Agresores y agresores
No est¨¢ en la misma categor¨ªa la v¨ªctima que sufre sin hab¨¦rselo buscado que la que muere matando
Hay cosas que no me caben en la cabeza. Las leo, inevitablemente, por el espacio que ocupan en la prensa; las veo y escucho, a la fuerza, porque protagonizan minutos preciosos de la informaci¨®n radiotelevisiva, pero no consigo entender el c¨®mo ni el por qu¨¦ colonizan tanto espacio y escupen tal cantidad de tinta. Hay cosas que no entiendo. Ocurre que estas alturas del a?o, la violencia de g¨¦nero, o violencia familiar (porque este 2014 ha sido especialmente brutal en muertes de ni?os a manos de sus padres o tutores), ha sobrepasado el medio centenar de muertos y ha puesto sobre la mesa fallos en la pol¨ªtica de alejamiento del agresor a su v¨ªctima e inercias incomprensibles de la justicia y de nuestra cultura, la de creer, por ejemplo, que un hombre que maltrata a su pareja puede ser un padre amante de sus hijos, como si pudiera ser un buen ejemplo para una criatura ese individuo que insulta, veja o pega a la mujer que la trajo al mundo.
Antes de piedad por la v¨ªctima lo que hubiera sentido ser¨ªa pavor de los que a¨²n quedaban vivos
Ocurre que cada tanto hay un momento de estremecimiento en las noticias cuando vemos que la vida de una mujer se ha truncado abruptamente en manos de su pareja o su ex pareja, hay momentos de horror cuando un padre envenenado de rencor, celos o resentimiento decide que el mayor castigo que puede propinarle a una madre es la de acabar con la vida de sus hijos. Y para compensar, hay un d¨ªa, uno, como el del sida, como el del c¨¢ncer, como el de la infancia, una fecha se?alada, en la que se nos insta a recordar a todas esas personas que estuvieron marcadas por la violencia y la desgracia. Y ya. Pero existen otros acontecimientos brutales que por el singular hecho de estar relacionados con el dif¨ªcilmente evitable deporte rey acaparan tiempo y tiempo y tiempo de la informaci¨®n general.
Tal vez soy cruel si afirmo que en mi opini¨®n no est¨¢ en la misma categor¨ªa la v¨ªctima que sufre sin hab¨¦rselo buscado que esa otra que muere matando, en una reyerta de iguales. Estamos hablando de dos bandas de descerebrados que se citan para darse de hostias a las nueve de la ma?ana, antes de un partido, con la intenci¨®n de abrirle la cabeza al otro, de hacer sangre, de generar terror en plena calle, a ojos de vecinos pac¨ªficos que pasan por all¨ª, a la vista de ni?os aterrorizados, estamos hablando de individuos que han tomado un autob¨²s para tener una org¨ªa de sangre en otra ciudad, de gente o gentuza que se ha cruzado media Espa?a para agredir sin l¨ªmites a otros t¨ªos que tienen a su vez tanta necesidad de violencia como ellos, nos referimos a tipos que dan miedo, que dan mucho miedo. Estamos ante una pelea entre iguales, entre agresores y agresores. Y como resultado de este combate sin reglamento, entre verdugos y verdugos, hay uno al que se le abre la cabeza, se le parte el bazo, se le tira al r¨ªo. Uno en concreto, un tal Jimmy de 43 a?os, pero pod¨ªa haber sido otro, otro el que cayera al r¨ªo en manos de este Jimmy fallecido, que ya no podr¨¢ viajar a ninguna otra ciudad para abrirle la cabeza a un fan¨¢tico como ¨¦l.
Resulta rid¨ªculo que la reprimenda se resuma en negarles la entrada a los estadios?durante cinco a?os
Me imagino a m¨ª misma paseando por esa ribera del Manzanares que convoca a tantos madrile?os todos los fines de semana y encontr¨¢ndome, de pronto, con semejante espect¨¢culo. Imagino haber presenciado c¨®mo lanzaban al moribundo al agua. Creo que antes de piedad por la v¨ªctima lo que hubiera sentido ser¨ªa pavor de los que a¨²n quedaban vivos, terror de que su violencia se descargara contra cualquier persona inocente que pasara por all¨ª. A las pocas horas, el twitter del Deportivo de La Coru?a hac¨ªa p¨²blico el sentido p¨¦same a la familia del ultra, llamando al difunto por su diminutivo, Jimmy, convirti¨¦ndole en alguien merecedor de l¨¢stima. Jimmy, padre de dos pobres criaturas, en mi opini¨®n las verdaderas v¨ªctimas, que no s¨¦ qu¨¦ versi¨®n recibir¨¢n de los hechos, aunque dif¨ªcil ser¨¢ recomponer la figura de quien dedic¨® sus energ¨ªas a provocar p¨¢nico en virtud de unos colores, un equipo.
Alguna vez habr¨ªa que pensar qu¨¦ abusivo es el espacio que ocupan los deportes. Horas y horas dedicadas a fichajes, resultados, vaticinios y elogios a celebridades casi siempre exentas de un discurso articulado. No tengo nada en contra de la diversi¨®n que proporciona el deporte competitivo pero es cansino, cansino andar todo el d¨ªa desconectando la radio, la tele o pasando las p¨¢ginas de los peri¨®dicos porque gran parte de lo que nos llega a los ojos y a los o¨ªdos es informaci¨®n deportiva. Si para aderezar este soniquete permanente se suma un suceso sangriento como el que ocurri¨® el domingo a la vista de todo el mundo, que podr¨ªa haber sido infinitamente m¨¢s grave si hubiera sucedido dentro del estadio Vicente Calder¨®n, entonces, a lo de siempre a?adimos los an¨¢lisis sociol¨®gicos de estas organizaciones delictivas y el diagn¨®stico psicol¨®gico de quienes las integran. Uf. As¨ª que despu¨¦s de tantos d¨ªas escuchando que hay que castigar a estas manzanas podridas de la afici¨®n para que no afeen lo que es un espect¨¢culo noble resulta rid¨ªculo que la reprimenda se resuma en negarles la entrada a los estadios durante cinco a?os y una multa a?adida de 60.000 euros. Poco me parece para quien siembra el p¨¢nico, y muchos son los minutos que han copado con sus animaladas en la prensa. Un pensamiento feroz cruzaba estos d¨ªas mi mente: mientras se maten entre ellos¡
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