Indiana Jones no estuvo aqu¨ª
Un recorrido por la selva de Calakmul, combinaci¨®n de pir¨¢mides mayas y naturaleza. Es patrimonio mixto de la humanidad, pero un 95% de sus ruinas sigue bajo la vegetaci¨®n
En kil¨®metros y kil¨®metros a la redonda todo es selva verde oscuro, y en medio est¨¢n los restos de la ciudad milenaria de Calakmul, la mayor¨ªa cubiertos todav¨ªa bajo la vegetaci¨®n desde que desaparecieron los antiguos mayas. El arque¨®logo Ram¨®n Carrasco es un se?or delgado y fibroso de 64 a?os. Vive aqu¨ª desde 1993. Cuando lleg¨®, esto llevaba alrededor de mil a?os deshabitado. ¡°Mi primera visita a Calakmul fue en helic¨®ptero. Descendimos en un espacio donde acababan de cortar la maleza e hicimos un recorrido para darnos una idea de lo que ser¨ªa el futuro proyecto¡±. Ahora, Carrasco est¨¢ haciendo de anfitri¨®n para dos decenas de periodistas que han venido en una gira organizada por el Gobierno despu¨¦s de que la Unesco reconociera a este conjunto de arqueolog¨ªa y selva como patrimonio mixto de la humanidad, una categor¨ªa combinada de naturaleza y cultura que solo poseen 31 lugares en todo el mundo. Cuando el grupo llega al pie de la pir¨¢mide principal de Calakmul, la Estructura II, de 45 metros de altura y con decenas de pelda?os de piedra hasta la cima, Ram¨®n Carrasco se queda parado, y un periodista le pregunta si no va a subir con ellos. ¡°Ya he subido 20.000 veces¡±.
Estructuras, nunca pir¨¢mides. En el sitio arqueol¨®gico de Calakmul no se dice pir¨¢mides porque el jefe dice que no son pir¨¢mides. ¡°Los mayas constru¨ªan cerros, no pir¨¢mides¡±. Considera que para ellos la monta?a era el origen y el final de la vida, y que sus pir¨¢mides o sus cerros o sus estructuras o como quieran llamarles eran representaciones simb¨®licas de la monta?a, elemento esencial de su filosof¨ªa. Ram¨®n Carrasco afirma que el pensamiento maya era animista y que no ten¨ªan dioses. Sostiene que para ellos no hab¨ªa deidades que intermediasen entre el hombre y la naturaleza, sino que le hablaban directamente a la naturaleza: ¡°T¨² no haces una ceremonia para pedirle al dios de la lluvia que mande lluvia. Lo que haces es pedirle a la lluvia que venga¡±. La monta?a era el centro de todo, ¡°la morada de la entidad an¨ªmica¡±. En su interior resid¨ªan los antepasados y all¨ª iban a parar los muertos en un regreso circular al origen. Dentro de la Estructura II, por ejemplo, se encontr¨® la tumba de Garra de Jaguar, Yuknoom Yich¡¯aak K¡¯ak¡¯, gobernante del Se?or¨ªo de la Cabeza de Serpiente entre los a?os 686 y 697 de nuestra era.
Calakmul estuvo ocupado desde el precl¨¢sico medio, sobre el siglo VI antes de Cristo, hasta el cl¨¢sico tard¨ªo, siglo X m¨¢s o menos. Su momento de auge fue con la dinast¨ªa Kaan, la de Garra de Jaguar y su padre. Ah¨ª alcanzaron su fase de mayor dominio sobre el ¨¢rea maya, desde el sureste de M¨¦xico hasta el norte de Guatemala. Calakmul era una ciudad-estado a la que estaban subordinados otros pueblos en una compleja interrelaci¨®n pol¨ªtica y religiosa. Los Kaan iban de una guerra en otra. Entre el siglo IX y el X vino el colapso maya ¨Cen teor¨ªa por la combinaci¨®n de una explosi¨®n demogr¨¢fica con sequ¨ªas¨C y el centro del Se?or¨ªo de la Cabeza de Serpiente qued¨® abandonado durante diez siglos. Calakmul fue uno de los descubrimientos m¨¢s tard¨ªos de la arqueolog¨ªa mexicana. La selva ocult¨® las ruinas hasta 1931, cuando el bi¨®logo estadounidense Cyrus Lundell las encontr¨®. Un a?o despu¨¦s, Lundell inform¨® del hallazgo a Sylvanus Morley, un arque¨®logo de Harvard. Morley hizo por entonces la primera exploraci¨®n y dej¨® registro de la existencia de un centenar de estelas, l¨¢pidas de piedra puestas en vertical sobre las que los gobernantes de Calakmul iban ordenando tallar en glifos la leyenda de sus logros. Desde la expedici¨®n de Morley se abri¨® un hueco de 50 a?os en el que no volvi¨® a haber trabajo arqueol¨®gico en Calakmul y en el que se produjo un saqueo de estelas a las que le serraban la superficie labrada para llev¨¢rsela. El Instituto Nacional de Antropolog¨ªa e Historia retom¨® la exploraci¨®n en 1982 y en 1993 se formaliz¨® el Proyecto Calakmul.
