Impunes y corruptos
La sospecha de que todav¨ªa hay mucho oculto hace necesaria la investigaci¨®n judicial y policial
Hoy en Espa?a existe una sensaci¨®n generalizada de que pol¨ªticos de todos los niveles, empresarios, jueces, miembros de la familia real, esposas, hijos, cu?ados, yernos y primos segundos, y en general cualquiera con acceso la m¨¢s m¨ªnima parcela de poder, hasta el peque?o Nicol¨¢s incluido, se consideran impunes a la hora de corromper y corromperse.
La ciudadan¨ªa clama contra tanto corrupto mangante con cuentas en Suiza y para¨ªsos fiscales, fruto de comisiones y acuerdos inconfesables. No hay m¨¢s que ver el bar¨®metro de noviembre reci¨¦n publicado del CIS en el que un 63,9% de los espa?oles consideran la corrupci¨®n el principal problema en Espa?a, frente al 42,7% del mes de octubre.
Al realizar el sondeo, hab¨ªa estallado la Operaci¨®n P¨²nica, con m¨¢s de 30 detenidos entre alcaldes y cargos p¨²blicos como lo fuera Francisco Granados, n¨²mero dos de Esperanza Aguirre. Se conocieron tambi¨¦n los gastos en viajes del presidente extreme?o, Jos¨¦ Antonio Monago, gastos que sugieren al menos una visi¨®n poco edificante sobre la utilizaci¨®n de los fondos p¨²blicos. Tambi¨¦n se obtuvo la impresi¨®n de que al presidente del Congreso no parec¨ªa importarle en exceso el control de los gastos oficiales de los diputados.
Fue en estas circunstancias, un d¨ªa despu¨¦s del se?alamiento de la ministra de Sanidad Ana Mato por el juez como part¨ªcipe lucrativa en el caso G¨¹rtel y ante la proximidad de unas elecciones municipales, cuando Mariano Rajoy extrajo del ba¨²l de los recuerdos 70 medidas de regeneraci¨®n democr¨¢tica, la mayor parte atascadas en el Congreso por voluntad de la mayor¨ªa absoluta de su partido, pero anunciadas ahora con alharacas en un vano intento de recuperar la confianza de los espa?oles en sus dirigentes.
Claro que el presidente no parece ahora el m¨¢s indicado para adoctrinar sobre regeneraci¨®n democr¨¢tica, a la vista de las tramas que van aflorando en la mayor¨ªa de las cuales su partido no sale bien parado. La impunidad ha reinado durante demasiados a?os en este pa¨ªs. No se ataj¨® en su momento; la Transici¨®n mir¨® hacia otro lado, como en muchos otros aspectos, y la cultura de la corrupci¨®n se afianz¨® de manera ¡°normal¡± a todos los niveles.
La reforma que ha anunciado
el Ejecutivo no pasa de ser
pura cosm¨¦tica
La sospecha de que hay todav¨ªa mucho m¨¢s oculto que lo que ha salido a la luz hace m¨¢s necesaria que nunca la investigaci¨®n judicial y policial de las conductas sospechosas. Los jueces, por su parte, proponen medidas de alcance estructural, organizativo y de gesti¨®n para abordar de forma eficaz la lucha contra la corrupci¨®n. Frente a esto, la reforma anunciada por el Ejecutivo no pasa de ser pura cosm¨¦tica. Medidas como la separaci¨®n de procedimientos para evitar las macrocausas devienen una trampa y constatan el desconocimiento de c¨®mo funciona el crimen organizado y de qu¨¦ manera favorece a los corruptos; la limitaci¨®n del tiempo de instrucci¨®n sin dotar de medios materiales y humanos es una quimera; la intervenci¨®n de comunicaciones por el Ministerio de Interior resucita una pr¨¢ctica olvidada incluso en temas de terrorismo e introduce la sospecha y desconfianza en los jueces, sin explicar las razones de esa medida, de dudosa eficacia y alto contenido pol¨ªtico.
En opini¨®n de Transparencia Internacional, Espa?a no sufre una corrupci¨®n sist¨¦mica, sino una gran cantidad de esc¨¢ndalos de corrupci¨®n pol¨ªtica de altos cargos en los partidos. La ca¨ªda ¡ªno excesiva¡ª producida en los ¨²ltimos dos a?os en su puesto del ranking de pa¨ªses m¨¢s o menos problem¨¢ticos, responder¨ªa, seg¨²n TI al afloramiento de muchos de los casos de corrupci¨®n, la coyuntura econ¨®mica y la conjugaci¨®n parad¨®jica de una mejora de los sistemas de control con la sensaci¨®n social de impunidad. No comparto totalmente esta afirmaci¨®n de TI, porque probablemente no toma en cuenta todos los antecedentes que en materia de corrupci¨®n se han vivido en Espa?a y que sugieren una tendencia permanente hacia la trampa y el aprovechamiento il¨ªcito, desde hace muchos a?os.
