Animal pol¨ªtico
La pol¨ªtica ha de recuperar el mando ante el momento de desigualdad en el que vivimos
En servil cumplimiento de ¨®rdenes superiores, en agosto de 2011, el presidente Zapatero y Rajoy, l¨ªder de la oposici¨®n, perpetraron una reforma del art¨ªculo 135 de la Constituci¨®n, burlando la soberan¨ªa popular. PP y PSOE constitucionalizaron la limitaci¨®n del d¨¦ficit del Estado y otorgaron prioridad a los acreedores a la hora de cobrar, por delante de las necesidades b¨¢sicas de los espa?oles. Pedro S¨¢nchez ha rescatado para el debate p¨²blico este momento estelar del pactismo bipartidista, ejemplo insuperable de la democracia invertida en que vivimos y de la crisis moral que la acompa?a.
La democracia est¨¢ cabeza abajo. Los Gobiernos viven pendientes cada d¨ªa de las exigencias de los mercados que les financian y s¨®lo cada cuatro a?os se preocupan de los ciudadanos, a los que les piden, con promesas imposibles, un voto que asumen como un cheque en blanco. Me dec¨ªa Bel¨¦n Barreiro que un 54% de los ciudadanos espa?oles creen que han bajado de clase social con esta crisis. Y, sin embargo, la desigualdad no est¨¢ en la agenda pol¨ªtica del Gobierno.
Los partidos se comportan con?la corrupci¨®n como los curas ante la pederastia
La impostura del art¨ªculo 135, es una prueba m¨¢s de la doctrina que funda la acci¨®n de nuestros Gobiernos, que, como escribe Tzvetan Todorov, ¡°postula, a la vez, que los intereses econ¨®micos deben primar sobre nuestras necesidades sociales y que el ser humano es autosuficiente. Y en mundo en que la satisfacci¨®n de los individuos es el ¨²nico valor compartido, no hay lugar para la moral: esta empieza por la toma en consideraci¨®n de la existencia de los otros¡±. Si a la ciudadan¨ªa s¨®lo se le reconoce un papel de acompa?amiento, si se reduce el ciudadano a su estricta condici¨®n econ¨®mica, todo lo dem¨¢s se da por a?adidura: la bunkerizaci¨®n del sistema pol¨ªtico en el bipartidismo cerrado y la corrupci¨®n, bajo el principio de que todo tiene un precio. Los partidos se comportan con la corrupci¨®n como los curas ante la pederastia: la defensa de la reputaci¨®n del grupo pasa por encima de la persecuci¨®n del crimen.
La corrupci¨®n es el icono de la crisis del sistema democr¨¢tico, por efecto de un modo de gobernabilidad en que la pol¨ªtica est¨¢ condenada a un papel subalterno. Para afrontar la corrupci¨®n no se necesitan leyes si no recursos, como han dicho los jueces. Pero los Gobiernos se resisten a darlos. Combatir la corrupci¨®n pasa por la asunci¨®n de responsabilidades y, en un sistema tan jerarquizado, ¨¦stas corresponden al jefe m¨¢ximo. Pero sobre todo requiere un cambio cultural, una desmitificaci¨®n de las verdades del momento, que Zygmunt Bauman enumera as¨ª: que el crecimiento es la base del bienestar; que un consumo en constante aumento favorece el deseo y la felicidad; que la desigualdad es natural; y que la competencia es condici¨®n suficiente para la justicia social. La pol¨ªtica ha de recuperar el mando. A los que la reivindican como un derecho de todos les llaman populistas. Si al animal pol¨ªtico (el ser humano) le quitamos la pol¨ªtica s¨®lo queda el animal.?
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