Nour-Eddine Lakhmari: el arte, el ¨²nico medio de apertura en Marruecos
Por Anal¨ªa Iglesias
El realizador magreb¨ª cuenta con el apoyo del p¨²blico de su pa¨ªs, que llena las salas cada vez que ¨¦l presenta uno de sus filmes. ?l aprovecha en esta entrevista para hablar de aquello que puede unirnos, dice: el amor.
¡°Solo es cuesti¨®n de lenguas y colores¡±, pens¨® Nour-Eddine Lakhmari (Safi, Marruecos, 1964) cuando lleg¨® a un peque?o pueblo de pescadores al sur de Noruega, en los a?os occhenta. Aquellos pescadores n¨®rdicos podr¨ªan haber sido los de su infancia en Safi, o los de cualquier otro Sur: ¡°Se comportaban, ol¨ªan y se re¨ªan como nuestros pescadores¡±.
¡°Ya est¨¢¡±, se dijo, y entendi¨® que el mundo es este, uno. Eso s¨ª, entre unas culturas y otras hab¨ªa matices que todav¨ªa se le resist¨ªan. ¡°Cuando dec¨ªa que quer¨ªa hacer cine en Marruecos se re¨ªan de m¨ª: ?qu¨¦ quieres hacer, un circo? En Noruega fue una mujer noruega, mi pareja cuando yo estudiaba Qu¨ªmica, la que me pregunt¨® cu¨¢l era mi sue?o y me anim¨®¡±.
Entonces el inmigrante marroqu¨ª empez¨® a hacer cine noruego. Con el cine ven¨ªa so?ando desde los 13 o 14 a?os, cuando compraba fotogramas de besos censurados y primeros planos de labios de Brigitte Bardot y se los exhib¨ªa a sus amigos. ¡°Eran los setenta y entonces entend¨ª el poder de las im¨¢genes¡±.
En estos d¨ªas, cuarenta a?os despu¨¦s, lo hemos encontrado en la capital marroqu¨ª, participando de dos eventos paralelos: un ciclo de cine n¨®rdico en el que present¨® un filme noruego y el Festival de Court-Metr¨¢ge de Rabat, en el marco del cual ha impartido clases magistrales a un grupo de j¨®venes realizadores marroqu¨ªes. ¡°Me hace feliz, es incre¨ªble, porque aqu¨ª se juntan el norte y el sur y hablamos en el mismo idioma: el cine¡±, se entusiasma.
Fue aquella caja llena de besos la que lo ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª. Una caja de magia para ser libre que los chicos de aquel lejano Safi de los 70 abr¨ªan en una calle oscura, hasta que un vecino fue a acusarle todo a su padre. Fundido a negro.
De su padre se acuerda los ¡°no hagas esto, no hagas lo otro¡± y todav¨ªa no sabe si aquel padre adivin¨® sus inquietudes -o simplemente quer¨ªa que Nour-Eddine dejara de estar en la calle- cuando le daba 5 dirhams para la entrada del cine.
Todo esto lo cuenta un director reconocido hoy en Marruecos por haber devuelto la gente a las salas con thrillers bien construidos, efectivos y muy taquilleros (hay quien lo nombra como el alumno africano de Scorsese). Un director que volvi¨® de la aventura de la emigraci¨®n tras m¨¢s de 20 a?os en el exterior, porque las puertas empezaron a abrirse al sur del Mediterr¨¢neo con ¡°el nuevo rey, que ama el cine¡±.
¡°Fue divertido volver a tu pa¨ªs y filmar lo que quisieras, llegar a las salas y que todo el mundo quisiera ir a ver una pel¨ªcula como ¡®Casanegra¡¯ ¨Crelata Lakhmari¨C. Recuerdo que cuando el filme lleg¨® a Europa, me dec¨ªan: ¡®?puedes hacer esto en un pa¨ªs musulm¨¢n, puedes mostrarlo en Marruecos?¡¯ No me han cortado una sola imagen ni nadie me han impedido exhibir mis pel¨ªculas. Por supuesto que los religiosos est¨¢n en contra, pero siempre lo est¨¢n, contra todas las artes, todos los religiosos¡ en Italia, en Espa?a. Son iguales en todas partes. Se creen los defensores de los valores¡±.
¡°Hoy en d¨ªa en el cine marroqu¨ª puedes filmar lo que quieras. Es la expresi¨®n m¨¢s libre actualmente. Venimos de un arte folkl¨®rico pero en los ¨²ltimos a?os hemos ido hacia las pel¨ªculas urbanas. Estamos empezando a hablar de la vida marroqu¨ª en las ciudades, porque la calle es muy libre (no es como las casas, donde tus padres te dicen qu¨¦ hacer): hacemos chistes, hablamos de religi¨®n, de dios, de dinero, de pol¨ªtica¡ Estos j¨®venes que empiezan a filmar han visto a Spike Lee, Almod¨®var, Scorsese, y hablan del amor y las relaciones¡±, advierte el realizador de ¡®Zero¡¯, que el mes que viene lo har¨¢ a cruzar el Atl¨¢ntico hasta Buenos Aires, donde se exhibir¨¢ el filme que en Madrid pudimos ver hace unos meses, en la Sala Berlanga.
