El turismo de la miseria en Kibera
El mayor suburbio de ?frica del este, en Nairobi, se afianza como destino tur¨ªstico Los defensores dicen que las visitas favorecen el desarrollo; los detractores lo ven denigrante
C¨¢mara de fotos, 25 d¨®lares y botas cerradas para protegerse de las heces, el barro y las chapas oxidadas. Es todo lo que hace falta para contratar una visita guiada a Kibera, el mayor barrio de chabolas de Nairobi (Kenia) y el m¨¢s grande de ?frica despu¨¦s del de Soweto (Sud¨¢frica). Un n¨²mero creciente de turoperadores ofrece rutas guiadas en el que fue un epicentro de la violencia postelectoral en 2008 y parte de las giras de dignatarios como el entonces senador Barack Obama. Los defensores de un turismo que tambi¨¦n se autodenomina "pro pobres" afirman que revierte en proyectos de desarrollo, crea empleo y sensibiliza. Los detractores lo ven denigrante y un modo de convertir la miseria en un espect¨¢culo para turistas adinerados.
"El tour est¨¢ recomendado para viajeros de negocios, misioneros y ejecutivos que quieran tener una visi¨®n r¨¢pida de la vida de suburbio en Kenia", apunta un operador en su web. "Se puede hacer antes o despu¨¦s de un safari normal". Adem¨¢s, es posible que el visitante "tenga suerte y vea pasar el tren entre las casas de lat¨®n, con seres humanos y animales (cabras, perros, pollos) cruzando la v¨ªa", a?ade en referencia a los cuatros convoyes de la l¨ªnea Kenia-Uganda que atraviesan la zona a diario.
La misma compa?¨ªa, que ofrece visitas de cuatro horas por 50 d¨®lares (unos 42 euros), precisa que el turista llegar¨¢ a su hotel a tiempo para comer. Un representante de la empresa asegura por tel¨¦fono que el cliente podr¨¢ hacer tantas fotos como quiera, e indica que la compa?¨ªa no financia directamente las organizaciones sociales incluidas en la ruta. "Esperamos que sea usted quien cambie una vida aliviando la pobreza", zanja antes de ofrecer un safari al parque Masai Mara. Otra empresa recomienda la visita a personas que quieran tener "una experiencia diferente" y ver "c¨®mo vive la otra mitad". Ofrece tambi¨¦n combinarla con rutas gastron¨®micas y de compras en Nairobi.
Uno de los tours lleva a tres turistas europeos y asi¨¢ticos al mayor mercado de segunda mano de la ciudad, a una guarder¨ªa y a una planta de biog¨¢s, que transforma los excrementos y orines en gas metano para cocinar. Tambi¨¦n recala en cooperativas de mujeres y j¨®venes que producen joyas de abalorios y huesos, y finaliza en una casa particular, una estructura de chapa abollada sin inodoro, electricidad ni agua corriente, pero con las paredes y los sof¨¢s cuidadosamente recubiertos de encajes impolutos, hules y telas satinadas. En la calle, los vecinos discurren por una mara?a de callejuelas de tierra con flujos de aguas fecales al aire libre; monta?as de basura, y olor a pescado seco, quemas de pl¨¢stico y materia org¨¢nica en descomposici¨®n. Chozas de madera y barro albergan peluquer¨ªas, congregaciones religiosas e incluso escuelas de conducir.
ONU-Habitat constata que Nairobi tiene algunos de los suburbios m¨¢s densos, sucios e inseguros del mundo, y se?ala que casi la mitad de sus tres millones de habitantes se concentran en un centenar de asentamientos sin agua potable ni saneamiento. Sumados, estos barrios ocupan solamente un 5% de la superficie de Nairobi. S¨®lo Kibera, de unos 2,5 kil¨®metros cuadrados, tiene entre 600.000 y un mill¨®n de residentes que viven y trabajan entre deshechos humanos en el coraz¨®n de uno de los principales motores econ¨®micos de ?frica.
Ingresos necesarios
El cofundador norteamericano de Explore Kibera Tours, Albert Chi, remarca desde San Francisco (EE UU) que no todos los turoperadores son iguales. "Nosotros no irrumpimos con camiones como si de un safari se tratase e intentamos minimizar los aspectos negativos del turismo: se hacen fotos del paisaje, no de un hombre tumbado en la calle".
Chi, profesional del sector financiero que se pas¨® al desarrollo a ra¨ªz de su experiencia en Nairobi, destaca que todo el dinero de los turistas ¡ªunos 300 al a?o¡ª revierte en Kibera. Explica que su organizaci¨®n da a conocer organizaciones sociales, crea un flujo de demanda para cooperativas de artesanos y promueve el voluntariado. Tambi¨¦n emplea a personas que de otro modo ingresan uno o dos d¨®lares diarios, pero deben pagar una media de 50 d¨®lares mensuales de alquiler por su chabola a propietarios acomodados que residen en otros barrios. Chi qued¨® impactado por su primera visita a Kibera, y cambiar la visi¨®n negativa sobre la zona es uno de sus grandes objetivos.
