Viajeros en el ¡®China Express¡¯
El ferrocarril entre Madrid y Yiwu es otro trayecto posible para aventureros, como el Transiberiano
Una l¨ªnea ferroviaria cruza todo el continente euroasi¨¢tico. Parte de la ciudad de Yiwu, una ciudad costera situada en el extremo m¨¢s oriental de China, y acaba en Madrid. El tren cubre directamente un trayecto de m¨¢s de 13.000 kil¨®metros en 21 d¨ªas; es poco probable que haya protestas por los retrasos, en primer lugar porque la l¨ªnea es comercial y despu¨¦s porque en 21 d¨ªas de viaje un retraso de media hora ser¨ªa aceptable. Ayer lleg¨® a Madrid el primer convoy (el nombre del tren es Yixinou) cargado con 1.400 toneladas de mercanc¨ªas (papel, artesan¨ªa, art¨ªculos de consumo); de vuelta a Yiwu llevar¨¢ lo que es f¨¢cil adivinar: vino, jam¨®n y aceite de oliva. Yixinou es un experimento; se trata de comprobar la rentabilidad de un corredor ferroviario entre Espa?a y China a trav¨¦s de Kazajist¨¢n, Rusia, Bielorrusia, Polonia, Alemania y Francia (m¨¢s los pa¨ªses de origen y destino). En teor¨ªa, el transporte por ferrocarril reduce los costes y las emisiones contaminantes. Pero todo eso hay que comprobarlo; y esta es la prueba que realiza Yixinou, operado por Inter-rail Services y DB Schenker Rail.
Pero este tren de 13.000 kil¨®metros de recorrido invita a superar el experimento comercial y convertir el Yixinou, con sus contenedores de metal y mercanc¨ªas selladas, en un China Express, a imagen del Transiberiano y el Orient Express (a los que, por cierto, supera en kil¨®metros). Las sendas que un d¨ªa fueron tortuosas v¨ªas de exploraci¨®n o caminos para premiosas caravanas (la Ruta de la Seda, por ejemplo) se convierten con el paso del tiempo en trayectos para la aventura, que hoy ya no es otra cosa que mirar sin tener en cuenta el tiempo. El corredor ferroviario entre Espa?a y China anuncia un fest¨ªn para los viajeros.
Enti¨¦ndase bien, ser¨ªa un tren para viajeros, no para turistas. La distinci¨®n de Chesterton sigue siendo can¨®nica: el viajero ve lo que le toca ver en su trayecto, cerrado, sin im¨¢genes preconcebidas ni citas previas; se entrega al azar o a la coincidencia, y, por tanto, a la aventura. El turista ve lo que quiere ver, quiz¨¢ incitado porque otros lo vieron antes o a la espera de captar un encanto confirmado por una mayor¨ªa, sea el Coliseo, Monument Valley o la r¨¦plica del P¨¦ndulo de Foucault en San Petersburgo.
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