Hay otra vida para los partidos
Tienen que ir en busca de los mejores y soltar el lastre de la endogamia
Hay personajes de la pol¨ªtica que solo por aparecer en televisi¨®n justifican con su jeta tan reconocible que la ciudadan¨ªa no se fie, aunque siempre es injusto generalizar. Es una dejaci¨®n fatalista asumir que la clase pol¨ªtica representa la sociedad por el rasante de m¨ªnimos y no de m¨¢ximos. Hay de todo, ciertamente. Sustancialmente, ocurre que los partidos pol¨ªticos, a semejanza de la sociedad espa?ola en general, todav¨ªa no creen en la meritocracia. Como sistemas parasitarios sobreviven espec¨ªmenes arribistas tan expl¨ªcitos que algo tiene que pasar en los partidos para que sujetos de tanto descaro dejen de tener su lugar en la cumbre.
No puede exigirse a nadie, ni a ninguna sociedad, que los mejores den un paso hacia adelante y tomen parte en la vida p¨²blica. Y, sin duda, algunos ya han dado este paso. Con todo, son los partidos pol¨ªticos quienes tienen que ir en busca de los mejores, para convencerles de que la cosa p¨²blica les merece. Es dif¨ªcil que un empresario de calidad acceda a incorporarse a la pol¨ªtica mientras los casos de corrupci¨®n se concatenan de tal modo que acaban formando un panorama unicolor. Del mismo modo, las j¨®venes generaciones que se interesan por el bien com¨²n tampoco dar¨¢n un paso hacia delante si antes tienen que someterse a los filtros de las organizaciones juveniles de los partidos, que son, con excepciones, un ¡°h¨¢bitat¡± para aprendices de conspirador que se han vinculado a un sistema sin garant¨ªas de calidad, a la vez f¨¢cil acceso al poder y sus cercan¨ªas.
Incluso para quienes consideramos necesario el sistema de estabilizadores que es el bipartidismo actual, ning¨²n partido pol¨ªtico es eterno. Hojear un diccionario de partidos pol¨ªticos resulta una lecci¨®n tanto de escepticismo como de evaporaci¨®n de sue?os y proyectos hist¨®ricos. Se suma a la herrumbre de la ideolog¨ªa y a la posmodernidad pol¨ªtica que lo ha relativizado todo hasta el extremo de convertir los populismos en un absoluto. La Transici¨®n democr¨¢tica cre¨®, incluso con improvisaciones, una nueva clase pol¨ªtica por amalgama de los reformistas del r¨¦gimen, la pol¨ªtica de oposici¨®n y personalidades de la vida social que fueron tan decisivos en aquella etapa de impacto que hoy algunos juzgan infamante. Pero lo cierto es que los partidos han ido dedic¨¢ndose a la endogamia, la opacidad y, en ocasiones, tolerando circuitos de corrupci¨®n sistematizada.
Para renovar los partidos se habla mucho de elecciones primarias, de cambios en el sistema electoral. Se legisla, hay m¨¢s normativas. Lo que no se hace es gran pol¨ªtica. En baron¨ªas que no hace falta nombrar, personajes de catadura patibularia impiden el acceso a la pol¨ªtica a ciudadanos que querr¨ªan participar en la vida p¨²blica. Es un efecto semejante al de la ley econ¨®mica de Gresham: la moneda mala acaba expulsando a la moneda buena. Por eso para la regeneraci¨®n de los partidos pol¨ªticos no basta con nuevas normas: lo que hace falta es una voluntad de hierro. Si al final de la cadena de control interno no hay alguien con la suficiente determinaci¨®n para cortar cabezas, todo quedar¨¢ en nada. M¨¢s descr¨¦dito de la pol¨ªtica, m¨¢s populismo.
La Transici¨®n democr¨¢tica cre¨®, incluso con improvisaciones, una nueva clase pol¨ªtica
El paradigma digital tal vez sea de utilidad para dar naturaleza de red a lo que por ahora son partidos jer¨¢rquicos, pero para eso hace falta tomar decisiones convincentes, ejemplares, tal vez dr¨¢sticas. En estos momentos, ya no basta con escenificar. Hemos pasado del shock del futuro al shock del presente y, sin embargo, los partidos pol¨ªticos parecen de molde decimon¨®nico o una patolog¨ªa arcaica de la conspiraci¨®n. Por el contrario, es sabido que ya no son los m¨¢s poderosos los que sobrevivir¨¢n, sino los que mejor sepan adaptarse al cambio incesante. A semejanza de Silicon Valley, ser¨ªa provechoso liberar el potencial creativo de los ciudadanos que piensan en vida p¨²blica en la soledad de sus garajes. Eso puede representar una nueva inventiva institucional, m¨¢s all¨¢ de los tics de la vieja pol¨ªtica. ?Por qu¨¦ va a ser eso imposible si circulamos en AVE, conectamos con la ciberesfera y hemos convertido tantas empresas aut¨®nomas en un cluster creativo?
Para una ¨®smosis natural entre la sociedad y los partidos pol¨ªticos son los partidos los que debieran dar un primer paso. Cierto: es dif¨ªcil navegar y al mismo tiempo estar en dique seco. Los calendarios electorales y la endiablada secuencia de imprevistos de toda naturaleza menguan la capacidad de perspectiva de los l¨ªderes para empe?arse en estos baldeos internos y mucho m¨¢s si no se sabe lo que pueda haber bajo las alfombras y en los armarios.
Es m¨¢s: para tener alg¨²n resultado no basta con trucar el cuentakil¨®metros ni con tunear la carrocer¨ªa. Es necesario revisar a fondo el motor, los filtros, las buj¨ªas, el reglaje de faros. Complementarlo revisando la capacidad ¨®ptica del conductor no est¨¢ de m¨¢s. ?Es que hay alguien ah¨ª?
Valent¨ª Puig es escritor.
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