La vida de los guantes perdidos
J¨®venes espa?oles que han emigrado a trabajar a Edimburgo recogen estos objetos como s¨ªmbolo y denuncia
El documental de Iciar Bolla¨ªn En tierra extra?a narra las vivencias de j¨®venes espa?oles que han emigrado a trabajar a Edimburgo y recogen guantes perdidos como s¨ªmbolo y denuncia de la situaci¨®n en la que se encuentran (The Blender Collective). Casi a la par de su estreno, me encontr¨¦ en Londres un guante solitario. Era una manopla de beb¨¦ y estaba colgada en una verja de hierro. Pero recoger aquel guante era imposible: en realidad no era uno de verdad, sino una reproducci¨®n en cobre realizada por la artista Tracey Emin para una exposici¨®n en el Foundling Museum.
El Foundling Museum es una de esas galer¨ªas de segunda fila que verdaderamente merecen la pena. No son ni medi¨¢ticos ni poseen la fama de los grandes, pero est¨¢n hechos a escala humana. Como la Frick Collection y la Neue Gallery de Nueva York o el Bellas Artes de Bilbao. El Foundling se asienta en el mismo edificio donde antes se encontraba uno de los mayores orfanatos de Londres, en Bloomsbury. Miles de ni?os fueron recogidos all¨ª desde que se fund¨® la instituci¨®n en el siglo XVIII. La mayor¨ªa eran de madres solteras: dejaban all¨ª a sus beb¨¦s junto a peque?os objetos, como botones, medallas o agujas, que luego eran cuidadosamente clasificados para que en caso de que la madre reclamase al hijo, lo pudieran identificar. Y en ese mismo lugar, Tracey Emin, artista de la generaci¨®n de The New British Artist, complet¨® una exposici¨®n con obras sobre la violencia de g¨¦nero, los embarazos no deseados y la p¨¦rdida, en general. Aquel peque?o guante forma parte de la muestra.
En la entrada, a la izquierda, se encuentra el caf¨¦. Sus paredes est¨¢n llenas de nombres de escritores y personajes literarios ligados a la orfandad como Spiderman, Homero, Dickens, Lisbeth Salander, Huckleberry Finn, Hans Solo, Superman, H¨¦rcules, Heidi, Jane Eyre, Scarlett O¡¯Hara, R¨®mulo y Remo, Oliver Twist y James Bond, entre otros. Ser hijo no biol¨®gico no es algo extra?o ni en la literatura ni en nuestro tiempo. Arriba, las dos colecciones permanentes. La principal, ligada a la historia de la instituci¨®n y otra colecci¨®n dedicada a uno de los mayores benefactores de Foundling: el m¨²sico Georg Friedrich H?ndel. Como bien describe Stefan Zweig en su genial libro Momentos estelares de la humanidad, H?ndel cedi¨® todos los beneficios de su Mes¨ªas a dicho lugar. Ahora la instituci¨®n cuida su memoria.
Antes de salir de la capital brit¨¢nica visit¨¦ otra muestra en otro museo londinense. Una exposici¨®n sobre la obra tard¨ªa de William Turner en el Tate Britain. Al contrario que en el anterior, estaba lleno de gente. Casi al final, junto a los ¨²ltimos cuadros, hab¨ªa un peque?o cartel con una explicaci¨®n: no se sabe a ciencia cierta si el autor, en sus ¨²ltimos a?os de vida, opt¨® por la abstracci¨®n o aquellos eran cuadros inacabados a causa de su muerte. Eran pinturas en las que casi no se adivinaba ninguna figura, tan solo se divisaba una masa informe de luz y de polvo. Algo incierto, como el futuro de aquellos hu¨¦rfanos del Foundling o de la juventud de ahora.
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