Por mi trabajo como juez, no me resultan extra?as las formas en las que esta lacra se enmascara ni los m¨²ltiples tent¨¢culos que desarrolla. Me entender¨¢n bien jueces, fiscales, peritos, polic¨ªas y guardias civiles si hablo de horas innumerables de trabajo ante una red de crimen organizado indagando desde el extremo del ovillo, tirando con delicadeza pero con mano firme para no alertar, pero a la vez cerrando el camino con la urgencia de no permitir que la pista se diluya en la ci¨¦naga de los para¨ªsos fiscales donde puede desaparecer para siempre.
En Espa?a la lucha contra la corrupci¨®n, o no ha existido o ha sido siempre artesanal, antes y ahora. Desde la pol¨ªtica y las instituciones locales, provinciales, auton¨®micas y nacionales no se palpa una voluntad diferente a la de la trampa y salir del paso, sin an¨¢lisis ni propuestas, o con tantas que solo valen para justificar conciencias y parar imputaciones de inactividad. Falta un verdadero inter¨¦s en profundizar en las causas de la corrupci¨®n que se ha llegado a aceptar como un hecho normal y algo a lo que se ¡°ten¨ªa derecho¡± por el simple hecho de ocupar el cargo que, a partir de la toma de posesi¨®n, pasaba a ser ¡°mi cargo¡±.
Apuesto por un futuro limpio con el esfuerzo de los ciudadanos, de los jueces y de los pol¨ªticos
Las decisiones de combatir la corrupci¨®n duran en Espa?a el tiempo exacto para olvidarlas y seguir haciendo lo mismo. Mientras, la profunda desigualdad que la corrupci¨®n genera entre los ciudadanos y en el propio sistema productivo ni se tiene en cuenta.
En estos tiempos de ping¨¹es beneficios de los de siempre, tarjetas black, cuentas inconfesables, viajes de relax con cargo a lo p¨²blico, resulta intolerable que el presidente del Gobierno se limite a ¡°pedir perd¨®n¡± por los casos que insistentemente se?alan a su partido.
El ciudadano ha aprendido ya lo que es la corrupci¨®n y es por tanto el momento de tomar un papel mucho m¨¢s activo para combatirla, a nivel nacional e internacional. Las tramas criminales de corrupci¨®n implican a sindicatos, saquean bancos o trucan concursos y colocan familiares, amigos o derivados en puestos de trabajo que carecen de explicaci¨®n o fondo¡ ante la par¨¢lisis institucional.
Hay que actuar desde la sociedad civil. De lo contrario continuaremos en esta cultura sin escr¨²pulos y sin inteligencia que nos acosa. Recuerdo una an¨¦cdota de corruptos que contaba el juez Giovanni Falcone, asesinado por la mafia, sobre el interrogatorio del jefe mafioso Frank Coppola. El juez sinti¨® curiosidad y le pregunt¨®: ¡°?Qu¨¦ es realmente la mafia?¡±. Coppola pens¨® unos momentos y respondi¨®: ¡°Se?or juez: actualmente son tres los magistrados que desean convertirse en procuradores de la Rep¨²blica. Uno de ellos es muy inteligente, otro est¨¢ apoyado por los partidos que forman parte del Gobierno y el tercero es un imb¨¦cil. ?Qui¨¦n cree que ser¨¢ el elegido? Pues el imb¨¦cil. Esto es la mafia¡±, explic¨® Coppola.
Hoy, D¨ªa Internacional contra la Corrupci¨®n, apuesto por un futuro limpio con el esfuerzo de los ciudadanos, de los jueces y de los pol¨ªticos honestos que se escandalizan con la acci¨®n de sus colegas. Y abogo por la educaci¨®n. Definir una cultura de honestidad, de ¨¦tica, de transparencia, de servicio p¨²blico y derechos humanos es el desaf¨ªo. Esa medida, se?or Rajoy, s¨ª es b¨¢sica para la regeneraci¨®n. Con ella, daremos respuesta a tantos ciudadanos honrados que aborrecen lo que ven y sufren todos los d¨ªas por su pa¨ªs que los bandidos quieren repartirse.
Baltasar Garz¨®n Real es presidente de FIBGAR.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.