El ¨¦bola se combate casa por casa
Cientos de j¨®venes recorren los barrios m¨¢s populares de Monrovia para repartir kits higi¨¦nicos, dar informaci¨®n y evitar que nadie baje la guardia ante la epidemia
La ferreter¨ªa de Darius Johnson da directamente a la ¨²nica calle del barrio, una estrecha lengua de asfalto que serpentea entre un amasijo de casas autoconstruidas de forma an¨¢rquica y tan juntas unas de otras que, vistas desde arriba, parecen compartir un ¨²nico techo de chapa. As¨ª es West Point, un enclave popular de Monrovia que se hizo famoso en todo el mundo el pasado mes de agosto despu¨¦s de que el Gobierno liberiano lo sometiera a una cuarentena de diez d¨ªas provocando la airada reacci¨®n de la poblaci¨®n. ¡°No s¨¦ a qu¨¦ viene tanto revuelo, el ¨¦bola se ha acabado¡±, asegura Johnson con una sonrisa de oreja a oreja. Y este es precisamente el peligro, pensar que los buenos resultados alcanzados en Monrovia en la lucha contra la enfermedad suponen su fin. El peligro es confiarse.
Al impracticable campo de f¨²tbol del barrio, convertido en lodazal por las lluvias y reconvertido en aparcamiento, se asoman una iglesia pentecostal y la cl¨ªnica Star of the Sea. F¨²tbol, religi¨®n y salud, tres ejes que vertebran la vida de los liberianos, sobre todo en los ¨²ltimos meses. Los ni?os pululan bajo los techos de chapa porque las escuelas est¨¢n cerradas a causa del ¨¦bola. Famata Lama tiene 18 a?os. Portando una camiseta celeste recorre el barrio con otras 200 chicas, todas j¨®venes voluntarias, animando a los vecinos a registrarse en un proyecto puesto en marcha por Unicef para dar informaci¨®n sobre el virus a trav¨¦s de tel¨¦fonos m¨®viles. ¡°No puedo ir al instituto porque estaba cerrado, as¨ª que esto me pareci¨® una muy buena idea¡±, explica esta aspirante a abogada armada con un m¨®vil.
El sistema, que comenz¨® a funcionar hace apenas unos d¨ªas, recibe las dudas de los habitantes de West Point sobre el ¨¦bola y les da respuestas, todo mediante SMS gratuitos. Pero tambi¨¦n sirve para evaluar sus impresiones sobre la enfermedad mediante sencillas encuestas, que luego se pueden conocer en la plataforma U-report. Y en un solo d¨ªa de funcionamiento ya ha mostrado un resultado sorprendente: el 77% de los encuestados piensa que el nivel de la epidemia de ¨¦bola es ¡°bajo¡±. Y es que el constante ritmo de decrecimiento de los contagios en Monrovia, con ¡°s¨®lo¡± 50 nuevos casos en la ¨²ltima semana, est¨¢ provocando una oleada de optimismo entre la poblaci¨®n que, seg¨²n los expertos, implica serios peligros.
Al otro lado del puente se entra en Clara Town, un barrio de 16.000 personas donde la enfermedad tambi¨¦n ha dejado huella. Helena Nagb¨¦, de 42 a?os, vio morir a tres hermanos, a su padre y a su madre, como si una maldici¨®n hubiera ca¨ªdo sobre su familia. Ella misma se contagi¨® y pas¨® dos semanas en un centro ingresada. Hoy recibe la visita de un grupo de voluntarios de Oxfam que est¨¢n repartiendo estuches higi¨¦nicos entre la comunidad. ¡°Tengo cinco hijos, no quiero que ninguno se infecte¡±, asegura. Addullah Roger, de 23 a?os, estudiante de Biolog¨ªa ahora sin nada que hacer mientras dure el par¨®n escolar, es uno de esos voluntarios. ¡°Les decimos que eviten comer carne de mono, que se laven las manos con agua clorada varias veces al d¨ªa y que si alguien tiene los s¨ªntomas no se acerquen y llamen a las autoridades¡±, explica.
