No son las manzanas, es el cesto
Hay muchos mimbres podridos en la democracia espa?ola. No es que los alemanes o los n¨®rdicos no puedan ser p¨ªcaros, es que gozan de instituciones bien dise?adas que no dejan espacio a la posibilidad de picaresca
La palabra responsabilidad viene de responder. Y responderse hace siempre ante alguien o ante algo. Olvidemos la responsabilidad penal, que tiene sus propios mecanismos, y centr¨¦monos en la pol¨ªtica, que parece no existir en este pa¨ªs¡ ?cu¨¢l es el problema?
Lo primero ante lo que un pol¨ªtico puede y debe responder lo conforman sus principios. Un pol¨ªtico ha de dimitir cuando se ve obligado a hacer algo que atenta contra su ideario o cuando descubre que lo ha hecho alguien de su confianza. El ejemplo m¨¢s deslumbrante lo ofreci¨® Manuel Pimentel en el a?o 2000, cuando dimiti¨® de su cargo de ministro. Sus palabras nos suenan hoy a m¨²sica de otro mundo: ¡°Uno debe ser responsable de lo que hacen sus colaboradores¡±, afirm¨®. Hace poco, Gallard¨®n hizo algo muy parecido: antepuso su coherencia a su puesto.
Este tipo de responsabilidad pol¨ªtica, de corte moral, es la que sigue configurando el modelo sobre el que entendemos el ideal. Pero, con independencia de la innegable altura personal que evidencia, lo cierto es que la responsabilidad ante principios ni es la ¨²nica ni quiz¨¢s la m¨¢s importante. A d¨ªa de hoy, los representantes no son tanto los pol¨ªticos, que pueden deberse a sus principios, como los partidos¡ cuya relaci¨®n con algo tan espec¨ªficamente personal como la moralidad no est¨¢ tan clara. Por eso hoy en d¨ªa la responsabilidad pol¨ªtica no se sustancia tanto ante valores individuales como, sobre todo, ante instituciones p¨²blicas. No es tanto voluntaria como inducida. De la confianza en las personas hemos pasado a la confianza en las instituciones.
Este segundo ¨¢mbito ante el que responder, el institucional, configura la piedra de toque sobre la que se edifica la responsabilidad pol¨ªtica en las democracias avanzadas, y es ah¨ª donde anida nuestro problema. Tendemos a creer que los alemanes o los n¨®rdicos son m¨¢s honrados que nosotros por alg¨²n tipo de variable cultural o gen¨¦tica, pero es falso. No es que no sean p¨ªcaros, es que gozan de instituciones bien dise?adas que no dejan espacio a la posibilidad de picaresca. Conviene decirlo claro: el problema no son las manzanas, el problema es el cesto. Hay muchos mimbres podridos.
?Ante qu¨¦ instituciones responden pol¨ªticamente los pol¨ªticos? Primero, los cargos que gestionan dinero, los del Ejecutivo, responden ante el Legislativo, que no maneja presupuestos, pero controla a los que s¨ª lo hacen. El Gobierno y sus ministros responden ante el Parlamento. Esto, ya lo sabemos, es papel mojado en Espa?a. Aqu¨ª no existe diferencia entre Ejecutivo y Legislativo, porque el sujeto que ocupa ambos poderes es el mismo: los partidos pol¨ªticos. La abrumadora mayor¨ªa parlamentaria del PP no va a controlar al Gobierno de Mariano Rajoy. Todo lo contrario: es esa mayor¨ªa la que impide todo control al Gobierno, porque ambos ¡ªGobierno y mayor¨ªa¡ª son el mismo sujeto. Primer mimbre roto.
No hay diferencia entre Ejecutivo y Legislativo: ambos poderes los ocupan los partidos pol¨ªticos
Sigamos. Si el nuestro es un Estado de partidos, ?ante qui¨¦n responden entonces tales entidades? Ante los electores y ante sus militantes, se dir¨¢. Pero los electores, como es sabido, estamos desapoderados frente al bipartido. Aproximadamente el 60% de la ciudadan¨ªa vive en circunscripciones en las que hasta la fecha solo han sido posibles dos partidos. ?C¨®mo responden esos dos partidos ante los electores? Como lo hacen las empresas de todo duopolio ante sus consumidores: mal. Con plasmas, ruedas de prensa sin preguntas y otras anonadantes faltas de respeto que en cualquier otra democracia ser¨ªan impensables. Algo que pueden permitirse porque, sobre todo a la derecha, los electores sencillamente no tienen d¨®nde huir. Quiz¨¢s Podemos¡ª y ojal¨¢ surgiera algo similar a la derecha¡ª pueda romper esta malsana din¨¢mica bipartidista, pero est¨¢ por ver. En todo caso, segundo mimbre malogrado.
