¢ctica cada d¨ªa, porque cuanto m¨¢s se utiliza este poder, m¨¢s se conoce" (Robin Sharma, autor de El l¨ªder que no ten¨ªa cargo).
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