La transformaci¨®n de Jennifer Lawrence
La actriz coloca su primera canci¨®n entre las m¨¢s vendidas. Mientras su ¨¦xito crece a pasos agigantados, busca conservar la naturalidad que la hizo famosa
Ahora tambi¨¦n cantante. ?Hay algo que Jennifer Lawrence no sepa hacer? ¡°Siempre es un reto entrar en una habitaci¨®n sin caerme¡±, reconoci¨® risue?a recientemente a este diario la actriz. Ganadora de un Oscar, desde hace escasamente cuatro a?os tiene el mundo por montera. Lo quiera o no. ?Otros h¨¢ndicaps? ¡°Cuidar lo que digo, y ese no es mi fuerte¡±, a?adi¨® durante la presentaci¨®n de su ¨²ltimo estreno, Los juegos del hambre: Sinsajo Parte 1. A sus 24 a?os, el resto, en lo que a su carrera se refiere, son todo victorias. Al menos en apariencia. Tres candidaturas al Oscar y una estatuilla por El lado bueno de las cosas adem¨¢s de protagonizar la franquicia m¨¢s taquillera del momento. Y ahora se va a lanzar a la canci¨®n. Hay quien dice que camino del Grammy. Su primer y ¨²nico sencillo The Hanging Tree se ha colocado codo con codo junto a Taylor Swift y Maroon 5 en las listas de ¨¦xitos. El tema folk escrito por The Lumineers para Sinsajoocupa el duod¨¦cimo lugar en la lista de los m¨¢s vendidos en EE?UU y el octavo en Inglaterra. ?Su respuesta cuando le dices que te gusta? ¡°Al menos le gusta a una de nosotras¡±.
Lawrence ha ca¨ªdo en la m¨²sica sin preparaci¨®n, como lo hizo a?os atr¨¢s en el cine. Seg¨²n coment¨® Francis Lawrence, director de su ¨²ltimo filme, tuvo un profesor de canto un par de d¨ªas y no necesit¨® m¨¢s que vencer su verg¨¹enza. Su ¨¦xito musical tiene las mismas ra¨ªces que su ¨¦xito en la pantalla: su naturalidad. La misma con la que camina por las alfombras rojas o con la que se cae cada vez que va a la ceremonia de los Oscar (tropiezo incluido cuando subi¨® al escenario a por su estatuilla).
¡°Te dicen que no cambies pero luego se te echan encima¡±, admite frustrada. Asegura que lo dif¨ªcil es no cambiar cuando todos lo hacen. Lawrence quiere seguir siendo la misma pero est¨¢ claro que las circunstancias no lo son. Especialmente desde que fue v¨ªctima del ataque cibern¨¦tico que subi¨® a la Red numerosas fotos de la actriz desnuda que estaban ¨²nicamente destinadas para su novio. ¡°Dije a Vanity Fair todo lo que ten¨ªa que decir sobre el tema¡±, comenta. Esto es: que este tipo de ataques contra la intimidad son ¡°cr¨ªmenes sexuales¡± y que cualquiera que simplemente mire esas im¨¢genes ¡°est¨¢ perpetuando¡± la misma agresi¨®n. Cosas que ya no puede decir por si misma a juzgar por la r¨¢pida intervenci¨®n de su publicista, Liz Mahoney, para dar por zanjada cualquier conversaci¨®n que no se centre en la promoci¨®n de su nuevo estreno.
Lawrence dice que no quiere cambiar pero est¨¢ claro que ha cambiado. Ella habla del gesto de sorpresa que nota cuando entra en un ascensor. De cuando intent¨® comprarle un perrito a una amiga y mientras ella jugueteaba con el cachorro el dependiente no hac¨ªa m¨¢s que sacarle fotos que luego vendi¨® a una publicaci¨®n. ¡°No quiero cambiar pero tienen que dejar de ser tan gilipollas¡±, agrega. Pero, aunque diga lo contrario, ella ha cambiado. Su s¨¦quito no se separa de su lado. Su conversaci¨®n es algo m¨¢s fr¨ªa y calculada de lo que sol¨ªa ser, sus respuestas, m¨¢s cortas, y, sobre todo, su presencia m¨¢s tensa.
En lo laboral le queda una entrega m¨¢s de Los juegos del hambre por estrenar, saga que la ha situado hoy entre las actrices mejor pagadas. Tambi¨¦n volver¨¢ a formar parte de los X-Men en Apocalypse y comienza a rodar un nuevo filme con el director que le dio el Oscar, David O. Russell. Eso adem¨¢s de una tumultuosa vida amorosa con una relaci¨®n ahora s¨ª ahora no que la uni¨® al actor Nicholas Hoult y ahora a Chris Martin, cantante de Coldplay y ex de Gwyneth Paltrow.
A¨²n as¨ª no hay que ara?ar mucho su armadura para encontrar rastros de la Jennifer previa a la JLaw actual, de la joven genuina y desafectada. Parte de su seriedad es una pose, a juzgar por ese mantra que se dice por lo bajini al final de cada respuesta y que reza ¡°b¨¦bete el t¨¦ y deja de hablar, b¨¦bete el t¨¦ y deja de hablar¡±. ¡°Nunca s¨¦ c¨®mo acabar una frase, cu¨¢ndo dejar de hablar¡±, confiesa. Su coartada se rompe por lo inc¨®moda que se la ve en la silla, movi¨¦ndose de un lado a otro hasta que dice ¡°y ahora me pongo colorada, me pica todo y me pongo a sudar¡±.
Como reivindica, sigue siendo una apasionada de la interpretaci¨®n y sabe que vive una vida incre¨ªblemente privilegiada. ¡°Lo dif¨ªcil son las cosas sencillas, como ir al supermercado. Tengo pesadillas de que estoy caminando y me veo rodeada de gente sin escapatoria posible. As¨ª que me es m¨¢s f¨¢cil pedirle a una amiga que me compre lo que sea para que no se monte una en la tienda. Pero es importante mantener los pies en la tierra. Tengo que ver c¨®mo. Lo estoy intentando¡±.
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