Retrato de familia
Mientras do?a Sof¨ªa admiraba el cuadro de Antonio L¨®pez, en Miami aparec¨ªa Corinna, que burbujea como si fuera 'champagne' que se convierte en mujer
Ante la visi¨®n del retrato de la Familia de Juan Carlos I, una obra de arte por fin completada por Antonio L¨®pez despu¨¦s de 20 a?os de gestaci¨®n, el Rey em¨¦rito brome¨® con los periodistas, revelando que en un principio no le hab¨ªa gustado nada. Tras dos d¨¦cadas de creaci¨®n con los consiguientes cambios efectuados por el pintor, empez¨® a gustarle m¨¢s. Do?a Sof¨ªa fue m¨¢s simple y la calific¨® de una verdadera obra de arte. Y realmente acert¨®: sin estar presentes todos los elementos, personas, incidentes que transformaron ese retrato, en el resultado todos nos damos cuenta de que 20 a?os dan para mucho.
Tanto y tantas cosas han pasado en esa familia, que en el cuadro lo que resalta es esa luz, entre fantasmal y minimalista, cargada de la esencia de la d¨¦cada de los noventa. Es tanta esa esencia, que uno puede sospechar que L¨®pez pudiera haber pintado el cuadro en un mismo d¨ªa. Y ocultado el lienzo 20 a?os para contrarrestar la leyenda del Retrato de Dorian Gray. Mientras a la familia real le suced¨ªa de todo en estos 20 a?os, el cuadro iba rejuveneciendo y rejuveneciendo hasta estar casi vivo. Y permanecer como lo ¨²nico tangible, perfecto de ese tiempo en que fuimos un pa¨ªs lleno de pujanza. Con tanto dinero y porvenir que nadie imagin¨® que alg¨²n d¨ªa todo se resquebrajar¨ªa. Cuando fuimos una aut¨¦ntica obra de arte. Quiz¨¢s eso fue lo que quiso decir do?a Sof¨ªa.
Mientras do?a Sof¨ªa admiraba la verdadera obra de arte que la tiene a ella como una de sus protagonistas, en Miami, la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein acud¨ªa perfectamente despeinada a la cena que las ediciones europeas de la revista Vanity Fair, entre ellas VF Espa?a, ofrec¨ªan en la feria de arte Miami Art Basel, junto con la casa de subastas Philipps. O sea, el arte re¨²ne a reinas de la sociedad internacional. De cerca, en la realidad, Corinna es un encanto. Burbujea, como si fuera un tipo de champagne que se convierte en mujer. Expresiva, vivaz, una profesional, mantiene distintas conversaciones con los que la rodean. Da la bienvenida a un nuevo miembro de su mesa al mismo tiempo que despide a una pareja de otra, en otro idioma. Todo en ella es s¨²per social, coqueto, divertido. En definitiva, es otro tipo de reina.
La mesa de Corinna era la m¨¢s observada y nutrida de dinero y talento. Uno de los anfitriones de la velada, el consagrado pintor y director de cine Juli¨¢n Schnabel, estaba a su lado, vestido con un pijama, el atuendo que habitualmente estrena en cenas de este tipo. Corinna le hablaba, l¨®gicamente, como si fuera el rey de la noche. En un momento dado, estrech¨¦ su mano y ella, encantadora, ofreci¨® su mejilla. Le felicite por su hist¨®rica entrevista en el ?Hola! ¡°Solo quise dejar claro mi respeto hacia el Rey¡±, me dijo, sin abandonar su sonrisa y sus ojos fijos en los m¨ªos. Nada de drama, acritud, sino una manera abierta de abordar el tema. O cualquier otro. ¡°Creo en la confianza, estoy convencida que es lo primero que percibes de una persona y lo ¨²ltimo que pierdes¡±, explic¨® en un ingl¨¦s muy suave, la feminidad de su voz otra muy efectiva arma. Claramente, estaba gan¨¢ndose mi confianza, desvelando su sutil manera de delimitar su territorio y sus poderes. Detr¨¢s m¨ªo se formaba una fila de admiradores y curiosos, Corinna se levant¨®, pos¨® perfectamente para los fot¨®grafos un par de segundos, no como yo que me gusta quedarme 20 o 30 minutos haci¨¦ndome fotos. Otra princesa alemana, presente en la fiesta me susurr¨®: ¡°Ese despeinado perfecto cuesta 1.000 d¨®lares de peluquer¨ªa m¨¢s el vuelo de tu peluquero y un asistente¡±. Solo en Miami Art Basel puedes o¨ªr algo as¨ª. Como si leyera mi mente, que estoy seguro de lo que hizo, Corinna volvi¨® hacia m¨ª a despedirse. ¡°Hasta pronto¡±, afirm¨® en su c¨®mplice castellano, sonriendo con la mirada.
La vida es tambi¨¦n una obra de arte y te cambia cuando conoces a Corinna. No solo te hace sentir m¨¢s pr¨®ximo a la realeza y a la jet set sino que te hace pensar en esas mujeres que poseen y gestionan el don de tenerlo todo menos a la historia de su parte. Pero es justamente eso lo que les permite un hueco en la misma. Corinna me record¨® a Rosalind Fox, el personaje de mi ¨²ltima novela, Un jard¨ªn al norte, una mujer capaz de transformar su vida en esa verdadera pero irreal obra de arte. Cuando baj¨¦ de la nube, me percat¨¦ que no le hab¨ªa preguntado qu¨¦ pensaba del esperado retrato.
Esta semana, ha sido la violencia la que ha retratado al deporte rey, el f¨²tbol. Esa violencia, lamentablemente, ha te?ido de sangre y molestia los titulares. Cuando se ven las im¨¢genes, grabadas por un vecino, de la batalla campal entre hinchas del Atl¨¦tico de Madrid y el Deportivo, uno piensa que cualquier cosa puede encender nuestra ira y que en el f¨²tbol a los ultras se les ha consentido casi de la misma manera que en los partidos pol¨ªticos se hizo con los corruptos. Coincide el ingreso del se?or Fabra en prisi¨®n con la promesa del Atl¨¦tico de no dejar entrar en sus instalaciones a los ultra. Un cuadro que nos retrata sin arte.
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