El origen ¡°antropog¨¦nico¡± de la reserva natural, su evoluci¨®n humanizada, ha sido el argumento de la Unesco para declarar patrimonio mixto toda la zona, dado que el ¨¢rea arqueol¨®gica ya era patrimonio cultural desde 2002. El ejemplo de las lagunas consiste en que aqu¨ª el suelo es calc¨¢reo y no retiene el agua menos en sitios espec¨ªficos donde se forman aguadas, por lo que los mayas optaron por cuidar esos puntos de abastecimiento y enlosaron su lecho con lajas de piedra para retener el agua. Con eso tambi¨¦n contribuyeron a mantener los ¨²nicos lugares donde los animales pod¨ªan beber. El agua sigue siendo el reto principal para la conservaci¨®n natural de Calakmul. En los ¨²ltimos 50 a?os se ha registrado una reducci¨®n del 16% en la media anual de lluvia. Por las copas de los ¨¢rboles hay un grupo de monos aulladores medio dormidos. Al cabo de unos minutos espabilan y se ponen a berrear como descosidos. Hay quien compara el grito de estos micos con el rugido de los grandes felinos. El sonido que emiten no tiene proporci¨®n con el tama?o de su cuerpo y su tono es una debacle gutural. Aun as¨ª, de car¨¢cter tienen mejor fama que los otros simios de Calakmul, los monos ara?a, m¨¢s peque?itos, pero, seg¨²n dicen, m¨¢s ¡°cabrones¡±.
El agua sigue siendo el reto para la conservaci¨®n natural de Calakmul. En 50 a?os se ha reducido un 16% la media anual de lluvia
Al d¨ªa siguiente, el director de la reserva, Jos¨¦ Adalberto Z¨²?iga Morales, llev¨® al grupo de periodistas a mostrarle otro ejemplo del modo en que los mayas humanizaron y rehabilitaron el entorno. Z¨²?iga los condujo a un pueblo, de nombre Valent¨ªn G¨®mez Far¨ªas, donde se practica una t¨¦cnica ancestral de reforestaci¨®n de terrenos de bosque que han sido tumbados por los cultivos: el acahual. Es un m¨¦todo que consiste en intervenir la vegetaci¨®n que surge en la fase de barbecho seleccionando y mejorando las especies ¨²tiles y eliminando las que no lo son. De este modo se regeneran zonas selv¨¢ticas haci¨¦ndolas productivas e incluso superando en biodiversidad a la original. ¡°Los mayas no se inventaron la selva, pero la reinventaron¡±, dice Z¨²?iga. Para hablar de uno de los ¨¢rboles potenciados en los acahuales se present¨® all¨ª Alfonso Valdez, un chiclero de 74 a?os que empez¨® a sacar goma de los zapotes cuando ten¨ªa 11. Valdez es un tipo al que le ves el inter¨¦s en cuanto lo tienes delante. Gesto de cuatrero de la selva. Como muchos chicleros, lleg¨® emigrado al Estado de Campeche, donde est¨¢ Calakmul, desde otro Estado mexicano, en su caso Veracruz. Un periodista le pregunta si ha tenido hijos. ¡°Un poquito¡±, responde. ?Cu¨¢ntos?, se interesa el periodista. ¡°Con tantas mujeres¡¡±, piensa Valdez antes de ofrecer una cifra estrepitosa: ¡°42¡±. Dice que en los campamentos de la selva las cocineras siempre quer¨ªan irse con el que m¨¢s chicle fuese capaz de recoger, y que ¨¦l cada d¨ªa sacaba el doble que un chiclero corriente. Hoy en d¨ªa su cooperativa vende chicles a pa¨ªses europeos y a Argentina. Jap¨®n les compra la goma en bruto y fabrica los chicles a su manera. Estados Unidos tambi¨¦n compra la materia prima y la usa para elaborar productos farmac¨¦uticos como pastillas y condones, que es lo que en alg¨²n momento de su vida le falt¨® al maestro chiclero Alfonso Valdez. En un acahual del pueblo, el viejo ense?a un zapote sin explotar y lo compara con otro ya trabajado, con una cicatriz en zigzag en el tronco que es la huella del camino que se traz¨® a machete en la corteza para que fuese cayendo la pasta del ¨¢rbol. Valdez cuenta que los chicleros suben tan alto como siga saliendo goma de los ¨¢rboles, y que los mayores peligros del oficio son dos: que el machete se enrolle en la soga que los mantiene en el aire y la corte, y que te pique una v¨ªbora. Sin ir m¨¢s lejos, dice que hace dos a?os a un chiclero le mordi¨® en la barbilla una serpiente cuatro narices. ¡°Dur¨® tres horas¡±. Valdez explica que el veneno de esta serpiente act¨²a deprisa y te empieza a salir sangre aguada por los poros y por las enc¨ªas. ?l todav¨ªa se siente fuerte para seguir trabajando, aunque por sus arrugas y por lo flaco pareciera que lo hubieran exprimido igual que a un zapote.