Eso s¨ª, de besarse o hacerse arrumacos en p¨²blico, ni hablar, lo desafiamos, a sabiendas de que es uno de los personajes p¨²blicos marroqu¨ªes que m¨¢s ¡®despotrica¡¯ en las redes sociales sobre esta manera de ¡°esconder¡± las expresiones rom¨¢nticas de afecto en sociedades como la suya de nacimiento. ¡°Es muy simple: en el mundo ¨¢rabe-musulm¨¢n, el amor es tab¨². Nos muestran ni?os palestinos asesinados, pero una foto de un beso es una locura, ?por qu¨¦ un beso o una muestra de amor resultan m¨¢s peligrosos que mostrar un ni?o descuartizado a causa de una explosi¨®n? Yo creo que los religiosos de todos los tiempos han temido tanto al amor porque el amor nos hace tolerantes, y si eres tolerante aceptas a los cristianos, los jud¨ªos, los ateos, los musulmanes. Mi filosof¨ªa es que la religi¨®n tiene que ser personal¡±.
Le mencionamos aquello que un d¨ªa dijo a los cuatro vientos, en Madrid: ¡°En el Magreb, hay que matar al padre¡±. Matar en sentido figurado, claro. ¡°Es que esta es una sociedad patriarcal. Somos lo que Espa?a era hace cien a?os, o Italia, cuando el padre era el que sab¨ªa todo, incluso lo que t¨² tienes que hacer¡ el padre, o el cura, o el imam. Es la misma mentalidad. En una sociedad patriarcal, los hombres deciden, ense?an y hacen la ley, y el debate se desarrolla en torno a los hombres. Lo que me asusta es cuando las propias mujeres piensan de la esa manera. En cambio, cuando las mujeres son independientes se les teme porque sirven de ejemplo¡±.
Cuenta que, en marzo, momento en que ¡°hay una luz preciosa en Casablanca¡±, rodar¨¢ ¡®Burn out¡¯, una historia de ricos y pobres y del cisma que hay entre ellos en Marruecos. Todos aqu¨ª est¨¢n buscando algo, dice, aunque nadie se comunique con el otro. ¡±Buscamos algo poderoso, algo que nos ligue. Las personas ya no tienen algo fuerte en lo que creer y usan la religi¨®n porque est¨¢n asustadas. De ah¨ª que la pel¨ªcula vuelva sobre el tema de que lo ¨²nico que puede unirnos de verdad es el amor, una y otra vez¡±.
El realizador reniega de un concepto de ¡°arte limpio¡± del que hay quien a¨²n se atreve a hablar (cuando han transcurrido nada menos que setenta a?os desde la derrota de aquello que se llam¨® ¡°arte degenerado¡±). Pero ni la ¡°polic¨ªa moral¡± ni las cruzadas que se renuevan de tanto en tanto, sostiene, podr¨¢n ¡°parar¡± a los artistas.
¡°Espa?a, Italia y Francia saben lo que son estas ideas oscuras sobre el arte. Pasolini y Antonioni lucharon contra el conservadurismo. Ahora es nuestro turno ¨Casegura ¨C y tenemos una suerte a?adida: Facebook, Internet. Si paras a los marroqu¨ªes, tienes a los americanos, y si no a los europeos. No puedes quitarle a la gente el ox¨ªgeno, es imposible, y menos ahora con internet y las copias de pel¨ªculas de cualquier lugar, a 5 dirhams¡ Y venga lo que venga de Oriente, Marruecos est¨¢ a diez kil¨®metros de Espa?a¡±.
Sin perder nunca de vista la opini¨®n constructiva, Lakhmari lamenta que el miedo est¨¦ haciendo a la gente m¨¢s racista con sus vecinos africanos y, en terrenos de g¨¦nero, se?ala la represi¨®n sexual, el uso del sexo como arma y esta eterna clasificaci¨®n sobre lo que es haram (pecado) o halal (permitido). Pero tambi¨¦n apunta a cosas de la convivencia cotidiana en un pa¨ªs civilizado y que tienen que ver, de nuevo, con el esconder problemas para que parezca que no los hay: ¡°?por qu¨¦ no se hacen controles de alcoholemia a los conductores? Porque no se quiere aceptar que la gente aqu¨ª bebe todos los d¨ªas¡±.
¡°El arte y la cultura son el ¨²nico medio de una naci¨®n para civilizarse. Creo que el arte es realmente parte de la educaci¨®n. Por eso estamos impulsando a los ricos de este pa¨ªs a invertir en cine. Es solo una cuesti¨®n de tiempo: el cine marroqu¨ª se est¨¢ moviendo, cuenta con apoyos, se est¨¢ vendiendo, la gente joven tiene ideas, me siento muy optimista¡±, culmina.
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