Embarazo
Alguien entra a trav¨¦s de su m¨®vil en el diccionario de la RAE y confirma que, en efecto, pred¨ªctor no existe
Un alumno del taller sobre el relato breve pregunta si la escritura predictiva de los m¨®viles podr¨ªa en el futuro completar textos enteros y no solo palabras, como ahora. ?Qu¨¦ clase de textos?, digo yo. Cosas cortas, dice ¨¦l, que a partir de una frase m¨ªa el ordenador escribiera un cuento, quiz¨¢ un guion de cine. Al reparar en mi expresi¨®n de extra?eza, el alumno pone un ejemplo. Supongamos, dice, que yo escribo que le estaba cortando las u?as de los pies a mi madre, cuando se escucharon unos pasos en las escaleras. ?Y bien?, digo yo. Pienso, dice ¨¦l, que utilizando una cantidad equis de algoritmos, al ordenador le ser¨ªa posible crear desde ah¨ª una trama de tres o cuatro folios. Yo creo, interviene otro alumno, que las grandes obras de la literatura, en cierto modo, se escribieron al dictado. Si eres capaz de que se te ocurra aquello de ¡°muchos a?os despu¨¦s, frente al pelot¨®n de fusilamiento, el coronel Aureliano Buend¨ªa hab¨ªa de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llev¨® a conocer el hielo¡±, si se te ocurre eso, todo lo dem¨¢s viene de corrido; lo dif¨ªcil es dar con las primeras frases.
El resto de la clase da muestras de asentimiento, lo que genera una discusi¨®n apasionada sobre el futuro de los predictores. Entonces interviene Ana, una alumna muy guerrera, para preguntar si se dice predictor o pred¨ªctor. Le digo que predictor, y lo pone en duda para socavar mi autoridad. Alguien entra a trav¨¦s de su m¨®vil en el diccionario de la RAE y confirma que, en efecto, pred¨ªctor no existe. Pues yo me he hecho una prueba de orina con ¨¦l, a?ade Ana rompiendo a llorar, y resulta que estoy embarazada. S¨ª, de la Divina Comedia, ironiza su compa?ero de asiento. Y con esto, me veo obligado a terminar la clase.
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