El sacrificio
Cuando el zar levantaba una copa de vino para brindar por un consejero, era un buen presagio
El fiscal general del Estado ha sido, al parecer, dimitido. Esta es una paradoja que se est¨¢ repitiendo en los ¨²ltimos tiempos. Los cesados tienen que dimitir, porque, entre otras cosas, ya no existe aquel n¨²mero tan vistoso y castizo del Caronte motorista con el sobre del cese. As¨ª nos encontramos con la contradicci¨®n de que gente probablemente cesada hace tiempo contin¨²a en su puesto mientras no dimite. Este es un m¨¦todo genuino en el que hay que reconocerle una especial competencia al presidente del Gobierno. Cuando Rajoy dirige un elogio a un subordinado, siempre queda la duda de si le ha comunicado el cese o un ascenso. Su gestualidad pol¨ªtica recuerda mucho al llamado ¡°brindis zarista¡±. Cuando el zar levantaba una copa de vino para brindar por un consejero, era un buen presagio. Si levantaba la copa de agua, el receptor del brindis ya pod¨ªa pegarse un tiro en la cabeza. Como es silencioso, hay que estar muy atento a la copa que levanta Mariano. Me cuentan que hace alg¨²n tiempo brind¨® con agua por el fiscal, pero no hay memoria hist¨®rica y la gente no se enter¨® del ¡°brindis zarista¡±. El fiscal general es un sacrificado. Ahora bien, ?a qui¨¦n va dirigido este sacrificio? En tiempos casi tan antiguos como este, los emperadores ofrec¨ªan sus sacrificios a los dioses. Eso fue lo que ocurri¨® con aquel arzobispo llamado Rouco. Pero, en la actualidad, ?qu¨¦ se?al se emite con la marcha del fiscal general? Se supone que en una democracia el sacrificio de un principal es una ofrenda al pueblo. Para que deje de rumiar y mastique un poco de autoridad. Pero no es este el caso. Da la impresi¨®n de que el fiscal ha sido entregado a la propia facci¨®n gobernante para que hagan un churrasco navide?o.
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