¡®Els altres catalans¡¯
El escritor Francisco Candel titul¨® una ¨¦poca. A ver qui¨¦n es el guapo que le da t¨ªtulo a esta
Francisco Candel, Francesc Candel, viv¨ªa en una casa muy modesta de la Zona Franca de Barcelona, y all¨ª estaba mirando el p¨¢jaro amarillo que nos piaba. Era un hombre sencillo que hablaba a¨²n, tantos a?os despu¨¦s, como aquellos personajes, que eran en realidad ¨¦l y sus compinches literarios u obreros de la construcci¨®n o de la literatura, de uno de sus libros m¨¢s famosos, Hay una juventud que aguarda.
Como los adolescentes de entonces hab¨ªamos le¨ªdo ese libro como si fuera el Diario de Daniel laico, rabiosamente laico, de la iniciaci¨®n literaria, cuando lo encontr¨¦ tantas d¨¦cadas despu¨¦s, en septiembre de 2005, lo mir¨¦ con la reverencia que uno reserva a los maestros que ley¨® cuando era joven; como si me hubiera encontrado con Albert Camus o con Miguel de Unamuno. ?l no llegaba a parecerse a Unamuno, pues era vivaz pero peque?o de estatura, y no hablaba como el vasco, sino con una voz debilitada por el tiempo. Ten¨ªa 80 a?os.
Ya vislumbraba Candel otra inmigraci¨®n, los magreb¨ªes, los latinoamericanos, otros europeos...
En la conversaci¨®n que tuvimos sali¨®, por supuesto, Catalu?a, y un libro que hizo mucho ruido cuando lo public¨®, en 1964. Era Els altres catalans, y ahora me ha venido a la memoria, y al gusto por la escritura atrabiliaria, barojiana y tan personal de Candel, por las razones que est¨¢n en la mente de todos. Y, sobre todo, me vino por algo que le¨ª en La Vanguardia el ¨²ltimo mi¨¦rcoles 26 de noviembre despu¨¦s del discurso del presidente Artur Mas acerca del porvenir electoral de sus propuestas soberanistas. El texto es de Antoni Puigverd y acaba as¨ª: ¡°La misma indiferencia que Rajoy muestra hacia unos catalanes, Mas la proyecta hacia otros¡±.
En aquella conversaci¨®n (publicada en EL PA?S Semanal?en 2005), naturalmente surgi¨® la historia de ese libro, que segu¨ªa a otro t¨ªtulo parecido (Els altres valencians, de Joan Fuster) y que le fue encargado por Edicions 62 a Candel. Naturalmente, aquellos catalanes ¡°otros¡± eran los inmigrantes, como lo fue el propio Candel; esos inmigrantes ¡°con su castellano y todo, se consideraban catalanes¡±. Los altres eran, me se?al¨® Candel con su ¨ªndice, una prolongaci¨®n venosa de su mano, extreme?os, andaluces, murcianos; en ese momento en que habl¨¢bamos ya vislumbraba Candel otra inmigraci¨®n, la llegada de otros altres a la geograf¨ªa humana de Catalu?a, los magreb¨ªes, los latinoamericanos, otros europeos... Pero ya ¨¦l no cre¨ªa tener energ¨ªa para describirlos.
Lo cierto es que ¨¦l escribi¨® aquel libro, se arm¨® una buena, como con casi todos los libros que escribi¨® (recuerden Donde la ciudad cambia de nombre, al que sigui¨®, significativamente, ¡°?Dios, la que se arm¨®!¡±, y hubo numerosas ediciones, en catal¨¢n, que ¨¦l tantos a?os despu¨¦s celebraba como un veterano divertido que no ten¨ªa sitio donde ponerse medallas, pero que ten¨ªa derecho a exhibirlas.
Lo cierto es que el t¨ªtulo, Els altres catalans, fue tan afortunado como cada uno de los suyos, y ahora me lo ha hecho evocar Puigverd. En efecto, en este pa¨ªs de paralelismos asim¨¦tricos es cierto que Rajoy no tiene en cuenta a unos catalanes y que Artur Mas se olvida tambi¨¦n, en la gesti¨®n de los delicados sentimientos que maneja, a los catalanes que no se sienten como ¨¦l. Els altres catalans. Candel titul¨® una ¨¦poca. A ver qui¨¦n es el guapo que le da t¨ªtulo a esta.
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