¡°Yo s¨¦ leer¡±: vida y muerte en Guerrero
En este territorio bipolar, el carnaval coexiste con el apocalipsis. El emporio tur¨ªstico de Acapulco y la riqueza de los caciques contrasta con la pobreza de la mayor¨ªa, y el narcotr¨¢fico no es la principal causa de su deterioro
El pasado 17 de octubre el cad¨¢ver de Margarita Santizo fue velado en la calle Bucareli de la Ciudad de M¨¦xico, frente a la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n. As¨ª se cumpl¨ªa la ¨²ltima voluntad de la difunta, que hab¨ªa buscado sin ¨¦xito a su hijo desaparecido. La escena sirve de alegor¨ªa para un pa¨ªs donde la pol¨ªtica amenaza con transformarse en un rito funerario.
La espiral de violencia alcanz¨® un grado superior el 26 de septiembre con el asesinato de seis j¨®venes y el secuestro posterior de 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapa. Ese d¨ªa me encontraba en la Universidad Aut¨®noma Guerrero para dar una conferencia sobre Jos¨¦ Revueltas. Mi anfitri¨®n era un alto funcionario de la Universidad que en su juventud perteneci¨® a la guerrilla de Lucio Caba?as. Hablamos del escritor comunista tantas veces encarcelado por sus ideas. Esto permiti¨® que el acad¨¦mico repasara su propia trayectoria: ¡°Lucio Caba?as me salv¨® la vida¡±, coment¨® con una peculiar mezcla de admiraci¨®n y tristeza: ¡°Me oblig¨® a bajar de la sierra antes de que mataran a su gente: ¡®No tienes aspecto de campesino¡¯, me dijo: ¡®Si te encuentran ac¨¢, no podr¨¢s decir que andabas sembrando; tienes que continuar la lucha donde vales m¨¢s: el sal¨®n de clases¡±.
La exigencia del guerrillero signific¨® la p¨¦rdida de una ilusi¨®n. Al mismo tiempo, el solitario camino de regreso a la vida civil permiti¨® que un luchador social siguiera con vida.
La gran paradoja del Estado de Guerrero es que ser maestro tambi¨¦n es un oficio de alto riesgo. Caba?as naci¨® en un pueblo que refutaba su nombre (El Porvenir) y se dedic¨® a la ense?anza primaria. Muy pronto descubri¨® que era imposible educar a ni?os que no pod¨ªan comer. Al igual que otro maestro, Genaro V¨¢zquez, cre¨® un movimiento para mejorar la vida de sus alumnos y se top¨® con la cerraz¨®n oficial. Con el tiempo, quienes ense?aban a leer radicalizaron sus m¨¦todos de lucha.
La cultura de la letra ha sido un desaf¨ªo en una zona que dirime discrepancias a balazos. En los a?os sesenta del siglo XX, dos terceras partes de los pobladores de Guerrero eran analfabetas. La Normal de Ayotzinapa surgi¨® para mitigar ese rezago, pero no pudo ser ajena a males mayores: la desigualdad social, el poder de los caciques, la corrupci¨®n del gobierno local, la represi¨®n como ¨²nica respuesta al descontento, la impunidad policiaca y la creciente injerencia del narcotr¨¢fico. Esas lacras no son ajenas a otras partes del pa¨ªs. La peculiaridad de Guerrero es que el oprobio ha sido continuamente impugnado por movimientos populares.
En M¨¦xico armado, libro fundamental para entender este conflicto, Laura Castellanos narra el tr¨¢nsito de los maestros a la guerrilla. Genaro V¨¢zquez fund¨® una Asociaci¨®n C¨ªvica que recibi¨® el repudio de las autoridades y el mote despectivo de ¡°Civicolocos¡±. Por su parte, Lucio Caba?as cre¨® el Partido de los Pobres, pero no logr¨® incidir en la pol¨ªtica local. El Gobierno ofreci¨® a los cabecillas dinero y puestos pol¨ªticos (en Guerrero, suelen ser sin¨®nimos). Los l¨ªderes rechazaron esa salida "negociada" y optaron por un camino sin retorno en la monta?a.
La cultura de la letra ha sido un desaf¨ªo en una zona que dirime las discrepancias a balazos
La salvaje represi¨®n de la guerrilla se conoci¨® con el redundante eufemismo de ¡°guerra sucia¡±. Despu¨¦s de la muerte de Caba?as, hubo 173 desapareciedos. Castellanos cuenta la historia de la base a¨¦rea en Pie de la Cuesta, Acapulco, donde los aviones despegaban para arrojar disidentes al oc¨¦ano, inclemente recurso que tambi¨¦n usar¨ªan las dictaduras de Chile y Argentina. En los a?os setenta, durante la presidencia de Luis Echeverr¨ªa, M¨¦xico fue el pa¨ªs esquizoide que daba asilo a perseguidos pol¨ªticos de Sudam¨¦rica y sepultaba a sus inconformes en altamar.
