Democracia sin apellidos
Netanyahu se empe?a en aprobar una ley que puede discriminar al 24% de los israel¨ªes
Disfrazar los intereses personales de grandes ideales es una estratagema muy vieja en pol¨ªtica; cuando esos grandes ideales tocan los cimientos de una sociedad, se est¨¢ jugando con fuego. El primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, quiere aprobar, contra viento y marea, una controvertida ley que, con el pretexto de consagrar a Israel como Estado jud¨ªo, asegura la tranquilidad del jefe de Gobierno frente a los sectores m¨¢s radicales de su electorado y entre algunos de sus socios en el Ejecutivo: pero coloca a Israel en un precipicio jur¨ªdico, al prevalecer el car¨¢cter jud¨ªo sobre las dem¨¢s leyes del pa¨ªs. Y algo mucho peor: puede consagrar legalmente la discriminaci¨®n colectiva del 24% de los israel¨ªes.
Empe?arse, 66 a?os despu¨¦s de la independencia, en subrayar el car¨¢cter jud¨ªo de Israel es una obviedad innecesaria. Est¨¢ recogido en el plan de partici¨®n de la ONU de 1947, en la declaraci¨®n de independencia de 1948 le¨ªda por Ben Gurion, en la bandera, el escudo y hasta en el habla general, en diversos idiomas, en los que a menudo se utiliza ¡°Estado jud¨ªo¡± como sin¨®nimo de Israel. Que el presidente palestino, Mahmud Abbas, no quiera reconocerlo as¨ª no debe ser motivo para convertir ese dato en una ley b¨¢sica del pa¨ªs ¡ªIsrael no tiene Constituci¨®n como tal, sino 11 leyes fundamentales¡ª salvo que Netanyahu trate de elevarlo al rango de categor¨ªa absoluta y escollo insuperable de desacuerdo (algo que no deber¨ªa pasar de un punto de discrepancia importante pero superada por los hechos). Y que quiera adem¨¢s usarlo como escaramuza en la pol¨ªtica interna israel¨ª.
La iniciativa de Netanyahu coloca en el umbral de ciudadanos de segunda categor¨ªa a algo m¨¢s de dos millones de israel¨ªes ¡ª1.700.000 ¨¢rabes y 300.000 de otras confesiones¡ª que no son jud¨ªos. El primer ministro asegura que sus derechos individuales seguir¨¢n siendo reconocidos como tales en igualdad de condiciones con los dem¨¢s, pero calla respecto a lo que suceder¨¢ con sus derechos como minor¨ªas. Simplemente quedar¨¢n relegados porque, seg¨²n la ley, tendr¨¢ preeminencia el car¨¢cter jud¨ªo. Por cierto, Netanyahu someti¨® por primera vez a su Consejo de Ministros esta iniciativa d¨ªas despu¨¦s de que un polic¨ªa israel¨ª de religi¨®n drusa muriera defendiendo a sus conciudadanos jud¨ªos que rezaban en una sinagoga cuando fueron v¨ªctimas de un ataque terrorista palestino.
La democracia no tiene apellidos. Cuando los lleva, es menos democracia. Israel no necesita poner el apellido jud¨ªo a la suya.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.