En otros barrios como New Kru Town y Logan Town se repite la misma escena. Naomi Koli, 21 a?os, es vecina de Clara Town y quiere ser enfermera. ¡°La gente aqu¨ª no tiene dinero para comprar jab¨®n y cloro, por eso es tan importante lo que hacemos¡±, revela. Los j¨®venes llegan con sus cubetas para mezclar el agua clorada y sus pastillas de detergente y las reparten all¨ª donde m¨¢s falta hacen. En total, Oxfam ha formado a 484 voluntarios, cada uno de los cuales visita unas veinte casas al d¨ªa. Ya han repartido unos 8.000 kits con los que esperan incrementar la protecci¨®n de unas 56.000 personas. Y el mensaje parece estar calando entre la poblaci¨®n.
En el centro de tratamiento de ¨¦bola ELWA 3, gestionado por M¨¦dicos sin Fronteras tambi¨¦n en la capital liberiana, el mi¨¦rcoles hubo s¨®lo siete ingresos, cuando hace un mes la media era de treinta. ¡°Ojal¨¢ me equivoque, pero estoy convencida de que los contagios volver¨¢n a subir. Lo hemos visto en Guinea y est¨¢ ocurriendo en Sierra Leona. La transmisi¨®n de la enfermedad sigue activa¡±, asegura Carolina L¨®pez, coordinadora de este centro. Admitiendo que la labor de sensibilizaci¨®n est¨¢ consiguiendo resultados, en su opini¨®n persisten dos problemas serios, ¡°el seguimiento de contactos, que es clave para atajar la expansi¨®n de la epidemia y es muy deficiente, y el sistema de ambulancias, pues aunque ha mejorado algunos pacientes siguen llegando en taxi o veh¨ªculo privado a nuestro centro. Adem¨¢s, tenemos que poner mucha atenci¨®n a las enfermedades que no son ¨¦bola¡±.
Los trabajadores de M¨¦dicos sin Fronteras tambi¨¦n recorren los barrios populares, en este caso repartiendo equipos de protecci¨®n, una soluci¨®n considerada de emergencia ante la enorme dimensi¨®n de la epidemia y con el objetivo de intentar atajar los contagios en casa, antes de que los pacientes puedan llegar a los centros. Ya se han distribuido m¨¢s de 50.000 y se pretende llegar a cubrir las necesidades de 245.000 personas con paquetes que incluyen cubos, cloro, jab¨®n, guantes, bolsas de basura, aerosol desinfectante e incluso gafas y mascarillas. El enfoque comunitario, es decir, la proximidad con los l¨ªderes locales y las poblaciones para que todo el mundo tenga claro c¨®mo comportarse para evitar la extensi¨®n de los contagios, es uno de los ejes en que se est¨¢ intentando poner el acento, toda vez que al menos en Monrovia, y desde hace un mes y medio, existen ya centros suficientes para atender a los enfermos.
La informaci¨®n puerta a puerta, a trav¨¦s del tel¨¦fono m¨®vil, pero tambi¨¦n por la radio, que es muy usada en este pa¨ªs. Oxfam ha patrocinado a emisoras locales para la emisi¨®n de anuncios, mensajes y programas sobre la epidemia, pero esta estrategia fue un paso m¨¢s all¨¢ cuando Adolphus Scott, de 44 a?os, uno de los expertos en Comunicaci¨®n para el Desarrollo de Unicef, tuvo la idea de crear una canci¨®n con los mensajes oficiales que el Gobierno pretende divulgar sobre esta enfermedad. ¡°Fue por el mes de mayo, cuando surgieron los primeros casos. Nos dimos cuenta de que los SMS, la publicidad, los esl¨®ganes no acababan de llegar, no provocaban un cambio en los comportamientos de la gente. Los liberianos adoran la m¨²sica y pensamos: ?Por qu¨¦ no crear una canci¨®n?¡±, asegura.
Entonces Scott contact¨® con DJ Blue, uno de los locutores de radio m¨¢s conocidos del pa¨ªs que trabaja en Hott FM. Y fue este quien eligi¨® a los artistas: Soul Fresh, F.A. y Deng, j¨®venes y conocidos raperos a quienes se encarg¨® la elaboraci¨®n de una canci¨®n, que finalmente fue bautizada con el lema impulsado desde el Gobierno ?bola is real (el ¨¦bola es real). Adolphus explica que los m¨²sicos entendieron r¨¢pidamente la idea y crearon un tema en el lenguaje de los liberianos de la calle, una canci¨®n bailable y pegadiza que durante todo el verano ha sido una de las m¨¢s escuchadas en el pa¨ªs. ¡°Por ejemplo, para decir que el ¨¦bola no es cosa de broma decimos ¨¦bola na play play, que es como lo dir¨ªa un liberiano medio¡±, a?ade.
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