Con la guardia baja
El sida repunta entre los j¨®venes homosexuales por una relajaci¨®n en las medidas de protecci¨®n
Casi 35 a?os despu¨¦s de que se diagnosticase el primer caso de sida en Espa?a, hay evidencias de que la batalla contra la enfermedad no est¨¢ dando los frutos que debiera. Y en determinados colectivos especialmente vulnerables se est¨¢ incluso retrocediendo. Uno de los datos m¨¢s preocupantes es que en el 46,6% de los nuevos casos registrados en 2013 el diagn¨®stico fue tard¨ªo; es decir, que las personas diagnosticadas llevaban ya tiempo infectadas.
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Esta circunstancia tiene efectos muy negativos. Primero, tiene consecuencias para el propio enfermo. Cuanto antes se administran los tratamientos disponibles, mejor es el pron¨®stico y m¨¢s posibilidades hay de mantener la enfermedad controlada. En casi la mitad de los casos, los infectados perdieron oportunidades terap¨¦uticas por no haberse hecho la prueba del sida antes y no haber acudido al m¨¦dico hasta la aparici¨®n de los primeros s¨ªntomas.
En el plano social, el diagn¨®stico tard¨ªo implica que durante todo el tiempo que el enfermo permanece infectado y sin diagn¨®stico puede contagiar a otras personas sin saberlo. En 2013 se produjeron 3.600 nuevos casos y aunque la cifra total permanece m¨¢s o menos estable, un an¨¢lisis m¨¢s pormenorizado de las v¨ªas de infecci¨®n permite concluir que se est¨¢ produciendo un importante repunte de la enfermedad entre los hombres j¨®venes que tienen relaciones sexuales con otros hombres. En concreto, en este colectivo la tasa de nuevas infecciones ha aumentado 10 puntos en los ¨²ltimos cinco a?os. La conducta promiscua de muchos j¨®venes y una cierta relajaci¨®n en la utilizaci¨®n del preservativo como medida de protecci¨®n a la hora de practicar sexo ha dado lugar a un aumento considerable de las relaciones de riesgo.
Pese a la labor de las organizaciones de homosexuales, es evidente que se ha ido bajando la guardia conforme ha ido calando la idea de que el sida ya no es una enfermedad mortal de necesidad. Pero el hecho de que los tratamientos antirretrovirales hayan permitido convertirla en una enfermedad cr¨®nica, no quiere decir que no suponga un gran problema de salud. El tratamiento es de por vida y puede tener importantes efectos secundarios.
Se estima que en Espa?a hay entre 130.000 y 160.000 personas infectadas por el virus, de las que se cree que un tercio no lo saben. A estas alturas, sin embargo, cuesta creer que el problema para evitar el contagio sea la falta de informaci¨®n. Puede haber casos, y es posible que la educaci¨®n sexual sea mejorable. Pero, en general, el colectivo m¨¢s vulnerable est¨¢ perfectamente al corriente del riesgo que supone mantener relaciones sexuales sin protecci¨®n. Y sin embargo, muchos j¨®venes homosexuales lo hacen. Y se infectan e infectan a sus contactos, que pueden ser numerosos. Se puede pedir que se refuercen las campa?as de prevenci¨®n, ciertamente, pero ante todo hay que apelar a la responsabilidad individual. Hay conductas sobre las que hay que responder, y no culpabilizar a otros ni atribuirlas a causas estructurales.
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