La guerra de la energ¨ªa
Una restricci¨®n en los suministros basta para producir efectos de mayor eficacia que un bombardeo
Hay muchas formas de librar la guerra. No siempre hacen falta los tiros. Una decisi¨®n sobre los precios del gas o del petr¨®leo o una restricci¨®n en los suministros basta a veces para producir efectos de mayor eficacia que un bombardeo o una invasi¨®n.
Muchas guerras se han librado por la energ¨ªa, y m¨¢s concretamente por el petr¨®leo. La primera guerra del Golfo, en 1991, emprendida con todas las de la ley por Bush padre, fue para evitar que Sadam Husein se convirtiera con la anexi¨®n de Kuwait en el primer productor de petr¨®leo del mundo. Pero hay otras guerras, como la de Ucrania, que se libran bajo la amenaza de la energ¨ªa: si llegamos al invierno con la penosa tregua sangrienta que hay ahora en Donestk y Lugansk podemos ver cortes del suministro de gas que van a afectar al conjunto de Europa.
Arabia Saud¨ª, el primer productor de petr¨®leo del mundo y due?o de las mayores reservas mundiales, acaba de tomar una decisi¨®n que ha sido interpretada en muchos pa¨ªses como una forma de guerra subrepticia. Justo cuando los precios empezaban a bajar, como resultado del incremento de la producci¨®n en Estados Unidos y de la ca¨ªda de la demanda en Europa y en China, los pr¨ªncipes saud¨ªes han decidido incrementar la producci¨®n, perjudicando muy directamente a sus adversarios geopol¨ªticos m¨¢s pr¨®ximos, que son Rusia e Ir¨¢n.
Justo cuando los precios empezaban a bajar los pr¨ªncipes saud¨ªes han decidido incrementar la producci¨®n perjudicando a Rusia e Ir¨¢n
Los sauditas quisieran que Rusia quitara las manos de Siria, donde apoya a Bachar el Asad en un acto reflejo de la presencia sovi¨¦tica en Oriente Pr¨®ximo durante la Guerra Fr¨ªa. Tambi¨¦n quieren perjudicar la econom¨ªa de Ir¨¢n, su mayor rival regional, con el que se disputa le hegemon¨ªa en el mundo isl¨¢mico.
La decisi¨®n est¨¢ llena de recovecos. De una parte echa un cable a Washington en su presi¨®n sobre Teher¨¢n para que firme de una vez el acuerdo sobre la fabricaci¨®n pac¨ªfica de energ¨ªa nuclear. Pero a la vez, es un ataque en toda regla a la estrategia de independencia estrat¨¦gica de Estados Unidos. Con el barril estabilizado a 80 d¨®lares dejar¨¢n de ser rentables muchos proyectos de extracci¨®n no convencional, especialmente yacimientos en los que se utiliza el fracking.
La ca¨ªda de ingresos perjudicar¨¢ tambi¨¦n a las finanzas saud¨ªes, pero proporcionan al reino ¨¢rabe una palanca de acci¨®n geopol¨ªtica que acrecienta su inter¨¦s como aliado. Thomas Friedman, en una columna publicada esta semana en el New York Times, se pregunta si Ryad y Washington no estar¨¢n haciendo a Putin y a Kamenei lo mismo que los saud¨ªes hicieron a Gorbachov en 1985, cuando incrementaron s¨²bitamente su producci¨®n petrol¨ªfera hasta conseguir la bancarrota de Mosc¨². Seg¨²n esta versi¨®n de los hechos, no fueron las divisiones espirituales de Karol Wojtila, ni la tozudez neoliberal y armament¨ªstica de Reagan con la ayuda de Thatcher, sino los pr¨ªncipes saud¨ªes quienes infligieron la derrota definitiva al comunismo.?
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