De todos los ni?os y menores
Trabajemos para construir sociedades equitativas y donde todos los ni?os, vengan de donde vengan y est¨¦n en la condici¨®n en que est¨¦n, tengan derechos y oportunidades
La aprobaci¨®n de la Convenci¨®n de los Derechos del ni?o (CDN) en 1989 y su expl¨ªcito reconocimiento a los ni?os por lo que pueden aportar a la sociedad, la profunda transformaci¨®n orientada a dejar de tratar a los ni?os como objetos que requieren protecci¨®n para pasar a verlos como ciudadanos en formaci¨®n dibuj¨® un cambio, una revoluci¨®n normativa en los ordenamientos de los pa¨ªses firmantes de la CDN y en muchas de las pr¨¢cticas de los organismos e instituciones encargados de la protecci¨®n de los ni?os.
El reto m¨¢s importante que ten¨ªa, y tiene, nuestro trabajo como defensores de los derechos de la ni?ez es el cambio social en la percepci¨®n del valor de los menores y su papel en la sociedad. Seguimos teniendo sistemas que no fomentan la participaci¨®n infantil y juvenil en las cosas que les ata?en: la escuela, las decisiones familiares, la gesti¨®n municipal... La Convenci¨®n es un instrumento de ¡°construcci¨®n de ciudadan¨ªa¡± desde la infancia, de tal manera que desde ni?os sepamos ejercer nuestros derechos, exigirlos y participar de responsabilidades compartidas en la familia y en la sociedad. Los adultos nos sorprendemos de la escasa participaci¨®n ciudadana en temas pol¨ªticos, en movimientos sociales y en general de la escasa implicaci¨®n de los ciudadanos. Ya el jurista y fil¨®sofo italiano Norberto Bobbio se?alaba que consolidada la democracia pol¨ªtica a trav¨¦s de la instituci¨®n parlamentaria, resulta claro que una cosa es la democratizaci¨®n del estado y otra, muy distinta, la democratizaci¨®n de la sociedad. Para recorrer ese camino debemos apostar por el trabajo en desarrollar un marco educativo que promocione la participaci¨®n de ni?os y j¨®venes en la vida p¨²blica.
Lo avances en los 25 a?os de vida de la CDN han sido muchos en diferentes grados. Especialmente significativa es la ca¨ªda en la mortalidad de menores de cinco a?os por enfermedades prevenibles: el n¨²mero anual de muertes de menores de 5 a?os se redujo de alrededor de 12,6 millones en 1990 a unos 6,3 millones en 2013, aunque no alcanzaremos el Objetivo de Desarrollo del Milenio. Tambi¨¦n se han producido progresos en materia de protecci¨®n a los ni?os con la consolidaci¨®n de sistemas destinados a tal fin en muchos pa¨ªses o el reconocimiento de las garant¨ªas procesales en el caso de que haya peque?os en conflicto con la ley penal.
En Espa?a hemos acometido importantes reformas en materia normativa e institucional que han mejorado la vida de muchos ni?os, sin embargo, el creciente grado de desigualdad que vive nuestra sociedad puede tener m¨²ltiples consecuencias en nuestro pa¨ªs. Por aprender y mirar en el espejo de otras situaciones similares, tenemos el ejemplo de la regi¨®n latinoamericana que en los a?os 90 se caracterizaba por ser la regi¨®n m¨¢s inequitativa del mundo. All¨ª se estableci¨® lo que vino a llamarse la doctrina de la situaci¨®n irregular, visi¨®n sobre la infancia previa a la aprobaci¨®n de la CDN y donde, en aras de la protecci¨®n de los ni?os, todas las legislaciones de Am¨¦rica Latina otorgaban a los jueces de menores poderes discrecionales sobre la vida de los peque?os. No exist¨ªan las reglas del debido proceso (protecci¨®n judicial, presunci¨®n de inocencia, derecho a un abogado¡) en el ¨¢mbito penal. Y, en general, se distingu¨ªa entre el t¨¦rmino menor para referirse a aquellos que viven en una situaci¨®n irregular (menores de la calle, menores delincuentes, menores inmigrantes,¡) y el resto de los menores, esos s¨ª llamados ni?os, los que viven en familia, van a la escuela y tienen derechos.
Hemos establecido categor¨ªas y nomenclaturas distintas para poder soportar que los ni?os que cruzan las fronteras del sur al norte, ya sea en el R¨ªo Grande o Melilla, son menores inmigrantes no acompa?ados, que tenemos menores en riesgo social, menores trabajadores y menores que est¨¢n malnutridos.
Son ni?os y son nuestros ni?os, ese es el esp¨ªritu de la Convenci¨®n y el reto que como sociedad enfrentamos. El camino de la desigualdad y la falta de oportunidades transcurre por la propia diferenciaci¨®n entre nosotros, los que podemos pagar por determinados servicios y oportunidades para nuestros ni?os y ellos los pobres, los otros, estigmatizados entre otras cosas por el propio t¨¦rmino social de menores. Trabajemos para construir sociedades equitativas y donde todos los ni?os, vengan de donde vengan y est¨¦n en la condici¨®n en que est¨¦n, sean ni?os con derechos y oportunidades.
Javier Martos es director ejecutivo de UNICEF Comit¨¦ Espa?ol.
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