"Los extranjeros vienen con ideas preconcebidas, como que es un lugar peligroso con gente hostil. Su opini¨®n cambia cuando ven una comunidad unida que les acoge", coincide el representante de Muungano wa Wanavijiji, la Federaci¨®n de Habitantes de Suburbios de Kenia. Tambi¨¦n les dan la bienvenida las mujeres con VIH del Power Women Group y la cooperativa de j¨®venes Victorious Bones Craft Group, cuyos talleres de artesan¨ªa reciben visitantes de forma regular. "Dependemos de los turistas para sobrevivir. Su ca¨ªda est¨¢ matando nuestro negocio", lamenta la presidenta del grupo de mujeres, Everlyne Shiangala, en referencia a la amenaza terrorista en Kenia. A?ade que vender en los mercados locales no es rentable porque los intermediarios que captan a los clientes retienen buena parte del beneficio.
Algunos turoperadores renuncian a cobrar comisiones a las organizaciones sociales. Otros se llevan hasta un 10% de la venta, seg¨²n el representante de Victorious Bones Craft Group, Jack Nyawanga, cuya cooperativa de formaci¨®n de j¨®venes desempleados tambi¨¦n se enfrenta al desplome del turismo en los ¨²ltimos meses.
Oposici¨®n vecinal
Operadores tur¨ªsticos y organizaciones sociales celebran el inter¨¦s de los extranjeros por visitar el suburbio. Los vecinos no siempre comparten el mismo entusiasmo. Esther Mbaka vende zapatos usados junto a una v¨ªa principal con su beb¨¦ cargado a la espalda: "Los wazungu [forasteros] pagan para venir y sacarnos fotos, como si fu¨¦semos animales. Ellos se van y nosotros nos quedamos. No nos benefician en nada".
Los turistas europeos deambulan por Kibera acompa?ados de un gu¨ªa local y un responsable de seguridad veintea?ero. Los ni?os saludan desde las chozas, pero numerosos adultos fruncen el ce?o al ver las c¨¢maras. Samuel Waiguru, que complet¨® la educaci¨®n Secundaria pero subsiste con trabajos ocasionales, asegura que la mayor¨ªa de extranjeros no interaccionan con los residentes, y se pregunta d¨®nde queda la dignidad de los vecinos, incluyendo los ni?os que defecan junto a la v¨ªa del tren. "Todo para contar a sus amigos que han salido vivos del suburbio m¨¢s espantoso de Kenia".
El representante de la cooperativa de j¨®venes admite que algunos vecinos se quejan de los turistas. "Intentamos explicarles c¨®mo ayudan a nuestro grupo, pero no todo el mundo lo entiende. Yo tambi¨¦n har¨ªa fotos si fuera a otro pa¨ªs", argumenta.
Romper estereotipos
Los turistas se adentran en Kibera ¡ªque en nubio significa "bosque"¡ª por razones variadas, desde la curiosidad tras su aparici¨®n en la oscarizada pel¨ªcula de 2005 El jardinero fiel, hasta su fama como uno de los mayores asentamientos humanos informales del mundo. Kibera surgi¨® a principios del siglo XX, cuando el Gobierno colonial Brit¨¢nico recompens¨® con sus terrenos a los combatientes nubios que hab¨ªan luchado con la corona durante la Primera Guerra Mundial. Los descendientes de estos soldados alquilan ahora las chabolas a un flujo incesante de emigrantes rurales en busca de trabajo.
El banglades¨ª Ahmed Khurshid, que conoce el Nairobi de los negocios y los grandes centros comerciales, quer¨ªa comprender "c¨®mo viven las personas" en un suburbio a unos minutos en coche de algunas de las zonas m¨¢s lujosas de la ciudad. La sueca Lina Larsson se apunt¨® a un tour porque no quer¨ªa internarse en el barrio sola. "He visto personas que se ponen corbata para ir a misa en una choza, se hacen trenzas en salones de belleza y pagan el alquiler de su chabola con el m¨®vil. Imaginaba un estado de excepci¨®n, pero la vida contin¨²a tambi¨¦n en Kibera".
Este cambio de perspectiva es la principal motivaci¨®n de Leonard, un gu¨ªa de 24 a?os nacido y criado en la zona que va saludando a conocidos a lo largo del recorrido. ?Su trabajo de lunes a viernes? Animador en 3D. Como tantas otras personas que han logrado patrocinios para estudiar y un buen trabajo fuera del suburbio, este joven ha elegido permanecer en el barrio para seguir unido a su comunidad y mejorar sus condiciones de vida. "Mucha gente no puede creer que alguien formado, amigable y que habla bien en p¨²blico proceda de Kibera".
Leonard, que est¨¢ escribiendo un libro sobre su vida y ya piensa en la pel¨ªcula, admite que un cambio a gran escala del suburbio no vendr¨¢ de la mano de unos centenares de turistas al a?o. Tambi¨¦n asume que ni tan siquiera los tours m¨¢s responsables pueden beneficiar a todos los residentes, pero reafirma su cometido: ¡°Que gente de todo el mundo se d¨¦ cuenta de que mi hogar no es un lugar tan malo, sino lleno de personas creativas, emprendedoras y amables. ?ste es mi objetivo¡±.
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