Nuestro sistema electoral inutiliza, adem¨¢s, otro mimbre institucional b¨¢sico. La separaci¨®n de poderes la idearon Montesquieu y Madison antes de que surgieran los modernos partidos electorales que, como hemos visto, han tornado del todo obsoleta la distinci¨®n entre Legislativo y Ejecutivo. Por eso muchas democracias consolidadas sustituyen ese mecanismo ya averiado con otro remedio: Gobiernos de coalici¨®n. En una coalici¨®n sigue sin haber diferencia entre ambos poderes, pero al menos los partidos de Gobierno se controlan entre s¨ª. ?Ustedes creen que, si el PP necesitara el apoyo de UPyD para gobernar, Rajoy hubiera sobrevivido a B¨¢rcenas? Gobernar¨ªa Soraya, u otro cargo del PP, y nuestro Parlamento no se habr¨ªa convertido en una enorme comisar¨ªa donde no se habla de pol¨ªtica, sino de indicios.
Una mayor¨ªa absoluta es, en t¨¦rminos liberales, una pesadilla institucional: no hay nada, o muy poco, por encima. Y en Espa?a ocurren dos cosas graves. Por un lado, es el ¨²nico pa¨ªs de la UE que jam¨¢s ha tenido un Gobierno de coalici¨®n. Por otro, nuestras mayor¨ªas absolutas nunca han sido tales, sino siempre una creaci¨®n bastarda del sistema electoral. Rajoy obtuvo un 45% de los votos v¨¢lidos. Eso no es una mayor¨ªa, eso es la minor¨ªa mayor. La mayor¨ªa la tuvo¡ª y la tiene¡ª la oposici¨®n, que logr¨® un 55% de apoyo. Llamemos a las cosas por su nombre. La ley puede retorcer principios b¨¢sicos, darles la vuelta y otorgar el poder a la minor¨ªa. Ese es su poder. Pero no permitamos que haga lo mismo con el lenguaje, porque las palabras son nuestra ¨²nica arma para diferenciar lo real de lo ideal, lo legal de lo leg¨ªtimo, lo que existe y lo posible. Y la democracia es un anhelo, nunca un hecho. Si logran manipular las palabras, ya no podremos creer.
Pero pasemos al mimbre de los militantes. Mientras en otras democracias los militantes controlan a sus c¨²pulas, aqu¨ª¡ bueno, ya saben. Lo del PP, sus dedazos y sus cuadernos azules es una cacicada demencial que ni se molestan en ocultar. Y en el PSOE no le van a la zaga. Por mucho que ¨²ltimamente fomenten primarias, lo cierto es que siguen funcionando cupularmente, como demuestra la propuesta de modificar de nuevo la Constituci¨®n. El problema no es el qu¨¦, es el c¨®mo. Las cosas se deciden arriba y se acatan abajo. La militancia ni est¨¢, ni se le espera. Otro mimbre ennegrecido.
Ortega echaba en falta un proyecto que vertebrara el pa¨ªs. Hoy hacen falta unos sencillos desag¨¹es
Las piezas institucionales que aqu¨ª venimos llamando mimbres pueden verse tambi¨¦n, en otra met¨¢fora, como desag¨¹es. Mecanismos que drenan los inevitables residuos que todo sistema genera. Si los pol¨ªticos no tienen que responder pol¨ªticamente ante nada, el sistema se va cegando. Cegando de corrupci¨®n y de impunidad, ambas pol¨ªticas. Los ciudadanos que votaron al PP contemplan absortos c¨®mo el Gobierno lo preside alguien cuyo partido ha pagado en negro obras y sueldos, cuya sede ha sido intervenida por la Guardia Civil y cuyo tesorero est¨¢ en la c¨¢rcel. El responsable de todo eso era ¨¦l, y ¨¦l sigue ah¨ª, represent¨¢ndoles¡ ?de veras se merecen eso? Gri?¨¢n, responsable pol¨ªtico evidente de los ERE, sigue representando en el Senado a todos los votantes socialistas. ?Pueden hacer algo para evitarlo, o est¨¢n institucionalmente inermes? A ra¨ªz de un auto judicial relativo a una trama corrupta, Ana Mato dimite de ministra pero sigue de diputada. Ahora no representa al Gobierno, ahora representa a todos los espa?oles, incluidos usted y yo. Una persona que se lucra de dinero robado nos representa desde su esca?o, y no podemos evitarlo.
Que esos tres cargos aleguen no saber nada constituye la mejor demostraci¨®n de que algo falla entre nosotros: ?precisamente por eso tienen que dimitir! Pero nada ni nadie exige cuentas. ?D¨®nde est¨¢ la responsabilidad pol¨ªtica en este pa¨ªs?
En 1921 Ortega echaba en falta un proyecto que vertebrara el pa¨ªs. Casi 100 a?os despu¨¦s, lo perentorio es algo mucho m¨¢s modesto: unos sencillos desag¨¹es. Mientras el nivel de detritus institucional empieza a subir hasta extremos nunca vistos y el hedor se hace irrespirable, seguimos escuchando a los paladines de la irresponsabilidad: ¡°Son solo algunas manzanas podridas¡±, claman. No, es mucho m¨¢s grave. No desaguan porque saben que ellos se ir¨ªan por el sumidero, con la excrecencia. De la Espa?a invertebrada hemos pasado a la Espa?a indesaguada. No nos merecemos esto.
Jorge Urd¨¢noz Ganuza es profesor de Filosof¨ªa del Derecho de la Universidad P¨²blica de Navarra. Acaba de publicar Veinte destellos de ilustraci¨®n electoral (y una p¨¢gina web desesperada) (Serbal), ensayo sobre el modelo representativo.
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