Dos im¨¢genes
El crecimiento de las desigualdades (de riqueza y derechos) alcanzan niveles insostenibles
La prensa ha publicado la imagen de una pareja jugando al golf a escasos metros de la valla de Melilla en la que est¨¢n encaramados unos inmigrantes que intentan saltarla. En primer plano, sobre el verde tapiz, una mujer concentrada en el drive con un hombre contempl¨¢ndola; detr¨¢s, sobre los matorrales de las lindes del campo, una docena de personas agarradas intentando resistir sobre los hierros y las alambradas. Algo falla en una sociedad cuando, en una circunstancia as¨ª, a alguien no se le ocurre abandonar la partida, aunque s¨®lo fuera por elemental pudor.
En el Congreso, los diputados del Partido Popular respond¨ªan con risotadas cuando el l¨ªder socialista, Pedro S¨¢nchez, se?alaba la pobreza infantil como uno de los m¨¢s serios y urgentes problemas del pa¨ªs. Con generosidad, Gonzalo Fanjul, dec¨ªa que no era maldad sino simplemente que no se enteran de nada. Me temo algo peor: que no quieren enterarse de nada que rompa su dibujo. Y a esto se le llama mala fe.
Una sociedad es fuerte cuando hay un marco de respeto entre ?ciudadanos. Y este marco se est¨¢ fundiendo
Es cierto que el poder expresivo de una imagen puede tener efectos simplificadores. Pero estas dos situaciones confirman la enorme fractura que se est¨¢ produciendo en una sociedad en la que el crecimiento de las desigualdades (de riqueza y de derechos) est¨¢ alcanzando niveles insostenibles y obliga a plantearse una pregunta: ?hay un l¨ªmite a la desigualdad, un momento catastr¨®fico, a partir del cual es incompatible con la democracia? Una sociedad es fuerte cuando hay un marco de respeto y de reconocimiento entre los ciudadanos. Y este marco se est¨¢ fundiendo.
Llevamos muchos a?os en la din¨¢mica de fragmentaci¨®n: a unos se les invita al mito de los emprendedores (hacerse explotadores de s¨ª mismos) y a otros a la resignaci¨®n de que ya nunca m¨¢s habr¨¢ empleo y que hay que adaptarse al trabajo espor¨¢dico. De ah¨ª la sorpresa de las ¨¦lites cuando aparecen formas de respuesta compartidas, ilusiones de proyecto com¨²n, ya sea al modo Podemos o al modo del independentismo catal¨¢n. Y en vez de tomar estos fen¨®menos como sintom¨¢ticos, los grandes partidos se definen frente a ellos. Es decir, se parapetan en esta sociedad en que se puede seguir jugando al golf pase lo que pase a tu alrededor.
?Por qu¨¦, a pesar de que el PP se hunde d¨ªa a d¨ªa, el PSOE no tiene ganadas las pr¨®ximas elecciones? Sencillamente, porque lo que los movimientos sociales expresan es la necesidad de un proyecto pol¨ªtico que convierta los problemas actuales en oportunidades. Y el PSOE en estos momentos no lo tiene. Y corre el riesgo de ser desbordado. Parece una moda: todos temen a Podemos. Sus adversarios le descalifican como importador de modelos revolucionarios latinoamericanos. No es Podemos, son el PP y el PSOE los que est¨¢n latinoamericanizando a Espa?a, que en a?os de Felipe Gonz¨¢lez alcanz¨® el menor diferencial de rentas de Europa y ahora tiene una brecha social que se acerca a lo insostenible.?
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