La tarde anterior se hab¨ªa visitado otro fen¨®meno natural de la reserva, el volc¨¢n de los Murci¨¦lagos, situado a una hora en coche de las ruinas. Es una sima de unos 35 metros de alto que tiene al fondo la boca de una caverna de la que todos los atardeceres salen dos millones y medio de murci¨¦lagos. No se conoce hasta d¨®nde llega la cueva. Se ha recorrido m¨¢s de medio kil¨®metro de su interior, pero no se ha llegado al final. Las deposiciones de los murci¨¦lagos forman una capa que a los espele¨®logos les llega hasta las rodillas y que emite gases t¨®xicos. Las temperaturas que se alcanzan ah¨ª dentro, alrededor de 50 grados, tambi¨¦n complican el trabajo de los profesionales equipados con trajes protectores. Cuando empieza a caer la luz, desde arriba se ven salir unos pocos murci¨¦lagos y al cabo de unos minutos surge un batir de alas masivo que suena como una cortina de lluvia tenaz y que se prolonga media hora mientras se hace de noche. Si se mira al centro del torbellino se ve un barullo de color gris malva que recuerda a lo que ve¨ªa Tippi Hedren desde dentro de la cabina de tel¨¦fonos en Los p¨¢jaros de Alfred Hitchcock, o a las estampidas de murci¨¦lagos que alteran los sue?os de Bruce Wayne en Batman. Con el movimiento en espiral de los bichos se forma un tubo ascensor de aire que incorpora con ellos un dulce olor a excremento que sube del fondo de la cueva.
¡°Los mayas constru¨ªan cerros, no pir¨¢mides, para ellos la monta?a era el origen y el final de la vida¡±, explica el arque¨®logo Ram¨®n Carrasco
Lo que dif¨ªcilmente se puede ver en Calakmul es el jaguar, su animal ic¨®nico. La reserva es la segunda extensi¨®n de selva tropical m¨¢s grande de Am¨¦rica, 723.000 hect¨¢reas, y se calcula que andan por ella unos ochocientos ejemplares. Tambi¨¦n hay otras especies de felinos: pumas, tigrillos, ocelotes, jaguarundis. El educador ambiental Arnoldo Villase?or cuenta que ha visto al jaguar tres veces. ¡°No se te olvida cuando ves un animal de esos¡±. Una vez iba conduciendo de noche por la carretera que cruza la reserva y se lo encontr¨® ah¨ª sentado. Se acerc¨®, fren¨® y estuvo medio minuto mir¨¢ndolo sin que se moviera. Al final el jaguar se levant¨® con calma y se meti¨® en la selva. Villase?or se encarga del Facebook y del Twitter de la reserva. Dice que hubo un muchacho de M¨¦xico DF que le escribi¨® para comentarle que ten¨ªa pensado recorrer la zona en patinete. Su ¨²nica preocupaci¨®n era saber si era posible que mientras hac¨ªa skateboard por la selva le saliese al paso un jaguar. La prueba de que es infrecuente encontr¨¢rselo es la restauradora espa?ola Mar¨ªa Cordeiro, que lleva ocho a?os trabajando en el sitio arqueol¨®gico sin verlo. Aunque una tarde se cruz¨® con un puma en un camino de las ruinas. Ella, mandando el temple a paseo, ech¨® a correr. El puma permaneci¨® inm¨®vil.
Cordeiro es otra especie singular de la reserva de la biosfera de Calakmul. Es de Galicia, del pueblo costero de Caldas, tiene 31 a?os, lleg¨® a esta selva de M¨¦xico en 2006 en un programa de intercambio temporal y acab¨® estableci¨¦ndose como directora de conservaci¨®n y restauraci¨®n del proyecto arqueol¨®gico. Esta hija de un marinero se fue a 8.000 kil¨®metros de casa a cuidar los procesos qu¨ªmicos de las obras que hicieron unos artistas mayas hace m¨¢s de mil a?os. Las dos joyas con las que trabaja, cerradas al p¨²blico, son un friso de estuco descubierto dentro de la Estructura II, que tiene una banda iconogr¨¢fica de 20 metros de largo con picos de ave, cuerpos de serpiente y colmillos del monstruo de la tierra, y un mural en la Estructura I que requiri¨® de la colaboraci¨®n de un nanotecn¨®logo italiano para proteger la pintura de los estragos del clima tropical. Mientras los periodistas suben y bajan de la pir¨¢mide a la que Carrasco prefiri¨® no ascender una vez m¨¢s, la restauradora Cordeiro, vestida con una camiseta, unos pantalones y unas zapatillas Converse en un lugar que inspira indumentarias de Indiana Jones, escucha el chirrido de las cigarras y mira hacia una nube panzona que se acerca por el Oeste. ¡°Se vienen lluvias¡±, dice la hija del marinero, aunque nadie le ha pedido a la lluvia que venga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.