Habl¨¢bamos en Acapulco de Jos¨¦ Revueltas y Lucio Caba?as cuando supimos que seis j¨®venes hab¨ªan sido asesinados en el municipio de Iguala. Esta noticia del infierno ven¨ªa agravada por una certeza: el horror no era nuevo; llegaba de muy lejos. En Guerrero, la violencia ha sido sistem¨¢ticamente alimentada por las masacres cometidas por el ej¨¦rcito y grupos paramilitares. Luis Hern¨¢ndez Navarro, autor de un libro crucial sobre el tema (Hermanos en armas), se?ala que todos los movimientos insurgentes de la regi¨®n han surgido despu¨¦s de matanzas (la de Iguala, en 1962, produjo el levantamiento de Genaro V¨¢zquez; la de Atoyac en 1967, el de Lucio Caba?as; la de Aguas Blancas en 1995, el del Ej¨¦rcito Popular Revolucionario).
?Cu¨¢l ser¨¢ el saldo de 2014? El narcotr¨¢fico ha ganado fuerza en la regi¨®n con la presencia rotativa de los c¨¢rteles de La Familia, Nueva Generaci¨®n, los Beltr¨¢n Leyva y Guerreros Unidos. Pero no es la principal causa del deterioro. En ese territorio bipolar, el carnaval coexiste con el apocalipsis. El emporio tur¨ªstico de Acapulco y la riqueza de los caciques contrasta con la pobreza extrema de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. La indignante desigualdad social justifica el descontento y explica que muchos no encuentren mejor destino que sembrar marihuana o matar a sueldo.
En 2011, el Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica llev¨® a la gubernatura a ?ngel Aguirre, que hab¨ªa pertenecido al PRI y fungido como gobernador interino en 1999, sustituyendo a su jefe, Rub¨¦n Figueroa, responsable de la matanza de Aguas Blancas. Su elecci¨®n fue un giro oportunista para sumar intereses pol¨ªticos con el enga?oso mensaje de una alternancia en el poder. Como los barcos que utilizan la insignia de Panam¨¢, el PRD se ha convertido en una entidad que alquila su bandera. En la b¨²squeda del poder por el poder mismo, apoy¨® a un personaje que jam¨¢s combatir¨ªa la corrupci¨®n ni la injusticia. Al amparo de esa gesti¨®n, surgieron figuras dignas de Los Soprano, como el alcalde de Iguala, Jos¨¦ Luis Abarca, tambi¨¦n del PRD y hoy fugitivo. De manera inveros¨ªmil, la c¨²pula partidista respald¨® a Aguirre despu¨¦s de la desaparci¨®n de los estudiantes. S¨®lo la presi¨®n social llev¨® a su renuncia, que en modo alguno mitiga el eclipse del ¡°Partido del Sol¡±.
La indignante desigualdad social conduce a muchos a sembrar marihuana o matar a sueldo
En la b¨²squeda de los normalistas desaparecidos se han encontrado fosas con otros muertos. De 2005 a la fecha han aparecido 38 criptas de ese tipo. Excavar la tierra en Guerrero es un inevitable acto forense.
Durante medio siglo, los abusos de las autoridades han sido repudiados por una poblaci¨®n pobre pero politizada. La Escuela Normal representa un centro neur¨¢lgico de la discrepancia. Conviene recordar que en los a?os sesenta uno de sus activistas se llamaba Lucio Caba?as.
El 26 de septiembre hubo cuatro balaceras distintas y un solo blanco: los j¨®venes. Con el apoyo del crimen organizado, el alcalde Abarca sembr¨® el terror para amedrentar a los normalistas que se movilizaban para recordar a las v¨ªctimas de la matanza de Tlatelolco. Una vez desatado el mecanismo represivo, tambi¨¦n fue acribillado un equipo de f¨²tbol. ?Su delito? Ser j¨®venes; es decir, posibles rebeldes.
¡°Hay una tensi¨®n entre leer y la acci¨®n pol¨ªtica¡±, escribe Ricardo Piglia. Interpretar el mundo puede llevar al deseo de transformarlo. En ocasiones, la letra, y la ortograf¨ªa misma, son un gesto pol¨ªtico que desaf¨ªa un orden b¨¢rbaro: ¡°Podr¨ªamos hablar de una lectura en situaci¨®n de peligro. Son siempre situaciones de lectura extrema, fuera de lugar, en circunstancias de extrav¨ªo, o donde acosa la amenaza de una destrucci¨®n. La lectura se opone a una vida hostil¡±, argumenta Piglia en El ¨²ltimo lector.
El Che Guevara pas¨® su ¨²ltima noche en una escuela rural. Ya herido, contempl¨® una frase en la pizarra y dijo a la maestra: ¡°Le falta el acento¡±. La frase era ¡°Yo s¨¦ leer¡±. Ya derrrotado, el guerrillero volv¨ªa a otra forma de corregir la realidad.
Hace a?os, maestros acorralados por el Gobierno decidieron tomar las armas en Guerrero. Lucio Caba?as decidi¨® salvar a uno de los suyos para que volviera a la ense?anza, instrumento de lucha en un pa¨ªs sin ley.
43 futuros maestros han desaparecido. La dimensi¨®n del drama se cifra en una frase que se opone a la impunidad, el oprobio y la injusticia: ¡°Yo s¨¦ leer¡±. El M¨¦xico de las armas teme a quienes ense?an a leer.
A ese pa¨ªs le falta el acento. Llegar¨¢ el momento de pon¨¦rselo.
Juan Villoro es escritor. Acaba de publicar ?Hay vida en la Tierra? (Anagrama).
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